Saskia Sassen. Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global Buenos Aires: Katz Editores, 2015, 294 págs.
Saskia Sassen. Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global Buenos Aires: Katz Editores, 2015, 294 págs.
Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 56, 2016
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
La socióloga Saskia Sassen, reconocida internacionalmente gracias a su obra La ciudad global publicada en 1991, se ha destacado en el análisis de la globalización y el impacto que esta genera en la política, la economía y las desigualdades sociales. Ahora expone su última obra Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global, en la cual reflexiona sobre cómo el capitalismo avanzado y global de hoy nos enfrenta a nuevas lógicas de expulsiones, donde personas, empresas, pueblos y dinámicas son expulsados tanto de lugares como del orden socioeconómico preestablecido por un sistema de acumulación cada vez más extremo. Para la autora, este tipo de expulsiones no son espontáneas sino que requieren la creación de lo que ella denomina “formaciones predatorias”. Estas formaciones son la suma de complejos instrumentos de políticas públicas y de avances tecnológicos, financieros y de mercado, al servicio no solo de los individuos más ricos, sino también de las grandes corporaciones y los gobiernos más poderosos.
El objetivo de Sassen es cuestionar las categorías teóricas familiares y develar sus limitaciones –desagregando los casos estudiados en sus elementos básicos– con el fin de descubrir tendencias conceptuales subterráneas, buscando más allá de las diferencias geopolíticas. Plantea que “debajo de las especificidades nacionales de las diversas crisis globales se encuentran tendencias sistémicas emergentes conformadas por unas pocas dinámicas básicas” (15), que obligan a repensar los enfoques teóricos empleados para entender el impacto del capitalismo global. Con este fin, se enfoca en dos cambios evidenciados a partir de la década de 1980: el primero es el desarrollo de áreas cada vez mayores que son transformadas para dar lugar a operaciones económicas clave para la producción y acumulación del capital –tercerización global, ciudades globales–, y el segundo es el aumento de las finanzas en red.
Economías en contracción, expulsiones en expansión
Los procesos de extracción de recursos, acumulación de capital y desigualdades sociales no son temas nuevos, sin embargo, en las últimas tres décadas se ha instaurado en todo el mundo un capitalismo avanzado que está reestructurando los mecanismos de acumulación, lo cual genera un escalonamiento de estos fenómenos y afecta a un mayor número de personas. Para Sassen, son dos las lógicas que se encuentran detrás de esta reestructuración: por un lado, las políticas económicas desregulatorias en la mayoría de los países han generado un aumento en las privatizaciones y en la eliminación de aranceles sobre las importaciones, situación que ha facilitado el aumento de los beneficios corporativos y ha afectado a gobiernos nacionales y locales que ya no disponen de los recursos generados por estos impuestos, volviéndose más pobres. Y por otro lado, la transformación de áreas cada vez mayores para la extracción de beneficios.
De acuerdo con la autora, las políticas de austeridad y la contracción en el gasto público hacen parte de las formaciones predatorias que han facilitado la acumulación extrema de capital a costa de un alarmante aumento del desempleo y de los costos de vida, aumentando la desigualdad y la capacidad de obtener beneficios y ganancias económicas de un amplio sector de la población. Esta creciente desigualdad no solo se refleja al estudiar el ingreso y la acumulación de capital entre países, sino también al interior de los mismos. Grecia, España y Portugal son claros ejemplos de la contracción económica y políticas de austeridad que han reestructurado la economía en su totalidad, expulsando del espacio económico a un sector de la población que lo ha perdido todo (empleo, vivienda, seguro médico, acceso a servicios básicos). Con ello han pasado a ser invisibles para las mediciones económicas, neutralizando así el impacto negativo sobre el PIB per cápita, es decir que, al hacer más pequeño el espacio económico mediante la expulsión de los desempleados, se logra presentar datos de una economía en recuperación bajo la lógica de que “la cuestión de los elementos considerados problemáticos se resuelve simplemente eliminándolos” (49).
En este capítulo, Sassen analiza el aumento de tres tipos de expulsiones que se ven reforzadas por condiciones de pobreza, desempleo y nuevos patrones de movilidad geográfica derivados de estas reestructuraciones económicas. El primer tipo son las ejecuciones, una de las formas más brutales de expulsión que desaloja a las personas de sus hogares ante el incumplimiento en el pago de la hipoteca. El segundo, el aumento en el número de los desplazamientos forzados, pero no solo los causados por las guerras, enfermedades y hambrunas, sino también debido a fenómenos que normalmente no se tienen en cuenta. Por ejemplo, los desplazados a causa de las adquisiciones de grandes extensiones de tierra para la extracción de beneficios, principalmente en el sur global; los desplazados por la manipulación financiera de la deuda; o, por último, los desplazados a causa de las catástrofes ligadas con el cambio climático. El tercer tipo de expulsión es el encarcelamiento, entendido como uno de los matices del capitalismo avanzado que se instaura a partir de la década de 1980 y que se emplea como mecanismo para expulsar el excedente de la población trabajadora principalmente en el norte global, donde comienzan a evidenciarse sentencias más severas incluso para delitos menores, con mínimas oportunidades de liberación anticipada y estancias prolongadas de presidiarios no procesados. El principal factor de este tipo de expulsión es la proliferación de cárceles y servicios carcelarios privados, transformando el sistema penitenciario en producción de mano de obra barata, lo que hace que los internos en sí mismos se conviertan en mercancía.
El nuevo mercado global de tierras
El mercado de tierras tampoco es una práctica nueva, pero lo radical en esta fase del capitalismo es el nivel y el alcance geográfico del mismo, impulsado principalmente por la creciente demanda de cultivos industriales –palma para biocombustible, cultivos alimenticios– y por el incremento en los precios de los alimentos desde inicios de este siglo, lo cual hace de la tierra una inversión deseable, así sea en términos especulativos. La compra de grandes extensiones de tierra también requiere de instrumentos y formaciones predatorias complejas, es decir, no es el reflejo de una acción individual, sino que es impulsado por un complejo mercado global de tierras que se sirve de infraestructura de servicios, instrumentos legales y voluntad política que facilitan estas transacciones. Este mercado de tierras es el causante de la expulsión de comunidades enteras, de distritos agropecuarios y de pequeñas operaciones manufactureras, las cuales se ven obligadas a desplazarse a los barrios ya tugurizados de las periferias urbanas, agravando el fenómeno de pobreza urbana. Esto sin mencionar las afecciones a la flora y fauna también expulsadas, dejando de ser una problemática localizada como pequeños brotes, para convertirse en un problema generalizado.
Estas formaciones predatorias incluyen a los instrumentos de política y financieros que prepararon el terreno para la instauración de este mercado –corrupción, deudas externas abrumadoras, innovaciones en materia de legislación–, cuyo principal ejemplo son los tratados de libre comercio. Para Sassen, “los programas de reestructuración del FMI y el Banco Mundial prepararon el terreno para la profundización sistémica del capitalismo avanzado” (101), entendiendo a la deuda como una lógica organizadora, como régimen disciplinario que posibilita la concentración de beneficios. Estas políticas de privatización y desregulación arancelaria se convirtieron en una fuerza destructiva para países con gobiernos y sistemas económicos débiles, que se vieron obligados a concentrar sus esfuerzos en enfrentar los costosos programas de reestructuración de la deuda.
Las fianzas y su capacidad. La crisis como lógica sistémica
De acuerdo con Sassen, las finanzas representan la más completa y eficaz de las tendencias conceptuales subterráneas que reestructuran la economía global, abarcando un amplio espectro de instrumentos y mecanismos –como préstamos bancarios, tarjetas de crédito, deudas personales y empresariales o la deuda externa de los diferentes países–, y adaptándose a sistemas institucionales distintos. La vivienda siempre ha sido uno de los sectores económicos más críticos para todas las sociedades desarrolladas, impactando tanto en el sector de la construcción como en el mercado inmobiliario y, para este caso, en el sector financiero a través de las hipotecas bancarias. La compra de vivienda se ha transformado, de esta forma, en un instrumento de inversión que podía ser vendido en mercados especulativos. Uno de los ejemplos son las hipotecas subprime, 1 las cuales generaron grandes adiciones al valor financiero sin tener en cuenta los impactos sociales.
Las finanzas, al igual que los casos expuestos con anterioridad, también se valen de instrumentos complejos con el fin de titularizar casi todo, sin tomar en cuenta la geopolítica, los sistemas legales ni el sector económico. Sin embargo, es importante aclarar que esto no se puede generalizar, ya que, en algunos casos, se ha evidenciado que el sector financiero ha favorecido el desarrollo económico y ha ayudado a reducir los niveles de pobreza en países como China. “Utilizar capital financiero para expandir sectores económicos materiales [infraestructura, manufactura] y para mejorar la calidad ecológica de nuestras economías es distributivo, usar el capital financiero para hacer más capital financiero, conduce a enormes concentraciones de riqueza y poder” (166).
Tierra muerta, agua muerta
Los procesos de acumulación del capitalismo actual demandan enormes cantidades de tierra y agua, expulsando comunidades, fauna y flora para desarrollar plantaciones y minas de todo tipo, con el fin de reestructurar extensiones de tierra exclusivamente para la extracción de recursos y beneficios económicos. Este proceso de extracción se ha dado a una gran velocidad, superando la capacidad de regeneración del planeta y dejando grandes extensiones de tierra y agua muerta. Esto ha ocasionado una destrucción a una escala antes no vista, cuyos impactos afectan principalmente a comunidades pobres, siendo la minería, la industria manufacturera y la industria nuclear, las principales culpables de esta devastación a nivel global, la cual se puede observar en países tan diversos como Rusia, Estados Unidos, Azerbaiyán, Perú, República Dominicana, India, Indonesia, Ucrania o Japón.
Uno de los debates planteados por la autora en este capítulo es el consumo intensivo de agua por parte de grandes compañías, ya sea en la extracción y posterior envenenamiento causado por la minería o en las grandes embotelladoras de agua potable como Nestlé y Coca Cola. Entonces, ¿el agua debería entenderse como un bien público o como un bien privado? Estas grandes corporaciones se valen de instrumentos políticos y jurídicos para apropiarse del derecho al uso y extracción de este líquido vital, afectando a enormes comunidades que no solo se ven expuestas a altos niveles de contaminación de agua, aire y suelo a causa de la minería, sino que también ven reducida su capacidad de producción de alimentos y, en casos extremos, son expulsados de estas tierras muertas.
Con este libro, Saskia Sassen busca hacer visibles las expulsiones –económicas, sociales y biosféricas– generadas por estos nuevos y brutales procesos de acumulación del capitalismo avanzado y mostrar cómo estos tipos de expulsión revelan tendencias sistémicas emergen. La autora expone la necesidad de nuevos enfoques teóricos que permitan estudiar y entender la intensidad de los fenómenos observados más allá de los límites geopolíticos tradicionales, analizando cómo el espacio y las formas de expulsión se expanden y diversifican.
Asimismo Sassen afirma que la reestructuración económica evidenciada en la mayoría de los países se hace bajo la influencia de una “concepción peligrosamente estrecha del crecimiento económico” (239). Es decir, bajo una lógica sistémica que busca mantener el funcionamiento de una economía cada vez más privatizada, que está al servicio de un crecimiento económico corporativo, eliminando, de ser necesario, los gastos públicos sociales, situación que advierte que la economía global no se expande sin dejar expulsados a su paso.
Notas