Dossier
La construcción del campo de estudio de las migraciones en Chile: notas de un ejercicio reflexivo y autocrítico
The Construction of the Migration’s Field of Study in Chile: Notes of a Reflexive and Self-Critical Exercise
A construção do campo de estudo das migrações no Chile: notas de um exercício reflexivo e autocrítico
La construcción del campo de estudio de las migraciones en Chile: notas de un ejercicio reflexivo y autocrítico
Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 58, 2017
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Recepción: 03 Octubre 2016
Aprobación: 22 Febrero 2017
Resumen: Junto con el crecimiento de la migración internacional durante los últimos 20 años en Chile, se observa un incremento sostenido de investigaciones y publicaciones científicas. Este interés académico ha permitido el desarrollo de un campo de estudios que se caracteriza, como todo campo, por una cierta acumulación de conocimiento, diversificación temática, discusión teórica, aproximaciones desde distintas disciplinas y delimitación de ciertos contornos. El interés de este artículo es analizar la producción científica sobre migración en Chile durante este período, utilizando dos aproximaciones: una temática y otra analítica. En los resultados de este trabajo, se reflexiona sobre el modo en que se construye la categoría de migración desde el campo de las ciencias sociales en el país y se plantea una agenda temática posible para futuras investigaciones.
Palabras clave: migración, campo de estudio, Chile, migración sur-sur, discriminación y racialización, género.
Abstract: Along with the growth of the international migration over the last 20 years in Chile, there has been a steady increase in scientific research and publications. This academic interest has allowed the development of a field of studies that is characterized, as every field is, by a certain accumulation of knowledge, thematic diversification, theoretical discussion, approaches from different disciplines and delimitation of particular forms. The interest of this article is to analyze the scientific production on migration in Chile during this period, using two approaches: one thematic and the other analytical. In the results of this work, a reflection on the way in which the category of migration is constructed from the field of social sciences in the country and a possible thematic agenda is presented for future research.
Keywords: migration, field of study, Chile, south-south migration, discrimination and racialization, gender.
Resumo: Junto com o crescimento da migração internacional nos últimos 20 anos no Chile, observa-se um aumento contínuo de investigações e publicações científicas. Este interesse acadêmico tem permitido o desenvolvimento de um campo de estudos que se caracteriza, como qualquer campo, por um certo acúmulo de conhecimento, diversificação temática, discussão teórica, abordagens desde diferentes disciplinas e delimitação de certos contornos. O interesse deste artigo é analisar a produção científica sobre migração no Chile durante este período, utilizando duas abordagens: uma temática e outra analítica. Nos resultados deste trabalho, se examina sobre a forma em que se constrói a categoria de migração desde o campo das ciências sociais no país e se propõe uma agenda temática possível para futuras pesquisas.
Palavras-chave: migração, campo de estudo, Chile, migração sul-sul, discriminação e racialização, gênero.
¿Por qué es de interés elaborar un estado del arte sobre la investigación en migraciones internacionales que se realiza en un país determinado?[ 1 ] A riesgo de caer en un nacionalismo metodológico, parece necesario detenernos a revisar y comprender el conocimiento que se genera en una escala local por tres razones. La primera obedece a la necesidad de mirar cómo la categoría de migración es construida desde la academia. Cada investigación propone preguntas, significados y perspectivas que delimitan y definen los contornos no solo del campo de estudios sino de lo que entendemos por migración: quiénes son los migrantes, cómo es la relación que se establece con la sociedad en la que viven o cuáles son los principios normativos que definen los estados deseables de “cohesión” e “inserción” son preguntas que, más allá de las respuestas que entreguen, construyen un determinado sujeto colectivo de investigación. De ahí que detenernos a observar cómo observamos (o investigar cómo investigamos) permite reflexionar sobre la forma en que los académicos construimos y utilizamos el concepto de migración y el sujeto migrante. Segundo, la delimitación nacional como criterio de distinción para establecer la observación permite trazar comparaciones con otros lugares del sur global e identificar si existen preguntas y aproximaciones similares, así como visibilizar las divergencias, sean estas temáticas o teóricas. La comparación entre distintos lugares de producción del conocimiento permite abrir la discusión sobre si existe un campo latinoamericano o regional desde donde se contribuya al estudio de las migraciones a nivel global. En ese sentido, la revisión de un campo nacional es un paso en esa tarea mayor. Finalmente el ejercicio de sistematización y análisis de la bibliografía producida en el país permite identificar determinadas ausencias y puntos ciegos para orientar futuras investigaciones.
Con esto en mente, propusimos tres objetivos: 1) reconocer el trabajo que han hecho diversos académicos en esta materia durante los últimos 20 años; 2) identificar los temas sobre los que se produce una mayor concentración de conocimiento y aquellos ámbitos menos explorados; y 3) analizar algunas de las preguntas y marcos analíticos para reflexionar sobre la forma en que construimos la migración. Esto último lo realizamos sobre la base de dos de los temas que concentran mayor densidad de conocimiento hasta la fecha: los estudios sobre racialización y discriminación, y los trabajos sobre migración, mujeres y género. Es necesario señalar que las autoras de este texto somos parte de aquello que pretendemos observar, cuestión que plantea la necesaria pregunta sobre la distancia en la investigación. Al tratarse de un estudio documental, surgen ciertas reflexiones específicas necesarias de transparentar, como la constante interacción con una serie de investigaciones (e investigadores) que se recogen aquí y la influencia que ello tiene en el propio trabajo de las autoras (y viceversa). Años de trabajo investigativo han sido posibles gracias a la interacción y reflexión con esta comunidad académica, cuestión que define el lugar particular desde donde realizamos el estado del arte. De ahí que la pretensión de una observación neutra y externa resulta simplemente imposible. Como resguardo, recurrimos al método de lectura y sistematización de una bibliografía que ha sido revisitada para efectos de este artículo. Este trabajo también ha significado, por lo tanto, un ejercicio de reflexión y crítica respecto a nuestro propio trabajo.
La siguiente pregunta que surge entonces es cómo realizar este estado del arte. Qué criterios y metodología utilizar para distinguir, clasificar y analizar el material recopilado. En términos de metodología, seleccionamos publicaciones en revistas científicas y en libros. Dejamos fuera los trabajos de tesis de pre y posgrado (a no ser que hubiesen sido publicadas en una revista o libro), así como los de organizaciones sociales, columnas de opinión y medios de prensa. Si bien todo ello constituye un ámbito de producción del conocimiento muy interesante que nos llevaría a preguntarnos, por ejemplo, sobre la relación entre la academia con estos otros circuitos de conocimiento, al establecer como pregunta la forma en que los investigadores construimos el campo y sus categorías, el universo de estudio queda reducido a estos límites.
La gran cantidad de publicaciones que surgen día a día hacen prever que algunos textos han quedado fuera. No tenemos una pretensión de exhaustividad, aunque hemos intentado recoger la mayor cantidad de textos publicados a partir de la década de 1990. La no consideración de algunas publicaciones es producto de nuestro desconocimiento o errores en la búsqueda y no obedece a un criterio a priori para excluir algún trabajo. Hemos querido concentrarnos en la producción científica que se desarrolla a partir de 1990 y que analiza dimensiones del actual patrón migratorio.
Para la lectura de los documentos, se utilizó una pauta que incluyó datos bibliográficos, principales temas abordados, conceptos y categorías utilizadas. El análisis con mayor profundidad de los dos temas que concentran una mayor productividad se hizo a partir de la lectura y reflexión que la propia lectura sugería.
Los resultados son presentados en tres apartados. El primero se refiere al contexto en el que surge este campo de estudio, cuestión que permite comprender algunas de las preguntas que se formulan tempranamente. El segundo organiza la bibliografía a partir de temas abordados, lo que permitió identificar aquellas áreas que requieren mayor exploración, así como posibles ausencias en este campo. En el tercer capítulo analizamos los dos temas ya señalados para comprender la construcción de estas categorías.
El contexto de los “recientes” estudios migratorios
El Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CELADE-CEPAL) ha sido la institución que más temprano comenzó a trabajar el tema de la migración internacional durante el período analizado. La perspectiva regional y global que utiliza el organismo permitió visualizar desde un inicio el incremento de la migración hacia Chile, situando el caso como un país emergente en términos de atracción de migrantes, resaltando eso sí que Chile no es ni ha sido el destino principal de la migración regional (como lo han sido Argentina y Venezuela). La distinción de los patrones migratorios descritos por el CELADE (migración de ultramar, intrarregional y extrarregional) entregó un primer marco histórico para situar el movimiento migratorio hacia Chile (Villa y Martínez 2001).
El incremento de la migración descrito en términos demográficos comenzó a generar preguntas respecto de quiénes eran las personas que estaban llegando al país, cuáles eran sus motivaciones, cómo se insertaban en términos laborales, sociales y culturales, y cuál era la respuesta de la sociedad chilena. Las primeras investigaciones se realizaron por académicos que comenzaron a retornar al país después de haber realizado estudios de posgrado en el extranjero (España, Inglaterra, Estados Unidos y Francia, por mencionar algunos), lo que incide en las perspectivas, autores y preguntas que comienzan a plantearse.
El crecimiento de la migración peruana en Santiago determinó que este grupo se convirtiera en uno de los primeros focos de análisis y descripción (Araujo y Ossandón 2002; Stefoni 2003; Núñez y Stefoni 2004). Hay que recordar que, en las décadas anteriores, el número de migrantes en el país se había reducido dramáticamente producto de la dictadura de Augusto Pinochet. Si bien no se trataba de un fenómeno completamente nuevo (la migración de fronteras se había mantenido a través de los años), sí presentaba características hasta entonces desconocidas: concentración en Santiago,[ 2 ] origen latinoamericano, proceso de feminización e inserción laboral segmentada (Stefoni 2011b). En el imaginario social estaba presente la migración europea de inicios de siglo XX, sin embargo, fue evidente que la bienvenida que se produjo a esos colectivos distaba de lo que ocurría con la migración de origen latinoamericano a finales del mismo siglo.
El censo de 2002 y la incorporación de la pregunta por el lugar de nacimiento en la Encuesta CASEN (INE 2003; MDS 2016) permitieron visibilizar las condiciones de vida de los migrantes, temas de los que se hicieron cargo diversos investigadores. La diversificación en el origen de la migración ha planteado a su vez el análisis en torno a los procesos de racialización presentes en la sociedad chilena, principalmente en torno a la llegada de población colombiana, haitiana y dominicana.
El incremento de la migración ha ido de la mano de una diversificación disciplinaria y metodológica. Demografía, sociología, antropología, psicología, ciencia política y derecho aparecen entre los campos desde donde se analizan diversos aspectos de las migraciones. Esta diversificación disciplinaria supone también una diversificación metodológica: aproximaciones cuantitativas desde la sociodemografía (Martínez 2003), abordajes cualitativos que recurren a estudios etnográficos (Garcés 2014; Guizardi et al. 2015; Stefoni 2015) y un amplio abanico de técnicas: observación participante y entrevistas (Liberona 2012; Pavez 2013), grupos focales (Thayer et al. 2013), relatos de vida (Méndez et al. 2012), estudios de caso (Matus et al. 2012), análisis de medios de prensa escritos (Liberona 2015a). También se encuentran estudios que han recurrido a técnicas mixtas (Becerra y Altimir 2013; Acosta 2015). Incluso se han ensayado algunas técnicas novedosas, especialmente para el trabajo de investigación con niños, como el recorrido comentado, el mapa parlante (Tijoux 2013a) o entrevistas en forma de conversaciones breves (Tijoux 2013b). Y en el campo de las aproximaciones cuantitativas, por ejemplo, con la aplicación de encuestas vía Internet a emigrantes chilenos calificados (Depolo y Henríquez 2006) y la aplicación de instrumentos estandarizados para la medición de la discriminación (Cárdenas 2006; Lahoz y Forns 2016).
Si bien los estudios que derivan del incremento en la migración intrarregional no tienen en su mayoría demasiada vinculación con los trabajos sobre los flujos migratorios históricos, es a partir del análisis en torno al racismo presente en la sociedad chilena actual que se observa una relectura de la migración europea de finales del siglo XIX y comienzos del XX. En particular, se comienza a tender puentes analíticos con el proceso de colonización impulsado por el país a partir de 1850, sustentado en una lógica eugenista y modernizadora. La comparación entre el proceso que buscaba “mejorar la raza” se inscribe dentro de la misma matriz colonial que explica la racialización[ 3 ] de la que es objeto actualmente la población migrante afrocolombiana y afrocaribeña, así como aquella de origen indígena. Esa matriz parecería no haber cambiado a través de los siglos, así como tampoco la jerarquización y la posición de subordinación que ocupan determinados grupos sociales. Tijoux recuerda cómo el color de la piel y el origen indígena actúan una vez más como ejes estructurantes de la desigualdad y como alteridades en el discurso nacionalista para la construcción blanqueada del Estado nación (Tijoux 2011, 2016; Tijoux y Palominos 2015). Ahora bien, es fundamental profundizar y complejizar este análisis a partir de las nuevas herramientas analíticas que entregan los estudios sobre migraciones en el actual contexto de globalización. A esto nos referiremos en el último apartado.
El recorte temático: condensaciones y diversificaciones
El análisis de la producción sobre migración internacional en las dos últimas décadas permite advertir la concreción de ciertos nudos temáticos en torno a los cuales se observa una mayor densidad de trabajos. Recorrerlos brevemente permite sobre todo preguntarnos por los silencios y delinear una agenda futura tentativa.
Una de las primeras condensaciones temáticas se ha producido en torno a las mujeres migrantes y el género. Los tópicos abordados son semejantes a los que han despertado la atención de las investigaciones regionales. Uno central ha sido la condición laboral de las mujeres migrantes, en particular los mercados de trabajo feminizados en los que se insertan, las desigualdades que experimentan y la relación del trabajo con el espacio familiar. Así, encontramos análisis en torno a la segmentación de los mercados laborales (Mora 2009); trabajos de cuidado y cadenas globales de cuidado (Arriagada y Moreno 2011; Acosta 2013 y 2015) y trabajo sexual (Carrère y Carrère 2015; Pavez 2016a). Otro gran tópico ha sido el de las relaciones familiares, con estudios sobre las maternidades a distancia (Cienfuegos Illanes 2010; Stefoni 2013b) o en el contexto emigratorio (Stang 2014), entre otros. La función de las redes en la migración femenina también ha demandado atención (Tapia y Ramos 2013). Otros temas han sido la salud sexual y reproductiva de las migrantes (Núñez 2011), su experiencia en las cárceles (Navarrete 2007), los procesos de racialización y sexualización de las migrantes como herramientas de construcción de la nación (Staab y Hill Maher 2006; Tijoux 2011). Se han explorado los motivos de las mujeres para emigrar, más allá de las razones económicas (Correa 2014) y se ha problematizado la relación entre migración e identidad de género (Godoy 2007; Méndez et al. 2012; Guizardi 2016).
Entre las ausencias que es posible notar aparece la experiencia migratoria generizada de los hombres, las paternidades a distancia y las masculinidades subordinadas (Rosas 2015), la migración calificada y la indígena desde un enfoque de género, la sexualidad en contextos migratorios, la situación de las mujeres migrantes en los campamentos,[ 4 ] y la vinculación de la situación migratoria de las mujeres con las políticas migratorias vigentes, entre otras.
En este sentido, es fundamental profundizar la incorporación de la perspectiva interseccional (Anthias 2006; Magliano 2015), de modo que permita comprender de manera más densa la vinculación entre el género, la clase y los procesos de etnización y racialización –entre otras varias dimensiones–. Esta perspectiva, que propone pensar la relación entre estas múltiples dimensiones no de modo aditivo, sino como una permanente co-construcción contextualizada, permite complejizar la categoría de género a partir de los múltiples significados de extranjería, sexualidad, parentesco, “raza” y cultura que cobra. De todos modos, este déficit ha comenzado a saldarse con algunos trabajos, como se verá en el próximo apartado.
Por otra parte, es necesario señalar que al concentrar la mirada en los nichos laborales generizados en los que se insertan las mujeres migrantes –aquellos vinculados con los atributos naturalizados de la mujer–, en las desigualdades que las afectan por su supuesta condición de vulnerabilidad, en su rol familiar ligado con la maternidad y la doble carga de tareas (productivas y reproductivas) que deben asumir, se ha tendido a reificar el dispositivo genérico-sexual heteronormativo y patriarcal, lo que ha contribuido involuntariamente a la naturalización científica de estas supuestas “especialidades femeninas” (Gregorio Gil 2009).
Un segundo nudo temático es el que vincula discriminación y racismo con migración. Aquí se han abordado las experiencias de niños y adolescentes migrantes en torno al racismo, especialmente en el espacio escolar (Tijoux 2013a; Riedemann y Stefoni 2015), puntualizando una importante negación de las prácticas y representaciones racistas. También se ha abordado el racismo en el mundo del trabajo y la construcción racializada del migrante en el norte del país (Liberona 2015a), en algunos casos de manera articulada con la categoría de género (Pavez 2016a). Se ha explorado además el modo en el que las élites intelectuales del país han contribuido históricamente a profundizar el racismo de clase y el racismo de género presente en los procesos migratorios recientes (Pavez 2016b). Esta construcción actualizada del racismo como problema social habla sobre todo de su naturalización previa, a partir de una idea genérica –y en cierta medida inocua– de discriminación (Tijoux 2016).
En los esfuerzos por incorporar una mirada interseccional, observamos que el cuerpo de la mujer afrocolombiana o afrocaribeña ha sido probablemente uno de los pocos casos en los que la sexualización y la racialización permiten visibilizar la violencia que se ejerce cotidiana e impunemente contra ellas. Sin embargo, resulta necesario ampliar este marco analítico hacia otros ámbitos, como las políticas de control y los mercados laborales calificados; la vinculación entre el racismo hacia los migrantes afrocolombianos o afrocaribeños y los indígenas y el aporte que ello pudiera hacer a la discusión más amplia sobre racismo.
Un tercer tema que distinguimos es el de espacio y ciudad. Aquí encontramos trabajos que se han ocupado de las viviendas y los asentamientos informales, en línea con los fenómenos de tugurización y segregación en las ciudades contemporáneas así como la ocupación desigual del espacio y su relación con la vulnerabilidad urbana (Margarit y Bijit 2014). Otro gran eje temático se ha conformado en torno a las ideas de construcción y transformación de ciertos espacios en la ciudad a partir de usos y prácticas de los migrantes (Garcés 2011 y 2012; Valdebenito y Guizardi 2015), los mecanismos de control sobre esos espacios y las estrategias migrantes de resistencia, así como la idea de “centralidades migrantes” (Garcés 2014; Stefoni 2015), las formas de inserción y de sociabilidad en los espacios de la ciudad (Garcés 2007; Imilan 2014). En esta misma línea, se ha abordado también la conformación de espacios transnacionales, bajo la idea de enclave transnacional (Stefoni 2013a).
El cuarto nudo temático está conformado en torno a la relación entre migración, política y Estado, marcado en buena medida por la persistencia de un marco regulatorio nacional heredado de la dictadura de Pinochet y que aún no logra cambiarse. Se han publicado trabajos que describen y analizan la normativa y la política migratoria nacional (Martínez 2002; Jensen 2007; Doña 2010; Stefoni 2011a; Stang 2012), análisis que también se ha realizado en relación con las directrices surgidas de organismos internacionales (Díaz 2015). Además se han generado reflexiones sobre el rol del Estado frente a la diversidad que ha supuesto el proceso inmigratorio experimentado desde la década de 1990 (Usallán 2015; Thayer 2015). Recientemente ha surgido interés por el análisis de las políticas migratorias de los gobiernos locales en la Región Metropolitana (Matus et al. 2012; Thayer y Durán 2015). La figura de la expulsión desde una mirada jurídica (Salinero 2011) y el control de frontera (Pérez et al. 2015; Liberona 2015b) también se han tematizado. Los trabajos más tempranos, en tanto, estuvieron vinculados con el asociacionismo político migrante (Luque 2007; Jensen y Valdebenito 2010).
Llama la atención la ausencia de abordajes que se inserten en la línea temática que vincula las migraciones internacionales con la seguridad, un ámbito que ha crecido notablemente a escala internacional, sobre todo en el espacio del Atlántico Norte, especialmente después del atentado a las Torres Gemelas.[ 5 ] Una posible explicación al respecto es que este eje temático ha girado en torno a la legislación vigente y su necesidad de cambio, un hecho en el que coincide la mayor parte de los actores académicos y políticos. En este contexto, el enfoque de seguridad se ha asociado con esta ley elaborada en la dictadura, desde el marco ideológico de la Doctrina de la Seguridad Nacional, dejando poco espacio para abordar críticamente la discusión en torno a los temas actuales de seguridad y gobernanza migratoria.[ 6 ]
Finalmente durante el último quinquenio emergen los estudios de frontera, aportando un interesante enfoque crítico. Además de abordarse la presencia histórica de las migraciones en el norte de Chile (Tapia 2012), se describen algunos circuitos entre Perú, Chile, Bolivia y Argentina (Guizardi y Garcés 2013) y la experiencia particular de las mujeres fronterizas (Guizardi 2015; Tapia y Ramos 2013). Hay coincidencia en “desestabilizar” el concepto de frontera, o más bien en poner en entredicho su concepción de límite rígido, aludiendo a la idea de fronteras en movimiento e imaginarios geográficos (Liberona 2015a; Pérez et al. 2015; Tapia y Ovando 2013). Tapia y Parella (2015) recurren a la perspectiva comparada para discutir las nociones de migración, transnacionalidad y circulación en dos regiones fronterizas (Estados Unidos-México y norte de Chile), con la intención de pensar en elementos conceptuales y metodológicos aplicables a dichos contextos; Guizardi et al. (2015) acuñan la noción de “espacios hiperfronterizos” para referirse al efecto condensador de la realidad fronteriza que se desborda en determinados lugares de una ciudad fronteriza como Arica.
Si bien estos son los principales temas condensadores de discursos en el campo de estudios en el período analizado, hay otras líneas temáticas que han despertado interés, como por ejemplo, análisis de grupos etarios específicos, básicamente niños (Pavez 2012 y 2013; Stefoni et al. 2010; Tijoux 2013b) y jóvenes (Aravena y Alt 2012). Se han elaborado además algunos estudios sectoriales respecto a la relación entre migración y salud: salud mental (Becerra y Altimir 2013), salud sexual y reproductiva (Núñez 2011), o el sistema de salud en general, en un proceso de alterización del sujeto migrante (Liberona 2012); entre migración y educación (Tijoux 2013a; Riedemann y Stefoni 2015; Cornejo Torres y Rosales Ubeda 2015) y migración y trabajo (Thayer 2011, sobre la relación entre trabajo, género e identidad; Amode y Rojas 2015, sobre la precariedad laboral, además de numerosos estudios sobre trabajo doméstico: Staab y Hill Maher 2006; Stefoni 2009; Stefoni y Fernández 2011).
Un tema que ha sido menos trabajado, pero no por ello ausente, es el exilio de chilenos durante la dictadura (1973-1990). Los trabajos existentes abordan aspectos tales como sus etapas, procesos de aculturación, organizaciones y asociaciones de chilenos, la presencia de los exiliados en contextos nacionales específicos, el retorno, la repatriación, así como las reconfiguraciones identitarias en el exilio (Rebolledo 2001; Ramírez 2013; Larrea y Marques 2015).
Otros temas que no hemos visto desarrollados o son trabajos aún más incipientes son el refugio, trata y tráfico, segundas generaciones (y la discusión de la categoría desde la realidad chilena), así como la vinculación entre religión y movimientos migratorios.
El recorte analítico: un llamado a la complejización
En este último apartado se reflexionan dos ejes temáticos: los estudios que develan y analizan la discriminación y recientemente la racialización hacia la población migrante por parte de la sociedad chilena, y la perspectiva de género en los estudios migratorios, o más específicamente, sobre mujeres migrantes.
Respecto del primero de estos ámbitos temáticos planteamos que parte importante de los estudios migratorios han develado y analizado los prejuicios, la discriminación y los procesos de racialización de los que son objeto los migrantes. A modo de hipótesis, sostenemos que estos estudios, al situarse en una matriz poscolonial, han permitido una reflexión más profunda sobre el proceso identitario nacional y el proyecto hegemónico en la construcción del Estado nación, pero menos respecto de la situación migratoria en sí misma, sus potencialidades como categoría analítica y la posibilidad de que la migración redefina los contornos del propio Estado.
Tijoux señala acertadamente que en Chile, como en América Latina, la cultura “blanca” arraigada en el interés desarrollista de lo europeo se ha definido contra un “otro/a” no blanco que proyecta una alteridad que actúa sobre la base de un imaginario civilizatorio y racializado, determinando comportamientos prácticos y discursivos que van desde las propuestas de asimilación, como un modo de integrar y olvidar completamente los orígenes, hasta la inclusión que funciona en la exclusión (Tijoux y Córdova 2015). Por otra parte, Grimson y Guizardi (2015) plantean que es el colonialismo interno el que constituye el eje del paradigma étnico chileno. En este sentido, los estudios sobre migración han permitido develar los mecanismos a través de los cuales el Estado nación se reproduce –majaderamente– a sí mismo, de modo que la construcción racializada de la frontera que separa a unos de otros (alteridad) reifica los límites del Estado nación, permitiendo la continuidad del ideario puro, blanco, hegemónico y monolítico de una nación que se resiste a aceptar la diversidad que la constituye.
Si bien coincidimos en que el marco poscolonial permite comprender la posición adscrita al migrante, en cuanto sujeto etnitizado y racializado, surge el cuestionamiento sobre la reducción analítica de los migrantes a una condición de alteridad eterna. ¿Es posible complejizar esta lectura y buscar nuevos marcos analíticos que permitan comprender la migración no solo como una alteridad a través de la cual se reafirma la nación y el poder hegemónico, sino, como señala Mezzadra (2005), observar el poder transformador de los movimientos migratorios en la medida en que desestabilizan también las certezas del Estado moderno?
Insistimos en considerar que los estudios sobre migración en Chile han abordado un tema silenciado durante décadas en la literatura nacional. La racialización, como dimensión estructurante de la sociedad, permite visibilizar un aspecto que había estado ausente en los análisis de estratificación social, más acostumbrados a los estudios de clase que a los de “raza” para dar cuenta de las inequidades sociales. Su incorporación ha permitido problematizar a la clase como único eje de estratificación, pese a que ha habido cierta ausencia en el desarrollo de una perspectiva interseccional, con excepción de los trabajos de Tijoux, Guizardi y Garcés, Mora, entre algunos otros. Sin embargo, consideramos que los estudios migratorios tienen aún mucho por aportar para la generación de alternativas políticas. El sujeto migrante es más que alteridad, pero evidenciarlo requiere un giro en los marcos analíticos y poner atención, como señala Mezzadra, a su propia subjetividad.
Ello no quiere decir que no se encuentren operando mecanismos de racialización, discriminación y exclusión, pero resulta importante complejizar estas lecturas en el contexto de la migración sur-sur. En el debate poscolonial, la tensión se genera a partir de la desestabilización que produce la arremetida de la periferia en el centro, pero en el caso de la migración sur-sur, la migración etnizada y racializada permite la distinción y la configuración de un centro respecto de una alteridad creada con ese fin, introyectando la lógica colonial a partir de la cual se constituyen la nación y el Estado moderno.
Sin embargo, y siguiendo nuevamente a Mezzadra, la distinción geográfica centro-periferia, en los contextos actuales, deja de tener un potencial analítico demasiado claro, por cuanto hay “cada vez más centros en la periferia y más periferia en el centro”, lo que se traduce en una nueva distribución geográfica de la explotación en los espacios transnacionales (Mezzadra 2005). Así, en el caso de Chile, la migración sería es una suerte de periferia en la periferia que facilitaría la construcción del proyecto nacional, en la medida en que actúa como la alteridad negada respecto de aquello que se afirma.
El problema es, nos parece, si debemos pensar a la migración solo en términos de alteridad que permite la construcción discursiva del Estado nación o es posible pensar en el potencial subversivo de la migración y de los migrantes en la medida en que tensionan las certezas y redefinen con ello los contornos y los fundamentos del Estado moderno. Se trata de prácticas de control y resistencia que entran en juego en los actuales movimientos migratorios.
El segundo de los ámbitos temáticos sobre el que nos interesa detenernos exige un ejercicio reflexivo desde su propia nominación. En efecto, si observamos los artículos y capítulos de libros considerados para este análisis, hablar de la categoría de migración y género implica una violencia clasificatoria. En estricto rigor, son pocos los trabajos que, dentro de esta agrupación, aluden de manera explícita y reflexiva a la adopción de una perspectiva de género o a la categoría de género. De lo que podemos hablar más claramente, en términos generales, es de una línea de trabajo sobre mujeres migrantes, más allá de que en la mayoría aparecen inquietudes temáticas y algunas nociones que efectivamente pueden adscribirse a este enfoque.
Esta es, precisamente, la hipótesis (auto)crítica que queremos proponer respecto del modo en que hemos construido este subespacio del campo de estudios. Planteamos que, en general, hemos utilizado el género como una categoría autoexplicada,[ 7 ] como una noción construida a priori, incuestionada, y que ello ha contribuido a esencializarla más allá de nuestras intenciones críticas y a esencializar también las dimensiones de estudio asociadas: la familia, la pareja, la maternidad,[ 8 ] el trabajo reproductivo (y su correlato en el mercado de trabajo).
El resultado más evidente de asumir el género como una categoría dada es justamente el hecho de sobreentender que el objeto central en estas investigaciones es la mujer migrante. Efectivamente el varón aparece en la mayoría de nuestros trabajos como un sujeto sin voz propia, como el polo inaccesible de una díada casi maniquea, puesto que este mecanismo se traduce también en nuestras aproximaciones metodológicas, que casi siempre consideran solo a las mujeres como sujetos a ser entrevistados u observados (incluso en los trabajos relativos a la inserción de las migrantes en los trabajos domésticos y de cuidado, se ha entrevistado solo a sus empleadoras). Esto, sumado a una invisibilización absoluta de otras posibles subjetividades sexo-genéricas (LGTBI) como resultado obvio de los binarismos predominantes en este campo discursivo (hombre/mujer, heterosexual/homosexual, productivo/reproductivo, público/privado, autonomía/dependencia, entre otros).
Ciertamente es necesario reconocer la importancia de haber dado visibilidad a la experiencia generizada de las mujeres migrantes en Chile, siguiendo el impulso del desarrollo de esta línea de trabajo a nivel regional e internacional. Sin embargo, en la medida en que esta línea de trabajo ha ido creciendo y consolidándose en el país, es impostergable una reevaluación de nuestros marcos analíticos y nuestras herramientas metodológicas –y como correlato, nuestros intereses temáticos–. En este sentido, esta esencialización de la categoría de género contribuye a una lectura universalizante de la operación del sistema sexo-género hegemónico en los procesos migratorios estudiados, a veces incluso evolucionista, que nos lleva a cuestionar violencias de género étnicamente adscritas al origen (sin haberlas explorado empíicamente “en origen”), de las que se escaparía mediante el proceso migratorio hacia Chile, espacio que implícitamente queda librado de esas violencias. Por ende, debemos repensar las nociones del enfoque de género a las que recurrimos en sus especificidades de contexto, en sus sedimentaciones históricas locales, como aquellas que remiten a los alcances de la Guerra del Pacífico sobre las violencias de género en la frontera norte del país (Valdebenito y Guizardi 2015), el rol de la mujer en las sociedades extractivas del Norte Grande (Pavez 2016a) o las condensaciones presentes del régimen de la hacienda en las representaciones y expectativas respecto de las trabajadoras domésticas (Stefoni y Fernández 2011). Estas reflexiones y replanteos deberían alimentarse del nivel crítico desarrollado en el campo de los estudios de género en Chile, que parece no haber logrado permear demasiado el de los estudios migratorios. Y en sentido inverso, también deberíamos preguntarnos cómo pueden aportar los estudios migratorios al campo del género.
La propuesta de la interseccionalidad puede contribuir a la complejización y contextualización de la mirada de género en la medida en que permite pensar la categoría de género “como principio organizador del poder en su imbricación con otras categorías sociales” (Gregorio Gil y Gonzálvez Torralbo 2015) y visibilizar la forma en que construyen los espacios sociales y sus conflictos, que se intersecan permanentemente con otras dimensiones de los procesos de jerarquización social (étnica, de clase, “racial”, de nacionalidad, etaria, entre otras). En Chile se ha empezado a avanzar en la exploración de estas intersecciones (no siempre, o no necesariamente, adoptando este enfoque puntual), a veces con resultados analíticos con una profundidad destacable. Sin embargo, algunos trabajos no logran operacionalizarlo y materializarlo en el análisis, y terminan adscribiéndose enunciativamente. Las dificultades metodológicas son precisamente uno de los problemas que se señala respecto al enfoque interseccional (Magliano 2015).
Finalmente, el modo en que se ha conformado la línea de trabajo sobre migración, mujeres y género ha contribuido en general a la construcción de la categoría de migrante como un sujeto vulnerable, en cierto modo acorralado en sus posibilidades de respuesta a esas vulnerabilidades y desigualdades estructurales, que pasan por pequeños gestos de agenciamiento en la precariedad –por ejemplo, la seducción como estrategia de resistencia en el trabajo sexual (Salinas y Barrientos 2011), o una movilidad transfronteriza que es, “simultánea y paradójicamente, reproducción de desigualdad de género y apropiación femenina del espacio” (Valdebenito y Guizardi 2015). En consecuencia, reflexionar sobre nuestras herramientas conceptuales y metodológicas con una mirada prospectiva debería poner mayor atención a las luchas migrantes, sus deseos y expectativas, y en general sus subjetividades (Mezzadra 2012). Recuperar, por ejemplo, la dimensión del deseo y el placer en relación a su cuerpo y su sexualidad en migración, los tiempos y lugares de disfrute, entre otros muchos temas que estas propuestas analíticas pueden hacer emerger, sin caer sin embargo en celebraciones ingenuas sobre las posibilidades de resistencia.
A modo de cierre
Al concluir este estado del arte, pensamos en la importancia de continuar profundizando en el campo de las migraciones a nivel local y regional aportando desde realidades específicas a la discusión teórica de estos movimientos.
El caso de Chile resulta relativamente nuevo en el mapa mundial de las migraciones, pero una rápida revisión a la producción de conocimiento que se ha generado desde este lugar demuestra la fuerte vinculación de este caso con los movimientos globales. De ahí la importancia de vincular el análisis local con las grandes transformaciones sociales a las que asistimos. Es posible y necesario situarse en el campo de las migraciones para intentar comprender hacia dónde va el mundo de hoy. Visibilizar los contextos históricos y geográficos permite aportar a la comprensión de las grandes transformaciones sociales, poniendo en juego perspectivas transnacionales y globales.
En el caso de Chile, se observan ejercicios descriptivos del fenómeno y un incipiente esfuerzo por discutir desde este lugar aquellas transformaciones sociales y culturales en las que estamos inmersos. Esperamos haber contribuido a la identificación de nuevas preguntas y nuevos desafíos, pues se trata de uno de los campo de mayor dinamismo en la actualidad.
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