Dossier

Los estudios de la migración en Ecuador: del desarrollo nacional a las movilidades

Studies of Migration in Ecuador: From National Development to Mobilities

Os estudos da migração no Equador: do desenvolvimento nacional às mobilidades

María Mercedes Eguiguren 1
Universidad Central del Ecuador, Ecuador

Los estudios de la migración en Ecuador: del desarrollo nacional a las movilidades

Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 58, 2017

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Recepción: 04 Octubre 2016

Aprobación: 09 Marzo 2017

Resumen: El artículo presenta una revisión de los estudios sobre la migración en Ecuador durante el período 1960-2016. Aborda los principales debates que han marcado estos estudios, los contextos de producción académica y la forma en que las migraciones y sus condiciones sociales y económicas han influido en la constitución y orientaciones del campo. Tres etapas atraviesan la producción académica: una primera donde las migraciones internas se abordan a partir de un análisis sobre fenómenos espaciales; una segunda que se ocupa de los vínculos entre transformaciones agrarias y migración; y una tercera que presenta una transición desde un resurgimiento de la migración en la literatura hasta recientes estudios que abordan la diversificación de las movilidades en el país.

Palabras clave: migración, movilidad, Ecuador, desarrollo, campo de estudios.

Abstract: The article presents a review of the studies on migration in Ecuador during the period 1960-2016. It addresses the main debates that have marked these studies, the contexts of academic production, and the way in which migrations and their social and economic conditions have influenced the constitution and orientations of the field. Three stages go through the academic production: a first one where the internal migrations are approached from a spatial phenomena analysis; a second that deals with the links between agricultural transformations and migration; and a third that shows a transition from a resurgence of migration in the literature to recent studies on the diversification of mobilities in the country.

Keywords: migration, mobility, Ecuador, development, field of studies.

Resumo: O artigo apresenta uma revisão de estudos sobre a migração no Equador durante o período 1960-2016. Aborda os principais debates que tem marcado estes estudos, os contextos de produção acadêmica e a forma em que as migrações e as suas condições sociais e econômicas tem influenciado na formação e orientação do campo. Três etapas atravessam a produção acadêmica: uma primeira em que as migrações internas são abordadas a partir de uma análise sobre fenômenos espaciais; uma segunda que se ocupa dos vínculos entre transformações agrícolas e migração; e uma terceira que apresenta uma transição desde um ressurgimento da migração na literatura até estudos recentes sobre a diversificação das mobilidades no país.

Palavras-chave: migração, mobilidade, Equador, desenvolvimento, campo de estudos.

El presente artículo busca reflexionar sobre la constitución del campo de estudios de la migración en Ecuador. Su objetivo no es presentar un balance exhaustivo de esta producción académica, sino explicar el surgimiento de un campo de investigación y reflexión que se transforma en condiciones y contextos específicos. Interesa mostrar cómo el conocimiento sobre las migraciones producido en Ecuador, así como las preguntas, supuestos e intereses de esta producción están vinculados con los regímenes políticos y económicos que a lo largo del tiempo han moldeado los procesos migratorios, así como con los debates de las ciencias sociales en el contexto local, regional y global.[ 1 ]

Este trabajo continúa una reflexión anterior sobre la constitución del campo de estudios de la migración en Latinoamérica, donde se observó que este campo ha tenido una estrecha y larga relación con los debates en torno al desarrollo (Herrera y Eguiguren 2014). Se avanza también en la dirección sugerida por otros trabajos acerca de la necesidad de una reflexión más profunda sobre el vínculo entre regímenes políticos y económicos, y los temas y problemas que se han considerado más relevantes en el estudio de las migraciones a lo largo del tiempo (Carrillo y Cortés 2008, Herrera 2012a y 2014; Feldman-Bianco et al. 2011), y que reclaman una mirada histórica sobre los estudios de la migración en Ecuador (Álvarez 2012).

A lo largo del artículo se propone una lectura de la conformación de este campo a través de las transformaciones en la construcción del objeto de estudio. Principalmente se encuentra que, de los procesos migratorios subordinados a cambios estructurales en el espacio y la economía nacional, en vinculación con debates sobre el desarrollo nacional, se moldea una visión de las migraciones como fenómeno social y por último una especialización del campo de estudios, que se articula a tendencias más amplias en la literatura como el enfoque transnacional y, recientemente, el llamado “giro hacia las movilidades”.[ 2 ]

Sobre la formación de un campo de estudios

En la literatura reciente sobre las migraciones en Ecuador y Latinoamérica, varios trabajos se han interrogado por la conformación del campo de estudios (Carrillo y Cortés 2008; Feldman-Bianco et al. 2011; Herrera 2012a; Herrera y Eguiguren 2014). Las autoras citadas en general comprenden a un campo de estudios como una dinámica de producción de conocimientos en la cual se define al objeto de estudio en medida en que se constituyen preguntas sobre éste, se “visibilizan” ciertos “sujetos” (Carrillo y Cortés 2008, 426) y se privilegian ciertos aspectos a la par que se excluyen otros (Carrillo y Cortés 2008; Herrera 2012a). Además, se plantea en estos trabajos que la formación de un campo en la academia es influenciado por relaciones de poder y que, por tanto, es importante develar las relaciones entre actores sociales, Estados, academia y los propios procesos migratorios, para así desnaturalizar y, al mismo tiempo, contextualizar histórica y políticamente la categoría “migración” o “migrante”.

En el presente trabajo, se siguen tales perspectivas para trazar los orígenes de este campo y se intenta responder a qué problemáticas más generales se hallaba asociada la migración en las ciencias sociales de mediados del siglo pasado. Así, se considera tanto la producción académica que empieza a problematizar las migraciones durante ese período, como el contexto sociopolítico global y nacional que, en parte, marca los intereses, las aproximaciones disciplinarias y los paradigmas prevalecientes en el campo académico.

Se sigue también a Wimmer y Glick Schiller (2003) para plantear que una mirada retrospectiva de la producción del conocimiento sobre la migración desde mediados del siglo XX debe identificar uno de los paradigmas dominantes en las ciencias sociales en la época: aquel que consistió en la naturalización de los límites del Estado nacional como fronteras objetivas de los procesos sociales. Esta tendencia, denominada “nacionalismo metodológico”, ha tenido efectos en el campo de estudios de la migración: en torno a la década de 1950, las migraciones se convirtieron en un objeto relevante pues, al asumirse el concepto de sociedad como equivalente a la sociedad nacional, los migrantes empezaron a verse como una anomalía en el orden mundial de los Estados nacionales (Wimmer y Glick Schiller 2003, 583). Si dado este paradigma nacionalista, se ha tendido a ver la migración como un elemento extraño o potencialmente desorganizador de la sociedad tanto en la academia como en las políticas públicas desde hace más de medio siglo (Wimmer y Glick Schiller 2003), se sostiene que es pertinente entender a las “preocupaciones académicas” (Mera 2008, 1) de una época determinada como enmarcadas en los proyectos nacionales de los Estados, particularmente en el caso de la migración.

Metodología

En cuanto al período seleccionado (1960-2016), el objetivo es hacer una lectura articulada de los estudios de la migración interna e internacional que generalmente se han trabajado por separado en la literatura, tanto a nivel global (Glick Schiller y Salazar 2013) como específicamente en Latinoamérica (Durand 1986) y Ecuador (Eguiguren 2015). Se plantea asimismo incorporar investigaciones que han dialogado poco con el estudio de las migraciones, pero centradas en diversas formas de movimientos espaciales que han atravesado el país. Con ello, se espera dar cuenta de las tendencias predominantes, pero explorar también enfoques diferentes que han convivido con estas.

La periodización propuesta contempla tres etapas: los períodos 1960-1980, 1970-1980 y 1990-2016.[ 3 ] Su inicio corresponde a la identificación de literatura sobre movimientos de población internos (y en algunos casos transfronterizos) desde la década de 1960. Esta clasificación se debe a diferencias en la propia literatura, que se explicarán en los siguientes apartados al abordar los temas, disciplinas, categorías analíticas y metodología que en cada etapa se ha empleado.

La revisión documental abarcó publicaciones y trabajos inéditos, incluyendo libros, capítulos de libros, artículos de revistas académicas, informes de investigación y tesis que aborden la migración en y desde Ecuador en sus diversas formas. La búsqueda se realizó tanto en bibliotecas y archivos físicos en Ecuador, como en bibliotecas y bases de datos en línea. Se ha incluido material elaborado en Ecuador y en otros países (Estados Unidos, Reino Unido, España y Francia). Al respecto, se considera que si bien el estudio es una buena oportunidad para dar cuenta de la consolidación de la academia ecuatoriana en este campo, interesa también entender el interés por el objeto de estudio como tal y las posibles diferencias o convergencias entre una mirada de las migraciones desde otros contextos frente a aquella que se ha producido en el país.

Demografía, espacio y desarrollo: movimiento poblacional y migraciones en la literatura científica (1960-1980)

Un primer conjunto de estudios aparecen entre las décadas de 1960 y 1980. Estos abordan los movimientos poblacionales a través del espacio y su relación con el desarrollo del país y provienen principalmente de la geografía y la demografía. En conjunto, se puede destacar algunas características relevantes de esta literatura.

Primero, se comparte un abordaje de los movimientos poblacionales como parte de dinámicas mayores de cambio en los espacios urbanos y rurales. Segundo, estas investigaciones analizan diferentes tipos de movimiento poblacional, como la colonización de tierras, las migraciones temporales o permanentes, o los movimientos entre espacios de distinto desarrollo, como las migraciones del campo a la ciudad, de la ciudad al campo o entre ciudades. Tercero, se destaca su singularidad en cuanto al origen disciplinario y la construcción de las migraciones como objeto de estudio, en comparación con la literatura sobre migración producida en la etapa posterior, circunscrita a la emigración laboral de los sectores rurales.

Se ha identificado dos vertientes de estos trabajos. Una primera centrada en la colonización de tierras, donde se halla una diversidad de movimientos temporales o permanentes que no necesariamente siguen la dirección campo-ciudad, tales como las migraciones desde las ciudades hacia los espacios de colonización (ver Burt et al. 1960, Bride 1971; Lowder 1981; Rudel 1983). Un segundo conjunto de trabajos, donde se destaca el aporte de la geografía desde un enfoque sistémico, se centra en analizar los movimientos de población como parte de la organización espacial del país (ver Dalmasso y Fillón 1972; Middleton 1981; Larrea 1986; Deler 2007 [1987]; Portais y Rodríguez 1987; León 1988).

En cuanto al contexto de producción académica, los estudios citados evidencian las preocupaciones de la época sobre desarrollo y su vínculo con la población. Se observa que son producidos principalmente en países del norte o por académicos extranjeros, lo cual refleja el interés de esta época por entender al “tercer mundo”. Este afán se encuentra influenciado por el nacionalismo metodológico, en un contexto geopolítico donde al mismo tiempo se difunde y adopta rápidamente el paradigma del desarrollo a escala global. Así, las transformaciones espaciales, las iniciativas de modernización, la descripción minuciosa de los espacios y de sus atributos geográficos, económicos, demográficos y culturales correspondían a la necesidad establecida en esta época de conocer al mundo no desarrollado, para definir y explicar sus problemas y las soluciones adecuadas para remediarlos (Escobar 2012).

Los estudios examinados a continuación muestran cómo se aborda la cuestión del movimiento de personas a través del espacio en ese contexto donde prima una mirada del “mundo desarrollado” al “no desarrollado”. Si bien esta mirada no se constituyó como predominante –en contraste con estudios posteriores que definieron las migraciones principalmente como “éxodo rural”–, lo interesante de los estudios de esta etapa es precisamente que evidencian un interés académico por comprender movimientos poblacionales heterogéneos. En el momento actual, caracterizado por un renovado interés por entender en conjunto diferentes formas de movilidad poblacional, es pertinente esta mirada retrospectiva hacia los modos en que estas “movilidades” se convirtieron en objeto de conocimiento.

Antecedentes olvidados del estudio de las movilidades: trabajos sobre colonización

Desde inicios de la década de 1960, se encuentran debates orientados a la reforma agraria y a la colonización, temas que coparon las discusiones sobre desarrollo en la época, vinculados con la noción de modernización agraria.

En este contexto, se encontró en los estudios sobre colonización varios elementos sobre la movilidad poblacional en el país. Así, se muestra que grupos con mayor poder económico tuvieron un papel importante en determinados procesos de colonización (Vivar 1967; Lowder 1981; Rudel 1983). En ciertos casos, los colonos fueron terratenientes que buscaron expandir su propiedad, en otros, eran miembros de una clase urbana emergente. Se ha mostrado que la colonización de tierras, ya sea la “espontánea” o la gestionada por el Estado, favoreció más a medianos propietarios y especuladores que a campesinos sin acceso a tierra (Rudel 1983). Estos hallazgos señalan la influencia de las relaciones de poder locales o regionales en los movimientos de población y además dan cuenta de migraciones internas que no solo iban en la dirección campo-ciudad, como asumiría buena parte de la literatura de la época.

En estos trabajos también se ve cómo los espacios de colonización son destino de diversas formas de movilidad. Se proporciona cierta evidencia sobre una temprana configuración de circuitos migratorios regionales, por ejemplo, entre el suroccidente de Colombia y el noroeste de Ecuador (Esmeraldas y Santo Domingo de los Colorados),[ 4] desde principios del siglo XX (ver Burt et al. 1960). En esta última localidad, que ya concentraba diferentes tipos de circulación, creció la migración laboral hacia la década de 1950 debido al asentamiento de pioneros –ecuatorianos, colombianos, algunos estadounidenses– y la consiguiente demanda de trabajo en las fincas, la implementación de un Plan Piloto de Colonización en esa zona, la vinculación de Santo Domingo en circuitos de producción agroindustrial y la inversión estatal en infraestructura de transporte (Burt et al. 1960). Pese a que este tipo de estudios muestran relaciones complejas entre las políticas territoriales, la configuración espacial y la confluencia de procesos de movilidad en un espacio específico, no dialogaron significativamente con aquellos enfocados en la migración del campo a la ciudad.

Movimientos poblacionales y transformaciones espaciales

Una segunda vertiente de los trabajos que analizan las relaciones entre espacio y diversas formas de movimiento de población explica los flujos poblacionales y su distribución espacial como funciones estructurales de la organización económica y social del país (Ver Bride 1971; Dalmasso y Fillón 1972; Middleton 1981; Moreno de Padilla 1983; Larrea 1986; Villavicencio 1986; Deler 2007 [1987]; Portais y Rodríguez 1987; León 1988; Lawson 1988).

Estos estudios se realizan en el contexto del interés por la urbanización que experimentó América Latina durante las décadas de 1950 a 1980 y están guiados por una perspectiva que ve a las localidades urbanas y rurales como sistemas articulados por dinámicas específicas. Tratan de entender la integración funcional entre espacios diferenciados, pero también los equilibrios y desequilibrios del sistema espacial de un país. En este sentido, las migraciones se entienden como una forma de redistribución de mano de obra. La migración fue explicada por los mayores incentivos, tales como ingresos o productividad de la tierra, que impulsaron a los individuos a buscar otros destinos. Esto está ligado con el campo de estudios del desarrollo, entendido entonces como desarrollo económico. Esta postura deriva de perspectivas funcionalistas, donde la migración se ve como un mecanismo de ajuste del sistema.

La migración como éxodo rural y alternativas desde el análisis microsocial: la construcción local del campo de estudios (1970-1980)

Para la década de 1970, las ciencias sociales ecuatorianas emprendieron un proceso de consolidación debido al fortalecimiento del Estado y su demanda de investigación especializada para la elaboración de políticas públicas, y a la creación de centros de investigación públicos y privados, lo cual derivó en la “profesionalización de la investigación en ciencias sociales” (Pachano 1988, 25).

A decir de este autor, precisamente uno de los temas privilegiados sería la migración rural hacia los espacios urbanos (Pachano 1988). Esto explica la aparición de numerosas investigaciones de académicos provenientes de centros de investigación y universidades locales, que abordaban específicamente esta forma de migración. Entre estas investigaciones, es predominante la adopción del marco analítico histórico-estructural para explicar el traslado de quienes eran vistos en términos de clase –“el campesinado”– hacia las ciudades y su consiguiente proceso de proletarización. Ello, enmarcado en la reflexión sobre la inserción del país en el desarrollo capitalista mundial. En este sentido, es importante recordar que estas problemáticas fueron preeminentes en las ciencias sociales latinoamericanas durante las décadas de 1970 y 1980, y que los estudios de la migración producidos en la región en esta época manifiestan también esta comprensión de la migración basada en el estructuralismo histórico (Rivera 2012).

Ligado con lo anterior, otro factor influyente en la forma en que fue moldeada la migración como objeto de estudio en esta etapa fue el contexto político en el que la “cuestión agraria” resultó fundamental para las luchas sociales. Aunque aquélla se convirtió en la perspectiva dominante en ese momento, entrada la década de 1980 se observó una nueva arista que emergió en estos debates: se empezó a poner atención a varias dimensiones de las relaciones sociales, tales como el género, la etnicidad y los cambios generacionales para comprender los procesos migratorios.

En cuanto al objeto de estudio de estos trabajos, en el período analizado prevaleció un enfoque exclusivo en las migraciones internas.[5] Sin embargo, a finales de la década de 1980, se encontraron puntuales menciones sobre destinos internacionales de la migración: Colombia y Venezuela (Bilsborrow y Fuller 1988), Estados Unidos y Canadá (Pachano 1988).

Migraciones, transformación agraria y éxodo rural

Desde la década de 1970, numerosos estudios de sociología y economía intentaron explicar las transformaciones en la estructura agraria del país y se centraron en la migración del campo a la ciudad, sin descartar la migración rural-rural (del minifundio hacia las plantaciones industriales) (Preston y Taveras 1976; Balarezo 1980; Murmis 1986; Martínez 1984 y 1988; Chiriboga y Jara 1984; Chiriboga 1988).

A diferencia de la etapa anterior, donde la migración rural se veía como un mecanismo de ajuste del sistema, estos estudios buscaron entenderla en términos de estructuras socioeconómicas. Principalmente se intentó identificar los impactos de la migración en el sector rural emisor (ver Preston 1980; Tobar 1982). Esta perspectiva, que entiende a la migración en términos de impactos sobre el lugar de origen, frecuentemente ha derivado en el argumento de que la migración causaría el abandono del campo y el decrecimiento de la actividad agrícola (Ver Tobar 1982; Chiriboga y Jara 1984).

En general, se observa que en esta etapa las migraciones se asociaron con categorías como “campesinado” y “mano de obra”, cuya movilidad se explicaría partir de factores de expulsión y atracción, a su vez vinculados con los modelos de desarrollo y sus transformaciones como la modernización agrícola o la urbanización. Las causas de la migración se situaron en un nivel macrosocial, mientras que cuestiones como las experiencias migratorias o la organización social de la migración quedaron relegadas.

Esto contrasta con líneas de estudio menos influyentes en la época que, sin embargo, constituyen antecedentes importantes para el desarrollo de ejes de investigación que son centrales en los estudios contemporáneos: la identidad, experiencia y agencia de los migrantes, el nivel microsocial y la heterogeneidad social de los procesos migratorios.

Heterogeneidad, género y etnicidad: lo social emerge en el campo de estudios

Desde mediados de la década de 1980, se observa un desplazamiento de la investigación hacia los migrantes como objeto de estudio. Esto dio paso a estudios de corte cualitativo que caracterizaron a las migraciones desde aspectos tales como mayor heterogeneidad social, organización social inmediata –familias y redes–, agencia social. Así por ejemplo, se empezó a explorar más a fondo la cuestión de las motivaciones para migrar, lo cual condujo a cuestionar la supremacía de los factores económicos en las explicaciones vigentes.

La mayoría de trabajos anteriores asumieron esta explicación sin indagar directamente entre los migrantes, mientras que estos últimos empezaron a preguntar directamente sobre las causas y motivos que impulsaron la migración. Se observa así una transición en los intereses de estudio, desde la búsqueda de las grandes causas hacia las motivaciones de la migración.

Los trabajos de Preston (1980) y otros autores (Preston y Taveras 1976; Preston et al. 1978) contribuyeron en esa línea. Primero, complejizaron la composición social de los migrantes y así dieron pistas de una heterogeneidad social en las migraciones internas –tomaron en cuenta diferencias entre indígenas y mestizos, diferencias intergeneracionales en las trayectorias laborales–. Por otra parte, rechazaron la explicación económica como causa principal de la migración y, en consecuencia, sugirieron su multicausalidad así como su presencia en diferentes clases sociales; e indagaron en los imaginarios sobre la migración desde los que se quedaron en el lugar de origen.

Por otra parte, estos trabajos pusieron énfasis en las diferencias intergeneracionales, particularmente entre jóvenes y sus padres. La visión que presentaron sobre las dinámicas familiares y la migración, donde se recogieron tensiones y convergencias entre miembros de la familia, difirió de otras visiones más estáticas de la familia vigentes en la época, inspiradas en la nueva economía de las migraciones laborales.

Otro trabajo que representa una ruptura con las investigaciones predominantes fue el de Lentz (1988) quien, a través de una etnografía, mostró los significados de la migración temporal en una comunidad indígena, los cambios y conflictos al interior de la comunidad en relación con la migración y los efectos de la migración en la vida cotidiana de los migrantes y de quienes se quedaron, particularmente las mujeres (Lentz 1988). La autora discute así visiones idealizadas de la comunidad que entienden la migración indígena o campesina como una vía de destrucción de una organización social armoniosa.

Esto se relaciona con una categoría de análisis que, en años posteriores, será fundamental para explicar la migración internacional ecuatoriana: las redes. En el caso de la literatura sobre migraciones internas, los estudios de Preston et al. (1978) y Lentz (1988) resaltaron la importancia de los “contactos”, sobre todo de aquellos que eran producto de relaciones familiares.[ 6 ]

Estos trabajos que más adelante serían influyentes en los debates sobre migración, aquellos que forman parte de la compilación de Pachano (1988), junto con otros que aparecen posteriormente como los de Carpio (1992) y Borrero y Vega (1995), mostraron mayores esfuerzos por construir a la migración como objeto de estudio en sí mismo a partir de la búsqueda de criterios y conceptos específicos para definir a los migrantes y, sobre todo, a la migración como un fenómeno social.

En cuanto a la metodología de estos trabajos, es pertinente notar que empezaron a emplearse en mayor medida métodos de análisis cualitativo tales como la etnografía, basados en herramientas como entrevistas, historias de vida y observación (ver Preston et al. 1978; Lentz 1988; Carpio 1992). Se ve en este sentido que, al desplazarse la mirada académica a espacios micro o meso-sociales y a nuevas problemáticas, los métodos empleados necesariamente se diversificaron para permitir a los investigadores dar cuenta de las nuevas dimensiones de interés académico.

Como se verá a continuación, estos giros analíticos tendieron puentes con un nuevo momento surgido a partir de la década de 1990, cuando, al tiempo que decayó el interés por la migración interna, empezó la visibilización de la migración internacional.

La migración internacional y la reconstitución del campo de estudios

Hacia fines de la década de 1990, la migración internacional ecuatoriana comenzó a crecer significativamente a nivel nacional. Este proceso, que supuso un conjunto de transformaciones cualitativas y cuantitativas en los patrones de migración hasta entonces existentes, fue vinculado con la crisis económica que atravesó el país (ver Gratton 2005; Jokisch y Kyle 2005; Acosta et al. 2005), así como con transformaciones sociales más amplias –y menos visibles en el contexto de la crisis–, por ejemplo, en los órdenes de género y etnicidad prevalecientes, o en la subjetividad de sectores sociales como las clases medias urbanas y la manera en que asumían los proyectos políticos nacionales (Herrera y Martínez 2002; Vallejo 2004; Herrera et al. 2005; Ramírez y Goycoechea 2002).

En este contexto, un creciente grupo de investigaciones intentó explicar primero las causas, consecuencias y características del proceso (Herrera et al. 2005; FLACSO 2008). En lo posterior, se buscará comprender los cambios y continuidades que supone esta nueva etapa de la migración ecuatoriana en términos de las relaciones sociales que construyeron los migrantes, así como aquellos que, sin desplazarse espacialmente, se involucraron en las múltiples dimensiones de la experiencia migratoria.

El punto de convergencia de estos trabajos fue su adscripción al transnacionalismo, enfoque que, para entonces, había provocado un cambio paradigmático en los estudios de la migración a nivel global (ver Glick Schiller et al. 1992).

Así, el centro de los intereses académicos se desplazó a las formas de vinculación transnacional entre los migrantes en los lugares de destino y sus redes sociales, con investigaciones sobre el uso de tecnologías de información, envío de remesas y vínculos identitarios (Ramírez y Ramírez 2005; Pedone 2005; Mejía 2005; Ramírez 2006; Acosta et al. 2005).

Una característica común de estos trabajos es que trajeron al debate el marco conceptual de las redes sociales. Las articulaciones entre la economía global y la formación de redes ancladas en la configuración social local fueron un eje analítico de algunos de los trabajos más influyentes sobre la migración internacional ecuatoriana (Kyle 2000; Pribilsky 2007). De esta manera, con una perspectiva que puso mayor atención en la agencia social y en un nivel analítico meso-social, los estudios que adoptaron un enfoque transnacional plantearon que la formación de redes, principalmente de parentesco, era lo que explicaba la continuidad de los procesos migratorios (Ramírez y Ramírez 2005; Pribilsky 2007; Pedone 2005).

Considero que la incorporación del enfoque transnacional en los estudios de la migración en Ecuador se puede atribuir tanto a los cambios cuantitativos y cualitativos en la migración internacional, que hacen de ésta un proceso social más visible que en años anteriores (Herrera et al. 2005), como a las propias transformaciones en el campo de estudios de la migración y, de manera más amplia, en las ciencias sociales. Entre estas transformaciones, interesa particularmente señalar la incorporación de los conceptos de estrategias de supervivencia y, más adelante, de redes sociales provenientes de la economía y de la sociología económica. Como se ha planteado, esto implica un cambio importante en las perspectivas de análisis hasta el momento dominantes, pues se dejó de lado una definición reducida de la migración, entendida como un único desplazamiento individual de una circunscripción territorial a otra; para más bien investigar las conexiones que se producían entre personas y los lugares por donde transitaban, como parte constitutiva de los procesos migratorios. En el caso de los estudios de la migración en Ecuador, este desplazamiento teórico se produjo desde finales de la década de 1980, cuando se empezó a estudiar la migración en tanto fenómeno social (ver apartado anterior).

Pero además, esta incorporación de los debates sobre el transnacionalismo supuso una forma de articularse con discusiones globales a partir de un enfoque que, en cierta medida, fue producido a partir del estudio de las migraciones latinoamericanas (Herrera y Eguiguren 2014). En este punto, es importante resaltar la presencia un mayor intercambio entre académicos locales y extranjeros, fundamentado en un mayor soporte institucional para la investigación.

Respecto a las bases institucionales de la investigación, estas surgieron de diversas fuentes: por un lado, del interés en la migración como un tema que se posicionaba en las agendas políticas en el cambio de siglo, lo cual generó una “demanda” de producción académica. Dicha demanda ha sido impulsada, entre otros sectores, por diversos estados, organismos internacionales y organismos de cooperación internacional.

En el caso de los estudios sobre migración ecuatoriana, desde finales de la década de 1990 ciertas instituciones se dedicaron a impulsar estudios y publicaciones, así como eventos de debate público. Destacan en este sentido las instituciones de cooperación u organismos internacionales de origen europeo, tales como el Instituto Latinoamericano de Investigación Social (ILDIS)[ 7 ] y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) que, durante la década de 2000, identificaron a la migración como un eje central de trabajo. Así se mostró, por ejemplo, con el apoyo a publicaciones que fueron muy relevantes en la producción de conocimiento sobre la migración internacional ecuatoriana, como la serie Cartillas sobre Migración[ 8 ] o la compilación La migración ecuatoriana: transnacionalismo, redes e identidades (Herrera et al. 2005),[ 9 ] que se ha convertido en un texto clásico en el análisis de la migración ecuatoriana del siglo XXI.

Por otro lado, se tiene la creación de programas de posgrado con líneas de investigación en migraciones en las dos universidades especializadas en ciencias sociales en Ecuador –Universidad Andina Simón Bolívar (UASB) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador)–. Estas universidades incidieron también en la formación de redes internacionales, observatorios, eventos académicos y de debate público, y han mantenido vínculos de colaboración con organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la migración. Álvarez (2012) señala que es clara la relación entre estos programas de posgrado y el incremento de publicaciones y trabajos inéditos de investigación en el campo de estudios de la migración.

En esta etapa de la producción académica, se multiplicaron las líneas de análisis y problemáticas estudiadas. Algunos trabajos recientes se han dedicado a revisiones detalladas de esta literatura (ver Carrillo y Cortés 2008; FLACSO 2008; Álvarez 2012), pero aquí más bien interesa destacar algunas líneas de investigación que representarían un reciente giro hacia las movilidades, discusión que se presenta en el siguiente apartado.

La transición a las movilidades

Han transcurrido aproximadamente 20 años desde que resurgió un interés por la migración en la academia ecuatoriana, con una mirada centrada en las migraciones internacionales. A continuación, se discute cómo hacia la segunda mitad de ese período la diversificación de temas y objetos de investigación en el campo, y su abordaje de diferentes formas de migración, sugiere una construcción del objeto de estudio que rebasa la categoría de migración y anunciaría entonces una transición hacia las movilidades.[ 10 ]

La categoría “movilidad” según Faist (2013) no es reciente, pues ya se empleaba en debates clásicos en las ciencias sociales a través de la noción de movilidad social. No obstante, sí sería nueva la adopción de un “paradigma de la movilidad” (Faist 2013, 1638). Tanto Faist (2013) como Glick Schiller y Salazar (2013) coinciden en que este nuevo interés por la movilidad deriva de los debates sobre la globalización y el consiguiente cuestionamiento de las fronteras nacionales como contenedoras de la vida social. Específicamente en los estudios de la migración, la presencia de esta categoría corresponde a las críticas que se han elaborado sobre dicho concepto que, en su acepción tradicional, sería insuficiente para captar los múltiples desplazamientos de las personas a través del espacio, así como las relaciones de estos con la movilidad social, desplazamientos simbólicos y movimientos de capital, objetos e ideas que los acompañan (Faist 2013; Rivera 2012).

El concepto de movilidad, entonces, contrasta con el de migración en la medida en que supone ampliar la perspectiva analítica para incluir movimientos variados en cuanto a su temporalidad, escala espacial, frecuencia, así como poner atención a aquello que se mueve junto con las personas (Faist 2013; Rivera 2012).

En el caso que se analiza en este artículo, interesa mostrar que la diversificación de los enfoques, objetos y temas de estudio implica una ampliación del campo de estudios, ahora abocado al estudio de formas de movilidad en diversas temporalidades, escalas espaciales y trayectorias sociales y culturales. Así, se observa en primer lugar que algunas investigaciones presentan un interés por la dimensión histórica como un eje central en la comprensión de procesos migratorios en Ecuador.

Esto tiene antecedentes en estudios durante la década de 2000 como los de Kyle (2000), Miles (2004) y Pribilsy (2007), que fueron pioneros en la introducción de una perspectiva transnacional y, a su vez, en incorporar un componente histórico en la investigación. Ello permitió a los autores conectar migraciones internas e internacionales, lo cual indicó un giro en la concepción de los movimientos migratorios pues, como se ha visto, tradicionalmente migración interna e internacional eran entendidas como objetos de estudio distintos (Durand 1986; Glick Schiller y Salazar 2013; Eguiguren 2015). Recientes estudios en esta línea introducen una reflexión histórica donde diversas formas de migración y movilidad están vinculadas con la construcción de regímenes sociopolíticos y con transformaciones sociales de largo alcance (Celleri y Vega 2015; Cielo et al. 2015; Eguiguren 2015; Celleri 2016).

Por otra parte, se puede identificar una línea de análisis donde la categoría de movilidad es abordada a partir de la relación entre migración y movilidad social. Esto se ve en trabajos sobre familias, migración y género, principalmente los de Gioconda Herrera (2013, 2011 y 2008). Herrera plantea entender la incorporación de mujeres a las cadenas globales del cuidado y la configuración de familias transnacionales a partir de procesos que atraviesan múltiples escalas: la crisis de los sistemas sociales en los Estados, las desigualdades estructurales de género a nivel global, la privatización de la reproducción social y las estrategias de los migrantes frente a estas condiciones. En su trabajo, se observa una preocupación por vincular a la migración con formas de desigualdad social y, desde allí, explicar los procesos de movilidad o inmovilidad social que están en juego en la experiencia migratoria.

También en esta línea está el trabajo de Ramos (2014), quien indaga en la relación entre la subjetividad de las mujeres y la experiencia migratoria en el sur de Ecuador a través de un trabajo etnográfico que combina la alta diversidad de experiencias migratorias –e/inmigración internacional, migración interna, migración fronteriza, retorno, circulación– con la heterogeneidad de las formas de organización social, económica y política de las localidades, que son centro de las trayectorias migratorias y vitales de las mujeres. La articulación de aportes de la teoría feminista poscolonial y la geografía feminista, junto con una reconstrucción del proceso migratorio desde las nociones de imaginación y práctica, permite a Ramos establecer conclusiones sobre la relación entre construcción del género, diversas formas de movilidad que son parte de la experiencia vital de las mujeres y sus relaciones con la localidad (Ramos 2014).

También desde los estudios de género y migración, García (2016) retoma un tema que solo muy recientemente empieza a reexaminarse en la literatura ecuatoriana: la migración interna (ver Yépez 2014; Yépez y Gachet 2014; García 2016; Eguiguren 2015). El novedoso objeto de estudio de García, la migración interna de transexuales en Quito, da cuenta del viraje que en estos trabajos se da al estudio de la migración interna. Si entre las décadas de 1960 a 1980 prevaleció una visión macroestructural que tendía a ignorar la subjetividad, experiencia y agencia de los migrantes, así como a homogeneizar cuestiones como el género, la etnicidad o la clase en su relación con la migración, en la actualidad las preocupaciones centrales se dirigen precisamente a comprender las complejas y diversas experiencias que implica la movilidad entre localidades del país. Estas nuevas investigaciones emplean metodologías que permiten abordar esta diversidad, tales como etnografía, historias de vida y reconstrucción de trayectorias migratorias (ver García 2016; Eguiguren 2015). Es similar lo que se observa en otros trabajos ya mencionados que, aunque no abordan como uno de sus ejes centrales la categoría de migración interna, la incluyen dentro de su material empírico en la medida en que la encuentran articulada con la migración internacional y, en general, con la movilidad de los sujetos que estudian (Ramos 2014; Celleri 2016).

Otro ámbito de estudio que permite hablar del abordaje de las movilidades en años recientes es el de la inmigración en Ecuador. Es evidente en la última década una emergencia de estos trabajos[ 11 ] con un énfasis en problemáticas como formas de integración social, relaciones con el Estado y la categoría de ciudadanía en colectividades nacionales, principalmente de personas de Colombia, Cuba, Haití y España (Correa 2014; Mazeres 2011 y 2012; Vega et al. 2016). La presencia cada vez más visible de inmigrantes en Ecuador ha propiciado un replanteamiento de las categorías y enfoques con los que se ha trabajado en los últimos años. Al evidenciar la heterogeneidad de experiencias que están atravesadas por distintas formas de migración, se ha cuestionado una construcción reduccionista del sujeto migrante.

Así también otros trabajos van más allá de una perspectiva centrada en los migrantes definidos como sujetos homogéneos en términos de clase e inserción en el mercado laboral. Se ha examinado en este sentido la llamada migración calificada (Coloma 2012; Vega et al. 2016), la circulación migratoria, la movilidad asociada con el retorno de emigrantes, además del ya mencionado nuevo interés sobre procesos de migración interna. Se ha explorado también la noción de movilidad desde la articulación entre diferentes formas de desplazamiento, ya sea espacial, social, étnico, sexual o simbólico (Ramos 2014; Viteri 2014).

Todo ello refleja una transición hacia la integración de muy diversas formas de movimiento de personas y poblaciones a través del espacio y, para ello, la construcción de nuevos enfoques que permitan dar cuenta teóricamente de esta amplitud de formas de movilidad. Por ello, aquí se plantea que, en el campo de estudios de la migración ecuatoriana, está en curso una emergencia de estudios sobre la movilidad.

Sin embargo, es importante aclarar que no todos los estudios citados en esta última sección abordan la categoría de movilidad o realizan una reflexión teórica al respecto. La mayoría de ellos evidencia esta transición hacia la movilidad al emplear el término para denotar la diversidad de desplazamientos socioespaciales que las investigaciones abarcan (ver Herrera 2013) o plantean la centralidad de otras formas de movilidad que acompañan al proceso migratorio –tales como la difusión transnacional de ideologías e imaginarios, o la localización transnacional de referentes identitarios– (Ramos 2014; Cielo et al. 2015; Celleri y Vega 2015).

Queda entonces abierta una interrogante en torno a la dirección que tomará este campo. Es necesario recordar que, al hablar de “campo de estudios”, se designa una dinámica de debate e investigación que está permanentemente en constitución. Al mismo tiempo, como se ha analizado a lo largo de este artículo, esta dinámica está siempre inscrita en un contexto político y académico. En este sentido, dos características del contexto son importantes para prever futuras direcciones de los estudios de la migración en Ecuador. En primer lugar, en el contexto político actual del país, la categoría de movilidad se ha trasladado desde la academia hacia las negociaciones políticas, lo cual es palpable en la Constitución, que incluye a la “movilidad humana” como una condición, un derecho, o una potencial fuente de vulnerabilidad que el Estado está llamado a proteger (Constitución de la República del Ecuador 2008). En este sentido, las organizaciones sociales han encontrado un espacio de lucha y demandas desde la especificidad de condiciones en las que viven la movilidad: existe en la actualidad asociaciones de inmigrantes, familiares de emigrantes y retornados ecuatorianos, refugiados, que apelan directamente a su condición de movilidad, amparada en la Constitución. Sin embargo, en este escenario político se observa también la tendencia del Estado ecuatoriano hacia una gestión cada vez más fragmentaria de las migraciones.[12]

Por otra parte está la diversificación de los procesos migratorios en el país, que tiene relación con los cambios políticos señalados, pero es también producto de fuerzas globales que moldean los procesos migratorios, tales como la crisis económica mundial (Herrera 2012b), la creciente importancia de las migraciones sur-sur y la consolidación de un régimen migratorio global caracterizado por una gestión restrictiva y criminalizante de la migración (Kalm 2008; Glick Schiller 2010) así como por la flexibilización, control y supeditación de estos flujos a las necesidades de mercados laborales especializados y economías nacionales.

Es de esperar que estos elementos tengan una influencia en las condiciones políticas, sociales y académicas que constituyen el fundamento de cualquier campo de estudios, en este caso, el de las migraciones en Ecuador.

Conclusiones

Este artículo tuvo por objetivo analizar la forma en que se ha constituido el campo de estudios de la migración en Ecuador, tomando en cuenta un período de tiempo de alrededor de medio siglo (1960-2016). Se ha buscado articular, a través de una mirada histórica, investigaciones con muy distintas formas de construcción del objeto de estudio y mostrar cómo esta construcción se vincula con determinados contextos sociales, políticos y condiciones institucionales de desarrollo académico.

Esta revisión de largo alcance revela una transición desde un objeto de estudio construido en relación con el desarrollo nacional, hasta la conformación reciente de un campo donde la mirada se ha desplazado hacia una diversidad de formas de movimiento. Ello revela un interés central ya no en la migración, definida de manera unívoca, sino en las movilidades.

El presente análisis de esta producción científica muestra cómo se ha pensado a la migración y la movilidad en tres diferentes momentos, cada uno con determinados debates, giros y matices.

Así, en una primera etapa, las vertientes de análisis identificadas convergen en que todas ellas están confrontadas al paradigma del desarrollo, en un contexto en que este paradigma domina en el pensamiento global y, al mismo tiempo, donde se asume al Estado nacional como unidad de análisis natural. Aunque muestran diferentes perspectivas sobre la relación entre población y espacio, estos trabajos están orientados a comprender cómo el movimiento poblacional influye o es influenciado por el desarrollo del país.

En términos del lugar de producción del conocimiento, se encuentra que prevalece una mirada del norte hacia el sur, también signada por el paradigma del desarrollo. No obstante, esta etapa revela también que ya hace medio siglo se tomaba como objeto de interés académico a desplazamientos espaciales que no calzaban en una definición de migración entendida simplemente como un único movimiento del individuo o del agregado de individuos entre dos unidades territoriales discretas.

En contraste, se ve que el segundo grupo de estudios, al enfocarse en la migración del campo a la ciudad y en sus causas estructurales, privilegia una definición de la migración ligada con la economía política y, más específicamente, a la situación del “campesinado” ecuatoriano en el proceso de desarrollo del capitalismo en el país. Es decir que se estudió a la migración de manera más vinculada con los debates políticos que, más allá de la academia, dominaban el contexto ecuatoriano en las décadas de 1970 y 1980. Al mismo tiempo, la institucionalización de espacios de reflexión académica especializada en el país aporta a la conformación de un campo de debate sobre las migraciones anclado en lo local, aunque fuertemente vinculado con los debates de las ciencias sociales latinoamericanas donde, al igual que en el caso ecuatoriano, predominaba la perspectiva histórico-estructural.

En una última sección, se examinó cómo en la actualidad se asiste a un giro en este campo que implica poner en diálogo el concepto de migración con la noción de movilidad. Al respecto, sostengo que, producto de la tendencia de la investigación a diversificarse y reflejar así la diversidad y complejidad de procesos ligados con la categoría “migración”, se presenta en este ámbito académico la posibilidad de teorizar sobre la noción de movilidad. Sin embargo, es necesario también enfatizar en que nos encontramos ante desarrollos recientes en el campo, donde no todos los estudios sobre movilidades adoptan o debaten esta categoría. Lo que queda en evidencia es que los intereses académicos en la actualidad van mucho más allá de la definición de un objeto de estudio único, sino que se han ampliado y complejizado las definiciones sobre qué tipo de movimiento se analiza. Estos recientes cambios en las perspectivas analíticas son producto de un campo cuya consolidación se ve claramente durante los últimos 15 años, lo que implica una reflexión sostenida, especializada y capaz de articular debates regionales y globales del campo de estudio de las migraciones; pero al mismo tiempo, de la acelerada configuración de un escenario nacional caracterizado por procesos migratorios complejos y sumamente diversos, y de políticas migratorias nacionales y globales que inciden en la forma que toman las migraciones contemporáneas.

Se muestra así que, para comprender los distintos momentos de formación de un campo de estudios, en este caso, el de las migraciones en Ecuador, es fundamental trascender un análisis meramente teórico para volver la mirada hacia la imbricación entre construcción del conocimiento y el contexto social y político de su producción.

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Notas

1 Versiones anteriores de este trabajo se presentaron en el VI Encuentro de Ecuatorianistas de Latin American Studies Association (LASA) (Cuenca, junio de 2013), en la II y III Escuela Internacional de Posgrados Migrared (Buenos Aires, diciembre de 2013 y Quito, marzo de 2015) y en el XXXIV Congreso Internacional de LASA (Nueva York, mayo de 2016). Parte de esta investigación fue preparada para mi tesis doctoral (Eguiguren 2015).
2 En la última sección del artículo, se profundiza sobre la categoría de movilidad y su presencia en el estudio de las migraciones, particularmente en el caso ecuatoriano.
3 Estas etapas no denotan un orden cronológico sucesivo, sino que dan cuenta de tendencias diferenciadas en cuanto a los enfoques y marcos analíticos que se emplean para los estudios de las migraciones.
4 Hoy, Santo Domingo de los Tsáchilas.
5 Como se verá más adelante, solo entrada la década de 1990 se empezó a investigar la migración internacional.
6 Con respecto a la familia como objeto de estudio en el campo de la migración, se hallaron algunos cambios importantes. Esto ha sido materia del trabajo de Herrera 2012a.
7 Centro de investigación sobre temas sociales, establecido en Ecuador en 1974 y financiado por la fundación alemana Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) (http://www.fes-ecuador.org).
8 Publicación periódica que presentaba extractos de investigaciones sobre diversos aspectos de la migración ecuatoriana. Fue producida durante la primera mitad de la década de 2000 por el Plan Migración, Comunicación y Desarrollo, proyecto institucional donde participaban algunas ONG locales y españolas, así como la cooperación española.
9 Este texto fue producto de una conferencia realizada en la FLACSO Ecuador. El evento y la publicación contaron con el auspicio de instituciones de gobierno y de organismos de cooperación internacional (ver Herrera et al. 2005).
10 A diferencia de las etapas anteriores, las líneas de investigación analizadas en esta última etapa se consideran todavía incipientes, de tal manera que en esta sección no se ha dividido cada línea de estudio en diferentes apartados, sino que se examina todas en su conjunto, precisamente para resaltar la diversidad de tendencias y la heterogeneidad de movimientos que comprende en la actualidad el campo de estudios.
11 Ver Álvarez 2012.
12 Una gestión caracterizada por la confluencia de modelos seguritistas y de derechos –que se ponen en práctica en distintos niveles estatales– dirigidos a migrantes categorizados de diferentes maneras y que muestran discontinuidad entre diferentes intentos de política migratoria.

Notas de autor

1 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Profesora de la Escuela de Sociología y Políticas, Universidad Central del Ecuador.
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