He recibido la partida de Jorge León como muchos que lo conocieron, con el dolor que causa la ausencia de un amigo.
Mirando en la distancia, vienen a mi mente algunos momentos en los cuales puedo recordar cuando lo conocí y pude compartir ideas, proyectos y visiones del mundo. Pero sobre todo aprendí de él a entender mejor la dinámica de los movimientos sociales y el juego político. En este sentido, lo valoro como un maestro.
A Jorge debo situarlo en su dimensión personal del amigo que establece un contacto basado en el diálogo. Para mencionar los años recientes, era un vínculo que se traducía en memorables encuentros en su casa donde compartía su talento gastronómico y capacidad de diálogo reuniendo a personas muy distintas.
Deseo hablar de otra dimensión que se relaciona con su trayectoria intelectual que puedo trazar considerando su contribución al conocimiento de la sociedad. En los ya remotos años de la década de 1970 cuando Jorge había vuelto al Ecuador, pude conocer sus puntos de vista sobre la sociedad ecuatoriana que eran muy cuestionadores de las ideas convencionales que la izquierda tenía sobre el mundo popular. Su presencia en esos años era parte de ese momento de renovación de las ciencias sociales que ponía el acento en la investigación. Destaco su generosidad para compartir conmigo importantes fuentes documentales que yo desconocía sobre los orígenes de la izquierda. De esos años recuerdo Irán: la crisis de Occidente (1981), un penetrante texto suyo sobre la revolución iraní y algunas contribuciones que publicó en las revistas Nariz del Diablo (1980a; 1980b)y Elé (1984a; 1984b).
Cuando se fundó el Centro de Documentación de los Movimientos Sociales del Ecuador (CEDIME), él encabezó esta iniciativa que tenía como objetivo contribuir a una memoria colectiva con la recopilación y conservación de archivos y documentos de organizaciones populares y el acompañamiento a los movimientos sociales. De un momento inicial del CEDIME, debo mencionar la compilación de documentos Formación y pensamiento de la CTE (1983) que hicimos Jorge, Patricio Ycaza y yo. Lamentablemente esta tarea de memoria documental quedó trunca por un cambio de intereses institucionales.
En un recorrido panorámico sobre sus aportes al conocimiento de la sociedad ecuatoriana, debo señalar sus estudios sobre el sindicalismo, el movimiento indígena y la política ecuatoriana.
Sus análisis sobre el sindicalismo ecuatoriano estaban orientados a observar la constitución de un actor colectivo que estaba cumpliendo un rol destacado durante la década de 1980, pero que se hallaba limitado por la dificultad en traducir esa potencialidad en una acción política (1986; 1991). Esta línea de análisis la mantuvo intermitentemente.
Su mayor contribución son sus visiones iluminadoras sobre el movimiento indígena ecuatoriano. De hecho, su libro De campesinos a ciudadanos diferentes (1994) constituye el análisis más penetrante que se hizo sobre el levantamiento indígena de junio de 1990, ese acontecimiento que constituye un parteaguas en la sociedad ecuatoriana. Su argumento central plantea cómo el levantamiento había sido el producto de una transformación de los espacios locales de poder con la desintegración de la hacienda tradicional donde pasaron a tener un rol central las organizaciones indígenas. Todo aquello que lucía enigmático en la acción conducida por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) podía ser mejor entendido como una conjunción de dinámicas organizativas locales, acciones movilizadoras y liderazgos nuevos en el mundo indígena. El significado del acontecimiento indicaba que se había producido un cambio de época y una integración de las organizaciones indígenas al sistema político como consecuencia de las movilizaciones.
En años posteriores, prosiguió sus investigaciones sobre el movimiento indígena (1997; 2000; 2007) situando su dinámica que lo tornó en un actor político que terminó catalizando la oposición a las políticas de ajuste. Tuvo particular interés un artículo suyo sobre las circunstancias de la alianza de Pachakutik con el Crnel. Lucio Gutiérrez1 y la experiencia del paso de los indígenas por el poder (2005a). En el seguimiento al movimiento indígena, también hay otro análisis de Jorge situado en la conflictiva relación con el Gobierno de Rafael Correa2 (2011) que puso en perspectiva los cambios y continuidades del movimiento indígena en su antagonismo y negociación con los gobiernos desde la década de 1980.
Una preocupación que emergió con persistencia desde la década de 1990 fue su observación de la política ecuatoriana. En este ámbito, construyó argumentos sobre el sistema político ecuatoriano con sus rasgos que remiten a la configuración histórica de los actores políticos y sus peculiaridades enraizadas en la fragmentación social y política donde las aristas conflictivas encontraron siempre canales de resolución en la tradición ecuatoriana de pactos y acuerdos (2003; 2004; 2005b). Pienso que habrá que poner atención a sus hipótesis sobre el sistema político regionalizado y su crisis a fines del siglo pasado.
La época de la revolución ciudadana mereció también el examen de Jorge con algunas reflexiones sobre el significado de un nuevo momento que, bajo el liderazgo de Correa, llevaba a una deriva autoritaria. Algunas de estas reflexiones se hallan publicadas en compilaciones y revistas (2011; 2012). Además, participó en los diálogos sobre la coyuntura que organizaba la revista Ecuador Debate donde sus intervenciones tienen un papel motivador de las discusiones (2008; 2010; 2013).
Otra actividad de Jorge fue su papel de docente en el país y en el exterior. Fue frecuentemente invitado a dar cursos de posgrado de FLACSO Ecuador. Gozó de un amplio reconocimiento en la comunidad académica y por eso era constantemente invitado a participar en eventos donde su palabra era escuchada con mucha atención. Fue particularmente sensible al pensamiento feminista y ello se tradujo en el impulso que dio a las actividades de docencia y capacitación en este campo en el que también participó la recordada María Fernanda Cañete, su compañera que también nos dejó hace tiempo.
En los últimos años, escribió una columna regular en la página de opinión de diario El Comercio de Ecuador. Allí pulsó los acontecimientos de la política inmediata no solo local sino también internacional. Leí siempre con interés su columna que tendía a poner por delante el análisis más que opiniones prescriptivas. Sería deseable hacer una compilación de estas columnas.
Entonces, todos los contornos de aquello que Jorge produjo como intérprete de la sociedad ecuatoriana a lo largo de más de tres décadas de su trayectoria pueden ser definidos como una sociología política de Ecuador cuyo núcleo central se encuentra en la búsqueda de las claves de las relaciones sociales, el cambio social y la historicidad de la sociedad. Su vida es un testimonio dedicado a pensar el mundo social y étnico, a entender las dimensiones de la protesta social, la discriminación y la dominación étnica. Si bien su escritura está dentro de un formato académico, privilegia el razonamiento analítico y evita la sobrecarga de teorías y abstracciones. Nos deja unas orientaciones interpretativas que ya siendo valoradas en estos días, lo serán aún más en el futuro.