Temas
Ciudades
contrapeso al centralismo unitarista en Sudamérica: Santa Cruz, Guayaquil y
Concepción
Counterweight cities in South America as an answer to unitarian
centralism: Santa Cruz, Guayaquil and Concepcion
Esteban Valenzuela-Van
Treek*
Claudia Vaca**
*Dr.
Esteban Valenzuela-Van Treek. Director
del Programa CREASUR, Universidad de Concepción, (Chile). (mailto:evalenzuelavt@gmail.com) (https://orcid.org/0000-0003-1755-3309)
**Mg.
Claudia Vaca. Doctoranda en
Educación, Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), (Chile). (cvaca@doctoradoedu.ucsc.cl) (https://orcid.org/0000-0001-7237-5715)
Recibido: 04/09/2019 –
Revisado: 11/11/2019
Aceptado: 21/02/2020 –
Publicado: 01/09/2020
Cómo citar el artículo:Valenzuela-Van Treek, Esteban y Claudia Vaca. 2020. “Ciudades contrapeso al centralismo unitarista en Sudamérica: Santa Cruz, Guayaquil y Concepción”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 68:171-189 https://doi.org/10.17141/iconos.68.2020.4127
Resumen
El artículo propone la categoría de ciudades contrapeso
como aquellas que logran tanto dinamizar su desarrollo de manera endógena y a
su vez impulsar un proceso de descentralización y devolución de poder en
contextos de Estados tradicionalmente centralistas y con alta hegemonía de sus
capitales. El contrapeso supone una visión federalista o autonomista que logra
cambios desde la propia articulación regional con base en una fuerza política
territorial de impacto nacional que moviliza dichas ciudades en pacto con sus
regiones cercanas. Desde el punto de vista de resultados materiales, implica la
capacidad de crecimiento económico y demográfico para ser polo alternativo a la
capital, infraestructura de ciudad global con lazos internacionales y capital
humano avanzado como polo cultural y universitario. Se concluye el éxito de
Guayaquil en Ecuador y Santa Cruz de la Sierra en Bolivia con alianzas
público-privadas, fuerza política influyente y alianzas interregionales para
movilizarse y lograr procesos de mayor autonomía regional, a diferencia
de Concepción en Chile, que muestra mayor dinamismo en lo universitario y en lo
cultural. Dichas ciudades complejizan el sistema de ciudades permitiendo
contener la macrocefalia del centralismo latinoamericano. Entrevistas en
profundidad en los países permitieron comprender el contexto de lucha de estas
ciudades contra el centralismo, sus hitos y desafíos en las diversas
dimensiones del contrapeso.
Descriptores: América
Latina; ciudades contrapeso; Concepción; descentralización; Guayaquil; Santa
Cruz de la Sierra.
Abstract
This article introduces the concept of “counterweight
cities” to describe towns that are able to generate an endogenous development
process and promote decentralization in traditionally centralist states. This
role is accompanied by the prevalence of federalist or autonomist thinking,
supported in a local political organization able to inspire changes in the
relationships between the different regions within the country. The political
group that leads the process is also able to recruit backing in nearby areas.
These initiatives have succeeded in consolidating their cities as alternate
development poles, displaying dynamic economic and demographic growth,
achieving expansion of a modern infrastructure, advanced human resources and
cutting- edge cultural and academic assets. Guayaquil in Ecuador and Santa Cruz
de la Sierra in Bolivia have benefited from strong ties between the public and
the private sector, the presence of a robust locally-based political party and solid inter-regional alliances.
These strengths have helped both cities achieve a higher degree of regional
autonomy than Concepcion in Chile. The later, has-instead- concentrated in
developing as an academic and cultural hub.
The cities studied here, enhanced the complexity of the human settlement
system in their countries, mitigating the macro cephalic tendencies inherent in
the Latin American centralist urban structure. In-depth interviews performed in
the three countries allow for a better understanding of the context in which
the struggle against centralism took place and was able to overcome the
challenges it encountered, in the process of generating substantial
counterweights against metropolitan macro cephalism.
Keywords: Latin America; counterweight cities;
Concepción; decentralization; Guayaquil; Santa Cruz de la Sierra.
1.
Introducción
La investigación se aparta del debate centrado en
el tamaño de las zonas urbanas o en el peso económico y la globalización de una
urbe, con el objetivo de describir reflexivamente sobre la capacidad de una
ciudad en tanto sociedad política para transformar el tipo de Estado nacional
centralista hegemónico en América Latina (Véliz 1984), con una fuerte capital
concentradora que inhibe procesos de fortalecimiento de gobiernos subnacionales
(Eaton 2004) y en las cuales, como en el caso chileno, se asienta la élite
oligárquica nacional tras derrotar las coaliciones liberales-federalistas
(Ortiz y Valenzuela 2014).
El artículo es resultado de entrevistas –cinco en
profundidad en cada país– y análisis desarrollado en torno a los estudios sobre
descentralización económica, política y cultural en Latinoamérica. El artículo
propone el concepto de ciudades contrapesos como aquellas que han logrado
reformas pro descentralización en diferentes momentos de la historia de sus
países (Rosales 2012) o han logrado, como comunidad sociopolítica,
dinamizar su desarrollo para liderar en el caso de Guayaquil, equilibrar en el
de Santa Cruz de la Sierra y moderar en el de Concepción. Son ciudades que han
levantado demandas pro autonomía política, competencia y económico-fiscal en el
contexto centralista latinoamericano de federalismo retórico –exceptuando
Argentina y Brasil al ver el gasto subnacional– y Estados centrales que niegan
niveles relevantes de autonomía. En Bolivia, Ecuador y Chile, han prevalecido
modelos unitarios centrales, los que han derivado a modelos de mayor
descentralización en la parte andina por el papel clave de ciudades contrapesos
(Henríquez y Valenzuela 2020). Para
la descripción y análisis de los procesos de descentralización del poder, el
artículo propone la categoría de ciudades contrapeso con alto dinamismo
político y económico respecto a la capital hegemónica, lo que permite construir
niveles relevantes de autonomía política y económica, empujando procesos
descentralizadores en pugna con las élites centralistas de los Estados
nacionales afincadas en las capitales (Eaton 2004).
Se observan casos exitosos de ciudades contrapeso que
muestran capacidad de construcción social inter-clases de ciudad y región en
gobernanza activa entre actores plurales político-sociales y empresariales
(Boisier 1992; Alburquerque y Cortés 2001; Prats 2005), así como construcción
de fuerza política propia con influencia nacional que empuja la
descentralización política (Falleti 2010), coalición regionalista al abrirse el
sistema a elecciones del nivel intermedio (O’Neill 2005), o hegemonizando un
partido nacional desde una macro-zona que aglutina varios territorios
periféricos (Simison 2015).
El estudio sobre las
ciudades se ha centrado en la “primordial” como las ciudades
desproporcionadamente grandes para la época –de más de un millón de habitantes–
que concentran ser nacionales y son al menos el doble en población e influencia
de la ciudad que les sigue (Jefferson 1939, 227). El estudio sobre ciudades crece al ritmo de la
urbanización, con una serie de categorías que cobran significado polisémico en
diversos países. El concepto de ciudad “primordial” devino en megalópolis
(Gottmann 1961), ciudad área o súper como Los Ángeles (Lang 2003). Estas
visiones centradas en el poderío nacional y el tamaño han sido desplazadas por
los estudios de ciudades globales, acuñado por Saskia Sassen (1991) en
relación con ciudades que por sí mismas son capaces de intercambiar con el
mundo con fuerte influencia económica, política y cultural. Dichas son
metrópolis con infraestructura para la inserción global (aeropuertos, trenes,
megapuertos), poseen por sí mismas marca mundial, peso científico y cultural,
centro de innovaciones, negocios y sede de megaempresas; en una categoría
“gama”, globales con menor poder económico, estaría Guayaquil.
Otro aporte teórico es la categoría de ciudad mundial
de Montoya (2009), que crece en países en desarrollo en la ola de inversiones
globales, pero es desbordada por los cordones de pobreza de migrantes rurales y
por la incapacidad de dar servicios al ver sobrepasada su capacidad fiscal y de
infraestructura. El concepto de ciudades intermedias ha sido estandarizado
mundialmente como urbes que varían entre 100 000 y medio millón de habitantes (ONU Hábitat 2007), con propuestas
vinculadas al polo de servicios relevantes en países de menor población (Maturana y Rojas 2015). Desde América Latina, se
han empujado definiciones novedosas como la del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID 2016) de ciudades emergentes y sostenibles caracterizadas por
una población entre 100 000 y dos millones, dependiendo del tamaño de los
países y por crecer rápido pero aún con un tamaño que permite planificar su
sustentabilidad integral.
Las ciudades contrapeso se explican al igual que el
caso europeo porque son un subsistema urbano que evoluciona históricamente,
creciendo por su ubicación como nodo de transporte y mayor dinamismo en una red
de pequeñas ciudades y pueblos que requieren de un centro urbano mayor que
provee en una macro-zona conexiones y servicios (Bretagnolle et al. 1997). Así
como Lyon y Berlín se desarrollaron en áreas diferentes a París y Munich,
Guayaquil (en la costa), Santa Cruz (en el oriente) y Concepción (en el sur)
son las ciudades de mayor jerarquía en una macro-región con sistema de
ciudades.
Para Jefferson (1939), las grandes ciudades con
jerarquía son producto de elementos políticos, coloniales o económicos que
rompen la naturalidad de una red de ciudades intermedias por asentamientos
espontáneos por sus características geográficas. Lo anterior es claro en el
caso de los tres casos estudiados: Concepción es la tercera ciudad fundada en
Chile tras Santiago y La Serena, allí se instala la Real Audiencia y por ser la
zona de la larga guerra con los mapuches, se convierte en la plaza militar
principal. A su vez, Guayaquil es el puerto principal del Ecuador y su conexión
con el mundo, mientras Santa Cruz de la Sierra es la ciudad primordial del
amplio territorio diferenciado entre Asunción y La Paz, teniendo obispado,
delegación política, militar y tributaria propia.
2.
Dimensiones
de una ciudad contrapeso y estudio de casos en América Latina
El concepto de ciudad
contrapeso apunta a la capacidad de transformación político-económico-cultural
de un país con predominio del unitarismo centralista, con capital que
hegemoniza la política y el control de las finanzas públicas. La ciudad
contrapeso articula en su zona una fuerza política propia de raigambre
federalista y/o autonomista y logra rivalizar en el liderazgo económico con la
metrópolis evitando que la capital nacional triplique a la segunda ciudad como
poderío económico, poblacional y liderazgo cultural.
La historia de América
Latina está dominada de presidencias autocráticas con caudillos militares,
populismos y partidos hegemónicos de derechas o izquierdas autoritarias (Véliz
1984; Krauze 1997; Laclau 2004), siendo ejemplares los casos de
movimientos de diverso signo político afincados en gestiones municipales que
luego logran la democratización de sus regiones e influyen en las aperturas
políticas de sus países y la descentralización de estos con diferentes grados
de efectividad. Es decir, logran el contrapeso cuando construyen alianzas
amplias inter-clases, con alta identidad de un regionalismo intenso y
proto-nacionalista como comunidad emancipadora (Hroch 2001), que se movilizan
por la democracia, el poder territorial y logran redistribución nacional de
renta y equilibrios.
En el caso sudamericano
son evidentes los éxitos de Santa Cruz de la Sierra y Guayaquil respecto a La
Paz y Quito, las cuales mantienen prácticamente el mismo poderío demográfico y
poblacional que la ciudad capital. En los países federales, la anomalía ha sido
siempre Buenos Aires versus las provincias, donde el sistema federal
institucionalizado en la Constitución de 1853 ha permitido poder provincial y
alta descentralización fiscal (Rosales 2012), pero Rosario y Córdoba perdieron
peso económico versus Buenos Aires (Schteingart y Pírez 2015) y con sus
poblaciones en torno al 1 300 000 son “solamente” el 10% del Gran Buenos Aires.
En cambio, Río de Janeiro logró consolidarse como segundo polo fuerte de Brasil
con 14 millones versus los 22 de São Paulo. Brasilia fue creada como capital en
el desarrollismo de la década de 1950, no obstante São Paulo fue el polo
hegemónico desde finales del siglo XIX (Toledo 2004).
En el caso de México, no
se cumple la regla de lograr una ciudad contrapeso que sea al menos un tercio
de la capital, ya que Guadalajara y Monterrey, con sus cinco millones de
habitantes y alto nivel económico y cultural, equivalen a menos de un cuarto de
la Ciudad de México con 22,3 millones. Venezuela sí logró un equilibrio de
ciudades con Caracas con siete millones, Maracaibo con 5,3 y otras tres en
torno a los tres millones (Valencia, Barquisimeto y Maracay). La fuerza de
Medellín y su región de Antioquia le permiten ser casi la mitad de Bogotá (4,5
millones versus 10) y con las otras dos zonas del país con grandes ciudades de
tres millones: Cali en el Valle hacia el Pacífico y Barranquilla en el Caribe.
Los países donde se
impuso el centralismo sin contrapesos tras el fracaso de los federalistas en el
siglo XIX, como Chile y Perú, muestran un gran rezago en ciudades que fueron
contrapeso en el siglo XIX, con una alta concentración de la población en sus
capitales (Lima 10,5 millones y Santiago 7,5 millones), relegando en sistemas
centralizados a las restantes ciudades a menos de un sexto de las capitales
primarias (Arequipa en relación a Lima y las zonas metropolitanas de Valparaíso
y Concepción en Chile). No obstante, lo anterior, el mayor diferencial es
Argentina en cuanto a la relación de las dos ciudades principales, ya que
Córdoba tiene el 10% de la población del Gran Buenos Aires. Si se mide en el
clásico peso de la ciudad primordial, Santiago es la peor con el 38% del país,
Buenos Aires el 35% y Lima el 20%. La siguiente tabla difiere del indicador
clásico de ciudad con primacía de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL 2020), que lo entiende como la porción de una ciudad principal como
porcentaje de la población urbana total. La idea de contrapeso lleva a comparar
la ciudad principal con la segunda y medir su peso demográfico.
Cuadro
1. Capitales primordiales versus ciudades contrapeso a nivel demográfico en
América Latina
País |
Ciudad
capital o primordial |
Ciudades
contrapeso |
%
de la segunda ciudad respecto a la primordial |
|
(millones
de habitantes) |
|
|
Ecuador |
Quito 3 |
Guayaquil 3,5 |
1,16 |
Bolivia |
La Paz 2,36 |
Santa Cruz de la Sierra 2,36 |
1 |
Venezuela |
Caracas 7 |
Maracaibo 5,3 Barquisimeto 3,5 Valencia 3,2 |
0,75 |
Brasil |
São Paulo 22 |
Rio de Janeiro 13,8 Belo Horizonte 6 |
0,62 |
Colombia |
Bogotá 10,1 |
Medellín 4,5 Cali 3 Barranquilla 2,4 |
0,44 |
México |
Ciudad de México 22,3 |
Guadalajara 5 Monterrey 4,7 |
0,22 |
Chile |
Santiago 7,3 |
Valparaíso 1,1 Concepción 1 |
0,15 |
Perú |
Lima 10,5 |
Arequipa 1,4 Trujillo 1 |
0,13 |
Argentina |
Buenos Aires 16 |
Córdoba 1,6 Rosario 1,3 |
0,10 |
Elaboración propia con
base en ONU (2019) y estadísticas nacionales.
Como se examinará, en el caso
de Ecuador es clave el poder movilizador con influencia política nacional del
Partido Social Cristiano con hegemonía hace medio siglo en Guayaquil. En el
caso de Bolivia, los históricos movimientos federalistas y comités cívicos de
Santa Cruz de la Sierra que articularon a la llamada Medialuna de departamentos
del oriente bajo el predominio en la política regional del Partido Demócrata.
En Argentina, es notorio el papel
histórico de Córdoba como ciudad modernizante desde su reforma universitaria
pionera de 1917 y el rol de Rosario con un fuerte Partido Socialista adscrito a
la provincia de Santa Fe. La acción de su federalismo logró niveles de autonomía, pero no detuvo
la hiperconcentración en la capital (Schteingart y Pírez 2015). Por otra parte,
en Colombia, Medellín,
con fuerte presencia de corrientes liberales y de izquierdas alternativas
verdes (Fajardo 2017), la ciudad ha logrado regenerarse y mejorar su calidad de
vida.
3. La larga historia de construcción
de poder y autonomía de Santa Cruz de la Sierra: la “Nación Camba-Cruceña”
Santa Cruz es el motor económico de Bolivia y fue
clave para lograr el fortalecimiento de la democracia regional. A finales del
siglo XX, se consolidó el boom económico de Santa Cruz versus el rezago
y conflictividad en La Paz-El Alto, con un crecimiento promedio del 5,5%; y
entre 2011 y 2013, su crecimiento promedio subió al 7%, siendo el 30% del
Producto Interno Bruto (PIB) nacional (Vaca 2018). No obstante estos
datos, el aporte económico y político de Santa Cruz de la Sierra es minimizado
por la historiografía hegemónica paceña como la antología de documentos clave
de la historia de Bolivia de Arze (2015), prologada por García Linera, donde no
existen las múltiples demandas, comités cívicos y protestas lideradas por Santa
Cruz desde el siglo XIX, desde la propuesta federal de Lucas Mendoza, el
socialista Andrés Ibáñez, hasta el primer levantamiento de los patriotas
federales en la década de 1890 (Sandoval 2011, 38-39).
Durante el siglo XX, Santa Cruz
lideró todas las demandas de mayor poder regional y rompió con el Estado
oligárquico sin pago de impuestos. Este hecho es importante porque el proyecto
“cruceño” puja para que el Estado cobre impuestos a la explotación petrolera
que comienza en una combinación región-nación para salir del aislamiento y
tener tren hacia el Pacífico y a los grandes ríos con Brasil por el oriente
(Roca 2001; Rojas 2015). Así se sucede el memorándum de 1904, el
socialismo militar de 1936, el Partido Oriental Socialista de 1938, y en la
década de 1950 destaca la demanda de tributos para la región el diputado
socialista Valentín Vega, el dirigente del Comité Cívico Melchor Pinto y el
reformista senador del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) Omar Chávez.
La llamada “Ley Vega” pedía que se cumpliera con cobrar los impuestos
petroleros y mandar parte de estos a Santa Cruz, cuestión que estaba
establecida en la ley, pero La Paz no cumplía (Rojas 2015, 188-189). Gracias a
esta ley no se volvió a cuestionar legalmente el 11% de las regalías de la
venta de hidrocarburos a Santa Cruz, no obstante, atrasados y con descuentos
diversos.
Con anterioridad al período de
Evo Morales, bajo gobiernos derechistas en Bolivia ya Santa Cruz había
reactivado su demanda por autonomía y democracia federal con la activación de
comités cívicos y textos emblemáticos como el memorándum de 2001 en que se
pidió autodeterminación y nuevo Estado, donde su ala más radical levantó la
idea de la “Nación Camba”, denominación a una macro-región independiente del
oriente boliviano con sus banderas verdes y blancas, incluyendo una carta a
Kofi Annan secretario de la ONU (Nación Camba 2005, 15-17). El periodista
cruceño Pablo Ortiz reconoce que sectores de extrema derecha buscaron armarse contra
Evo Morales, pero la represión estatal y la lógica más pactista de Rubén Costas
facilitó el logro de elección de gobernadores y coparticipación en Ley de
Hidrocarburos (entrevista a Pablo Ortiz, enero de 2018).
La ciudad se movilizó activamente
en alianza con la zona norte de Pando y Beni, así como la sureña Tarija donde
domina el ex presidente socialdemócrata Jaime Paz Zamora, logrando el acuerdo
con el Movimiento al Socialismo (MAS), y niveles altos de democracia y
autonomía en 2008. No obstante, el ala más secesionista del movimiento
permanece promoviendo una salida confederal en que la nacionalidad
camba-cruceña tenga el mismo poder que el altiplano “colla” dominado por
quechuas y aymaras (Peralta 2008).
Otra diferencia marcada entre La
Paz y Santa Cruz es su marcado cosmopolitismo, migración de zonas urbanas y
rurales de los nueve departamentos de Bolivia y distintas partes del mundo, así
como su vínculo activo con Brasil y Chile, a diferencia de la alianza histórica
de La Paz con Lima desde finales de la Colonia (Audiencia de Charcas vinculada
al Virreinato del Alto Perú) y el período de la Confederación Perú-Boliviana en
el siglo XIX. Santa Cruz, desde su fundación en
1561, desempeñó frente a la naciente Audiencia de Charcas el papel de una ciudad de frontera de contención
frente al creciente imperio portugués (Brasil) y también frontera interna
frente las insumisas poblaciones indígenas de la llanura dominada por
guaraníes, chiquitanos y chiriguanos (Vaca 2018). Se mantuvo aislada y marginal
frente al posterior auge de la plata de Potosí hacia el Pacífico. Santa Cruz
estuvo más vinculada al norte argentino y a Paraguay desde donde se expandieron
las misiones jesuíticas de Moxos y Chiquitos (Sandoval 2011, 7). Con Chile
mantuvo activo intercambio con Iquique y su Universidad lleva el nombre Gabriel
René Moreno, intelectual y político quien murió en Valparaíso y es “denostado
en La Paz por ser parte de la negociación del tratado con Chile de 1904”
(entrevista a R. Baldizón, enero de 2018).
El Comité Cívico Pro Santa Cruz (CPSC) se autoimpuso
aislar a los grupos de extrema derecha y, con el discurso más integrador del
gobernador Rubén Costa, aunque con firmeza en la demanda autonómica, se
movilizó la comunidad y se negoció con la Asamblea Constituyente dominada por
los partidarios del MAS.
El historiador Nelson Jordán plantea que las luchas
y sus paros liderados por el Comité Pro Santa Cruz cuajaron un siglo de demanda
descentralizadora de una ciudad contrapeso (Jordán 2009, 15-20). Los resultados de la movilización de Santa Cruz, en alianza con los
departamentos de la medialuna oriental, fueron la elección de gobernadores
regionales y la mayor autonomía fiscal, con la creación de impuestos y tasas no análogos a los del nivel
central, agencias tributaria departamental y municipal, y la coparticipación
por ley de la renta minera y de hidrocarburos, lo cual permite que tanto la ciudad contrapeso como sus ciudades
circundantes dispongan de recursos para sus servicios (Molina et al. 2008).
4.
Guayaquil
y el camino público-privado de poder como la Singapur de Sudamérica
Guayaquil es el único caso
de ciudad no capital dominante en Hispanoamérica –dejamos de lado el caso de
Brasilia versus São Paulo–. Además de tener mayor población que Quito, en la
costa con la provincia del Guayas y Guayaquil como epicentro se concentra la
actividad agroindustrial, exportadora y los servicios financieros, comerciales
y logísticos anexos. La ciudad portuaria levantada en el golfo del Guayas es el
sistema hídrico más importante de la parte noroccidental de América del Sur. Su
poderío proviene del siglo XIX en que siempre defendió su autonomía desde el
municipio y se enfrentó a diversos regímenes autoritarios centralistas con el
metarrelato de la emancipación guayaquileña y construir un país distinto al
andino Ecuador de Quito (Fazio 1987).
La historia es más fuerte
que las categorías y, aunque en la mayoría de los países el liberalismo se alió
con las ideas federalistas, en el caso ecuatoriano los conservadores y social
cristianos, ajenos al poder central, cobraron fuerza en Guayaquil haciéndose
pro descentralización cuando se pierde el poder estatal (O’Neill 2005; Simison
2015). En Guayaquil se asentó el poder conservador que se tradujo en el siglo
XX en el Partido Social Cristiano (PSC) que gobernó el país con León Febres
Cordero en la década de 1980, quien luego se convirtió en el alcalde de
Guayaquil (1992-2000), para luego pasar la Alcaldía a manos de Jaime Nebot, el
cual ha estado en dos oportunidades en segundas vueltas presidenciales. El PSC
es la fuerza hegemónica de la política de Guayaquil y su región de Guayas en la
Alcaldía Metropolitana de Guayaquil y los municipios aledaños a la provincia.
Aunque es partido nacional, su fuerza electoral está focalizada en la costa. No
obstante, el PSC tuvo la Alcaldía de Quito en la persona de Sixto Durán-Ballén
en la década de 1970, quien fue presidente de la República (1992-1996)
“impulsando una primera ola de mayor poder municipal, creando la Ley de Régimen
para el Distrito Metropolitano de Quito que consolidó la Alcaldía mayor y le
transfirió potestades” (entrevista a F. Carrión, marzo de 2017).
Por su parte, Quito ha
sido gobernada principalmente por demócratas cristianos reformistas agrupados
en el ex partido Democracia Popular (de 1988 a 2000 se sucedieron Rodrigo Paz,
Jamil Mahuad y Roque Sevilla), y luego socialdemócratas izquierdistas aliados
del ex presidente Rafael Correa (desde 2000 a 2014 Paco Moncayo, Andrés Vallejo
y Augusto Barrera). El ex alcalde Barrera afirma que “desde la izquierda
también se ha impulsado el proceso descentralizador, devolviendo salud y
educación al Estado central por la necesaria equidad, pero permitiendo un
sistema de transferencias negociadas de manera incremental que llamamos menú de
proyectos” (entrevista a A. Barrera, marzo de 2017). Quito como sede del poder
político central asocia descentralización con el neoliberalismo que llevó al
colapso de la inestabilidad económica y política, que llevó al poder a Rafael
Correa y una “revolución ciudadana” que, en una primera etapa logró estabilizar
la economía y pactar obras con los entes subnacionales, pero luego en su
hegemonismo personalista no logró articular alianzas y perdió las elecciones en
las tres grandes ciudades de Guayaquil, Cuenca y Quito (Mantilla 2015).
Una visión crítica la
presenta Burbano de Lara (2009) al ligar la fuerte oposición de Nebot y
Guayaquil a las reformas constitucionales de Rafael Correa, con una pugna entre
la costa más vinculada a las exportaciones del modelo neoliberal versus el
proyecto nacional estatal de Alianza PAIS que fue derrotado por estrecho margen
en 2008 por el PSC y su “No” a la nueva Constitución.
Guayaquil siempre ha
tenido un discurso de ciudad conectada con el mundo que pretende ser la
Singapur de América Latina por su eficiencia, medio ambiente, ambiente de
negocios, visión empresarial con base en la cooperación público-privada de
ciudad global (Paredes 2006). Guayas y la costa son grandes exportadores de
camarón, banano y otros productos agroindustriales, lo cual es propio de las
regiones ricas que quieren más descentralización, versus las “pobres” que
demandan apoyo del Estado central porque están limitadas en recursos naturales
que les permitan generar su locomotora interna de producción. Por otra parte,
el auge económico implica compromiso privado en obras y niveles medianos de
recolección de impuestos, lo que posibilita a Guayaquil lograr recrear un poder
metropolitano fuerte, con gobernanza en expansión y mejoras sustanciales de
políticas públicas, que le permiten generar empleo y capacidad administrativa
en sus servicios (Toral 2017).
Al igual que Santa Cruz,
hace una fuerte arremetida de discurso anticentralista, identidad territorial,
genera demanda con sus vecinos y se moviliza con apoyo ciudadano transversal y
popular por medio de “marchas” o bien sea a través de consultas populares y/o
manifiestos políticos. En este entorno y en ese clima de mediados de la década
de 1990, cobró hegemonía el proyecto de fortalecimiento subnacional de
Guayaquil, que se radicalizó con fuerte movilización de barrios populares
afines mediante de paros cívicos de toda la ciudad, que forzaron equilibrios
presupuestarios con Quito usando al PSC como pivote de la transformación (Toral
2017, 32).
5.
La relevancia de Concepción en el siglo XIX, su minorización actual como
contrapeso intermedio con fuerte poder cultural
Concepción fue muy activa
desde la mayor estabilización de las relaciones con los mapuches tras la Guerra
de Arauco y la firma de acuerdos desde la segunda mitad del siglo XVII,
convirtiéndose en la práctica en el principal polo comercial, militar, agrícola
y minero del Reino de Chile (Cartes 2010 y 2014) con conexiones con el mundo,
el Río de la Plata y un rico comercio con los mapuches que la hizo zona de
cultura autónoma y poder semiautónomo, lo que configuró las tres provincias
clave en la fundación del Chile moderno: Coquimbo (desde La Serena hasta el
desierto de Atacama), Santiago (con sus zonas agrícolas de Aconcagua, Rancagua
y Colchagua, junto al puerto de Valparaíso) y Concepción (desde Talca en el río
Maule hasta el Biobío y el territorio mapuche).
En la independencia “estuvo
contra Chile” (Cartes 2010) en cuanto constructo centralista dominado por
Santiago desde la centralización borbónica de fines del siglo XVIII, la que
produjo una clase oligárquica, burocrática y autoritaria que quitaba poder a
las otras dos provincias fundantes del país y se puso en el llamado régimen
portaliano militarista (Salazar 2005), producto del propio quiebre de la
sociedad de Concepción entre el liberal federalista Ramón Freire y el
conservador José Joaquín Prieto que inauguró el ciclo de decenios conservadores
entre 1830-1870.
Concepción fue, durante gran
parte del siglo XIX, la ciudad rebelde y contrapeso a la aguda centralización
en Santiago, lo que se tradujo en su papel clave en las guerras civiles federalistas
(1830, 1851 y 1859), especialmente en 1851 en que actuaron unidos con las
generaciones de liberales rojos y numerosos contingentes mapuches en búsqueda
de recuperar autogobierno (Salazar 2005). Sin embargo, el fracaso del
federalismo, la integración de la élite insurrecta a la apertura liberal que no
se tradujo en descentralización sino en parlamentarismo (Ortiz y Valenzuela
2014), junto a la prioridad dada por la oligarquía al valle central en los
sistemas de canales, el tren a Talca e incluso los ramales a la costa para la
exportación de trigo, desplazó a Concepción de su protagonismo junto al norte
(La Serena y Copiapó en Atacama).
Durante el siglo XX tuvo dos
momentos de fuerza en el período desarrollista de 1930 a 1973: la capacidad
endógena de crear la Universidad de Concepción por el liderazgo aglutinador de
Enrique Molina Garmendia (tercera en los diversos indicadores del país tras las
santiaguinas Universidades de Chile y Católica), y con apoyo de una fuerte
inversión estatal se fortaleció como polo industrial, textil, siderúrgico y con
el megapuerto San Vicente-Talcahuano para la industria pesquera, energética y
forestal (Pacheco 1997).
A diferencia de Guayaquil y Santa
Cruz, no construyó una fuerza política hegemónica desde la región, no obstante,
ha habido fuerzas menores. Entre los movimientos endógenos con proyección
nacional, se destaca el Movimiento de Izquierda Revolucionario incubado en 1965
en la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción, el cual creció en
zonas urbanas pobres, entre estudiantes y campesinos radicalizados, pero se
negó a la vida electoral optando por la lucha armada, con una relación
conflictiva con la vía legal de Salvador Allende durante la Unidad Popular
(1970-73), perseguido y diezmado por Augusto Pinochet. El Movimiento de Acción
Popular Unitario (MAPU), católicos socialistas, tuvo su mayor peso electoral en
1973 en Concepción, fue clave en las redes autoritarias y dominó numerosas
alcaldías en el regreso de la democracia. En 2008 se creó el Movimiento Amplio
Social (MAS), que logró elegir al senador Alejandro Navarro, pero luego tuvo
una baja votación presidencial y se fusionó con progresistas y regionalistas
verdes.
En síntesis, Concepción
explora partidos propios en la izquierda con sello regionalista, pero ellos no
logran consolidarse por la carencia de articulación y pluralidad, a diferencia
de los casos de Guayaquil y Santa Cruz donde se construyen partidos de centro
derecha con pluralidad inter-generacional, combinando a empresarios, líderes
sociales y profesionales de ideas liberales y ambientalistas. Más allá del
perfil partidista, la ausencia de instancias de encuentro sociopolítico
cohesivo (los Comités Cívicos de Guayaquil y Santa Cruz) hicieron a Concepción
retrotraerse y, como paradigma de la falta de liderazgo político cohesivo, se
produjo la fractura con la provincia de Ñuble, lo que se tradujo en un quiebre
que llevó en 2017 a la aprobación de la una nueva región con Chillán como
cabecera, perdiendo el Biobío (Silva y Valenzuela 2017). Es decir, el Gran
Concepción no articuló a su propia región interior resentida con ciudades
intermedias como “territorios olvidados” (Maturana y Rojas 2015). En el Índice
de Calidad de Vida Urbana (ICVU 2015), Concepción obtuvo el lugar
10 entre las urbes chilenas y sus zonas aledañas de Tomé y Talcahuano (21 y
27), mientras Chillán mediano en el puesto 36 y Chillán Viejo rezagado en el
69. Dichas dos ciudades encabezaron el proceso de recuperar poder frente al
Gran Concepción, logrando convertirse en la Región de Ñuble con capital Chillán
escindiéndose de la Región del Biobío, la que perdió el 24% de su población
(450 000 de dos millones de habitantes) y un 37% tercio de su territorio (13
000 kilómetros cuadrados). El alcalde de Chillán reforzó la legitimidad de
Ñuble como Región por la baja inversión regional en ellos: “No hemos tenido el
plan de transporte e infraestructura del Gran Concepción” (entrevista a alcalde
de Chillán, agosto de 2017).
En el plano económico, la
refundación neoliberal en Chile que promovió las exportaciones de materias
prima (minerales, fruta, pesca y forestales) quebró la mitad de su industria en
el período 1982-1984, mientras el subsidio a las forestales le quitó poderío
agrícola al llegar a ser la mitad del territorio y el 70% de sus exportaciones,
ubicándose en las regiones medianas pobres en salarios promedio e indicadores
multidimensionales (IDERE 2018). Biobío es una de las regiones más
conflictivas/violentas, históricamente por las protestas de la zona del carbón
al fin de sus faenas en la década de 1990, pesqueros por defensa de cuotas
artesanales y pequeños productores hacia el 2000, con el alto protagonismo de
Concepción en las protestas estudiantiles y universitarias (Cárdenas y Navarro
2013), conflictos ambientales desde la resistencia mapuche-pehuenche a la
central hidroeléctrica de Ralco desde 1995 al rechazo de ampliación de la
termoeléctrica Boca Mina en Coronel desde 2013. Pero sobre todo como la cuna de
la intensificación del conflicto mapuche por tierras, siendo lugar de
crecimiento de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) en favor de la acción
directa y el sabotaje a las forestales (Mariman, Valenzuela y Cortés 2015).
Académicos de la Universidad
de Concepción y de la Universidad del Bío-Bío matizan que, junto con los
conflictos (separación Ñuble, persistencia conflicto mapuche y ambientales), ha
habido un mayor enlazamiento innovador en el sector industrial forestal:
Una política que de valor agregado a la madera,
la haga obligatoria en las viviendas y construcciones del sur son claves y no
antagónicas a la diversificación económica en otros polos, para este esfuerzo
mayor conciencia de colaboración entre las universidades y buscar ventajas como
consorcio a la usanza de franceses e ingleses (entrevista a Carlos Saavedra,
rector de la UDEC, abril de 2017).
En los conflictos no hay soluciones políticas regionales
como sí lo tuvo el gran Concepción como una de las tres provincias fundantes de
la República; la separación de Ñuble no aportará nada, pero se construyó en la
manipulación desde Santiago, el resentimiento por poco poder y cierta desidia
de la élite penquista (entrevista a Armando Cartes, historiador, mayo de 2018).
Por su parte, Sergio Moffat
de la Universidad del Bío-Bío culpa “al centralismo que hace débiles a las
regiones y a su propia capital como Concepción. Todo se logra negociando con los
ministerios en Santiago, por tanto, hay un incentivo estructural a crear nuevas
regiones” (entrevista, abril de 2017).
Al rezago
político-demográfico-económico, sobresale el liderazgo universitario del Gran
Concepción. Durante dos décadas, la Universidad del Bío-Bío –fusión en 1981 de
las sedes en Concepción de las estatales Universidad de Chile y Universidad
Técnica del Estado– y la Universidad de Concepción han sido las principales
aliadas en políticas públicas del gobierno regional (GORE).
La dimensión de mayor
contrapeso político de Concepción se da en lo universitario, estando la
Universidad de Concepción como la tercera más relevante de Chile. Creada en
1919, se ubica entre las mejores 15 universidades de América Latina (Ranking
Quacquerelli 2018) y entre las mil mejores del mundo del Ranking CyD (2019). A
diferencia de Guayaquil que logra ubicar en niveles intermedios solo a la
Escuela Superior Politécnica del Litoral (69) versus cinco universidades de
Quito bien posicionadas.
Por su parte, la Universidad
Autónoma Gabriel René Moreno de Santa Cruz se ubica en el puesto 4547 del
Ranking mundial CyD (2019), muy por detrás de universidades de La Paz y
Cochabamba, y distante de las de Concepción y Guayaquil. Este peso
universitario de Concepción es histórico, desde las jornadas culturales de la
década de 1960, polo creador de teatro y música de vanguardia (desde Violeta
Parra al rock).
Santa Cruz de la Sierra al
igual que Guayaquil muestra debilidad en la calidad de su sistema de educación
superior, a nivel de políticas presupuestarias en investigación y actualización
docente, y en lo que respecta a las condiciones del sistema administrativo de
educación superior en sí.
En el caso de Santa Cruz, en
respuesta a la debilidad del sistema educativo nacen diversos movimientos
educativos y culturales autogestionados. Es de resaltar el aporte de los
movimientos culturales ciudadanos autogestionados y su red de 20 bibliotecas
municipales en los distintos barrios de sus distritos. Así mismo en esta ciudad
se realizan los dos festivales internacionales que mayor audiencia y artistas
congregan en la región, de manera bianual, a cargo de la Asociación Pro Arte y
Cultura (APAC): el Festival Internacional de Teatro y el Festival Internacional
de Música Renacentista y Barroca.
El Gran Concepción también
lidera por sobre Santiago en innovaciones en su área metropolitana (Valenzuela y Toledo 2017), siendo la intercomunalidad con mayor colaboración y proactividad
en proteger humedales, contar con un plan maestro de transporte, política de
movilidad y sistema de consultas ciudadanas (BID 2018). Lo anterior ha dado
resultados, situándose como área metropolitana de mejor calidad de vida en
Chile (Corporación Ciudades 2019).
A continuación, se entrega
una tabla comparada de las tres ciudades contrapeso estudiadas y las
dimensiones de su búsqueda de equilibrio con sus respectivas capitales
nacionales con las que rivalizan y buscan persuadir al Estado central de
medidas en favor de la descentralización y la autonomía territorial. Se integra
los elementos clásicos de tamaño demográfico y poderío económico,
infraestructura y logística, además de su peso cultural/universitario y
capacidad de realizar relaciones diplomáticas propias en su inserción global.
Para medir su peso político, se observa si logra influir en el sistema de
partidos a nivel nacional con una fuerza política asentada en su territorio, y
si es capaz de movilizarse de manera contenciosa a los poderes centrales,
logrando articular a los gobiernos subnacionales y a los actores diversos de
sus regiones de influencia.
Cuadro
2. Síntesis de los casos estudiados
Dimensión |
Guayaquil |
Santa Cruz |
Concepción |
Logros en
descentralización |
Municipios fuertes,
ley de coparticipación, amplias competencias
urbanas y de transporte, aunque perdieron educación. |
Municipios y
gobernador departamental fuertes y articulados entre departamentos para hacer
frente al centralismo, coparticipación en rentas petroleras y
agroindustriales. |
Sin rentas
regionales, activa en comisión que impulsó elección de gobernadores en 2020. |
Poderío económico |
Fuerte en lo
pesquero, bananero, bancos y turismo. |
Fuerte como polo
empresarial, turístico-cultural, agroindustrial y petrolero. |
Mediano como segunda
zona industrial del país (celulosa, pesca, acero). |
Demografía relevante |
Superó a Quito. |
Alta equiparada con
La Paz-El Alto. |
En declinación hasta
ser un séptimo de Santiago. |
Poder de
movilización |
Fuerte, diversos
paros regionales forzaron leyes regionalistas. |
Fuerte, las
protestas intensificadas desde 2002 lograron la ley marco de autonomías y su
Ministerio, la elección libre de gobernadores, cartas orgánicas municipales. |
Mediano en lo
regionalizador, fuerte en conflictos laborales y ambientales. |
Fuerza política
propia |
Alta, Partido Social
Cristiano dominante región y segunda fuerza nacional. |
Alto, Demócratas
Verdes dominante en Santa Cruz, Beni, Tarija y Cochabamba. |
Mediano, MIR
1967-1980; MAPU 1997-2000; MAS 20010-2019; Presidencia UDI. |
Polo cultural Educacional |
Mediano, alta en
oferta universitaria pero solo una de calidad intermedia (69 en América
Latina). |
Mediano-bajo, tiene
20 universidades, pero mal ubicadas en rankings de calidad. |
Fuerte con cinco
universidades y la Universidad de Concepción entre la mil mejores del mundo,
15 en América Latina, polo cultural alto en lo literario y musical. |
Infraestructura de
ciudad global |
Alta, puerto
principal y tráfico aéreo global. |
Mediana, mejora en carreteras
y aeropuerto internacional con desarrollo mediano, desactualizada en trenes y
vías fluviales. |
Mediana-baja con red
de puertos y carreteras, sin tren y aeropuerto con pocos vuelos
internacionales. |
Política exterior
autónoma |
Fuerte pro
globalización. |
Fuerte pro
globalización y mejor relación con Chile, Brasil, Alemania, Japón; tiene su
propia delegación en Santa Cruz. |
Mediana en opción
con Neuquén y con China por puerto en el sur. |
Elaboración
propia combinando datos e información de coloquio sobre “Ciudades contrapeso y
sus dimensiones.[i]
6.
Conclusiones
Concepción se apagó en el siglo XX en su
crecimiento demográfico y económico respecto a Santiago que es hoy siete veces
mayor a la capital del sur de Chile, como resultado categórico de la derrota
federalista en Chile en el siglo XIX y la naturalización de un Estado
centralista que unió en Santiago tanto a la élite desarrollista como a la
oligarquía agraria central. Durante el siglo XXI, Concepción destaca como polo
universitario, pero no ha logrado retomar el liderazgo de la lucha territorial
al no contar con fuerza política propia e incluso en su endogamia, perder parte
de su territorio que se convirtió en otra región (Ñuble) y mantenerse silente
ante el conflicto mapuche a diferencia de su protagonismo pactando con los
mismos en 1925. En cambio, Santa Cruz de la Sierra y Guayaquil logran movilizar
su macroterritorio en favor de la descentralización y recursos autónomos,
basados en la fuerte identidad regional proto-nacionalista con etnificación
diferenciada de otro (Hroch 2001) en lo que llaman indistintamente cultura
cruceña (Peña 2003; Vaca 2018) o nacionalismo oriental camba como colonos
agroindustriales emprendedores de raigambre europea en el corazón de América
(Nación Camba 2005), al igual que los costeños de Guayas que en su vitalidad
blanca mestiza se diferencian de la cultura andina indígena de Quito y La Paz.
Ambas ciudades se funden con sus regiones en un anticentralismo histórico que,
en el caso de Concepción, perdió capacidad de articulación en su propia región.
En el caso de Guayaquil,
desde su discurso autonómico emancipatorio de la dependencia a Quito (Fazio
1987), en la década de 1990 logró fortalecer la acción municipalista
(O’Neill 2005), la recuperación costanera (Malecón) como ícono de modernidad y
cooperación público-privada, igualándose a procesos similares en Barcelona y
Buenos Aires, potenciando su liderazgo como ciudad global que mira el mundo y
aparece en los mapas de las ciudades emergentes y protagonistas del mapa del
emprendimiento sudamericano.
Como sostiene Burbano de
Lara (2009) en su ensayo comparativo entre las luchas autonómicas de Guayaquil
y Santa Cruz, la globalización provocó al menos tres procesos clave para
entender la emergencia de movimientos autonomistas: a) una revalorización y
elogio de lo local costero y llanero que ha sido un continuo histórico en ambas
ciudades que se diferencian de las capitales nacionales andinas; b) un
debilitamiento o exacerbación de las identidades nacionales, lo que a su vez
fragmenta o revitaliza las identidades territoriales y activa la necesidad de
convivir en la diversidad; y c) el surgimiento de nuevos escenarios de
oportunidades para las ciudades y regiones económicamente mejor posicionadas en
los Estados nacionales que se ve empujada por la industria del camarón en
Guayas y por los altos precios del petróleo y la soja en el caso de Santa Cruz.
Ambas ciudades tienen una larga historia de vinculación con el mercado mundial
(Guayaquil) o han especializado sus economías en la exportación (Santa Cruz de
la Sierra). Concepción lidera la industria forestal y de la madera, su
liderazgo de segundo polo universitario resiste parte de su pasado industrial,
aunque decae su peso económico, demográfico y político versus Santiago y los
partidos nacionales.
De este modo, se
corroboran los avances en Guayaquil y Santa Cruz de la Sierra que logran potestades
y recursos por ley, versus la mayor minorización de Concepción, la cual tampoco
logró la fuerte alianza público-privada y con los territorios aledaños que
caracteriza los dos casos predominantes de Guayaquil y Santa Cruz, las cuales
han ganado el liderazgo económico a la capital principal de su país con una
alianza público-privada que contrarresta los intereses concentradores de la
élite de la capital (Eaton 2004), alcanzando al menos el 50% del PIB de la
ciudad hegemónica. Concepción y Biobío son solo un 15% del PIB de Santiago.
Santa Cruz de la Sierra ejerce poder de movilización contestatario al centro
político con paralización de la ciudad y alta organización de movimientos
sociales, políticos, culturales, con capacidad de influencia en todas las regiones
del país, generando una negociación con el Gobierno central porque tiene la
capacidad de convertir las demandas locales en demandas nacionales, con
argumentos históricos y datos económicos duros, que son generados, en el caso
de Santa Cruz, por sus propias instituciones como el Museo de Historia y
Archivos, y la Cámara de Exportadores (CADEX). Guayaquil y Santa Cruz de la
Sierra han generado poder político propio desde su territorio en la
representación política nacional (con partido propio o facción determinante de
una nacional), así como propuesta política nacional. Después de protagonizar
las presidencias en la primera mitad del siglo XIX, Concepción perdió su
poderío político. Las tres ciudades contrapeso analizadas tienen la
infraestructura básica de ciudad global, que en el caso de Concepción adolece
tanto de aeropuerto internacional como de paso fronterizo con Argentina y
conectividad vía tren con el resto de Chile. En el caso de Santa Cruz de la
Sierra, es necesaria la actualización de su sistema ferroviario y fluvial, así
como la ampliación de su aeropuerto. También han logrado inserción en la
globalización con política exterior propia, fuertes lazos económicos con Asia,
Europa y América, posicionándose Guayaquil como puente de América al Asia,
Santa Cruz como el polo económico y cultural del corazón de Sudamérica
rescatando su patrimonio cultural jesuítico y el teatro boliviano. En el caso
de Concepción es más tenue, pero crece en acuerdos con China, coloca su mega
festival de rock en agenda mundial, eventos deportivos con campeonato
mundial de rallies y sobretodo, el liderazgo de la Universidad de
Concepción en el sur de América.
En conclusión se puede colegir que hay
una relación directa entre los niveles descentralización con la existencia de
ciudades que han sido contrapeso político-cultural-económico activo
movilizándose en favor de la policentralidad. Donde ha habido mayor pugna
fundacional en modelos federales o unitarios descentralizados como Colombia, y
recientemente Ecuador y Bolivia por la tensión creada por Guayaquil y Santa
Cruz, hay mayor contrapeso para el dinamismo de otros polos alternativos al
centro con potestades y recursos autónomos (Valenzuela et al. 2019).
Apoyos
El estudio de “Ciudades contrapeso” está
asociado al proyecto de investigación 012019 de Convergencias Regionalistas de
Estudios Aplicados del Sur (CREASUR), de la Universidad de Concepción, Chile.
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Entrevista a Carlos
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Entrevista a Armando Cartes,
historiador, mayo de 2018.
Entrevista a Sergio Moffat,
abril de 2017.
Notas
[i] El coloquio “Ciudades contrapeso y sus dimensiones” se
realizó en la Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, el 21 de junio de
2018. En el evento se organizó un panel de expertos en el que participaron
académicos latinoamericanos como Osvaldo Henríquez, Armando Cartes,
Fernando Carrión y Héctor Oyarce.