DOSSIER de investigación
Transnacionalización de las
políticas de ciencia y tecnología en América Central. Un análisis de redes,
1955-2020
Transnationalization
of science and technology policies in Central America. A network analysis
1955-2020
Dr.
Ronny Viales-Hurtado. Docente e Investigador, Programa Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad,
Centro de Investigaciones Históricas de América Central, Universidad de Costa
Rica.
(nronny.viales@ucr.ac.cr) (https://orcid.org/0000-0001-6024-2237)
Mgtr. Ronald Saénz-Leandro. Docente
e Investigador, Programa Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad,
Centro de Investigaciones Históricas de América Central, Universidad de Costa
Rica.
(ronald.saenz@ucr.ac.cr) (hhttps://orcid.org/0000-0001-8717-1870)
Lcdo. Marco Garita-Mondragón. Docente e Investigador, Programa Ambiente,
Ciencia, Tecnología y Sociedad, Centro de Investigaciones Históricas de América
Central, Universidad de Costa Rica.
(ronald.saenz@ucr.ac.cr) (https://orcid.org/0000-0003-4821-8714)
Recibido: 18/01/2021 – Revisado: 23/04/2021
Aceptado:
23/06/2021 – Publicado: 01/09/2021
Cómo citar este artículo: Viales-Hurtado, Ronny, Ronald Saénz-Leandro y Marco Garita-Mondragón.
2021. “Transnacionalización de las políticas de ciencia y tecnología en América
Central. Un análisis de redes, 1955-2020”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 71:
37-58.
https://doi.org/10.17141/iconos.71.2021.4830
Resumen
En el presente artículo se argumenta que la difusión de ideas
sobre las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad en América Central se
enmarca en procesos de transnacionalización impulsados por organismos
regionales, tanques de pensamiento y organizaciones no gubernamentales. A esta
afirmación se llega a partir del análisis de documentos oficiales y del estudio
de las redes transnacionales producto de la difusión de estas ideas en América
Latina. Durante el auge del desarrollismo cepalino en
la región, el Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología
Industrial (ICAITI) fue un actor clave en la inserción del pensamiento
latinoamericano en ciencia, tecnología y sociedad. El ICAITI junto con la
cooperación externa patrocinada por las potencias occidentales sentaron las
bases para el desarrollo de políticas científicas en América Central. Debido a
situaciones internas y externas, ese modelo de desarrollo encontró sus límites
hacia la década de los 80, y ello marcó el fin del instituto. No obstante,
entre los años 80 y los 90 con la liberalización de las economías
centroamericanas y la reestructuración de la institucionalidad de las ideas
sobre ciencia, tecnología y sociedad en la región, otra serie de actores
transnacionales lograron insertase con éxito en los diferentes proyectos de
políticas científicas, impulsando un enfoque que llega hasta nuestros días: la
visión economicista y neoliberal de la cuestión tecnológica.
Descriptores: América Central; centros de
investigación; ciencia y tecnología; organismos regionales; políticas
científicas; tanques de pensamiento.
Abstract
The present article argues that the dissemination of ideas about the
relationship between science, technology and society
in Central America, is framed by transnationalization
processes, which, in turn are driven by regional international organizations,
think tanks and non-governmental organizations (NGO’s). This conclusion is
reached after examining the official documents and the transnational networks
generated by the flow of these ideas in Latin America. In the heyday of CEPAL-inspired
developmentalism in the region, the Central American Institute for Industrial
Research and Technology (ICAITI) became a key player in the development of
Latin American thought on science, technology and
society. ICAITI, with the help of foreign aid programs sponsored by western
powers, was instrumental in establishing the scientific development policies
that became dominant in Central America. Due to both internal and external
factors, the “Cepalian” development model reached its
limits around the decade of the 80’s and this led to the demise of the
institute. However, between the 80’s and the 90’s the liberalization of the
Central American economies and the restructuring of the science, technology and
society institutions in the region provided other transnational actors with the
opportunity to influence the agenda of scientific development. The new approach
involves the supremacy of a neo-liberal and economistic perspective that is
still dominant in our times.
Keywords: Central America; research centers; science and
technology; regional organizations; scientific policies; think tanks.
1. Introducción
El objetivo de este artículo es identificar la existencia de
organismos regionales y no gubernamentales que han fomentado el desarrollo e
implementación de políticas relacionadas con ciencia y tecnología en América
Central desde la década de los 50 hasta el 2020, con el fin de comprender la
transnacionalización de las propuestas de política. Para ello se analizaron dos
momentos clave en la difusión del pensamiento sobre ciencia y tecnología e
innovación –en lo adelante CTI– en la región: el periodo de auge del
desarrollismo cepalino y el apogeo del pensamiento
neoliberal.
Para analizar la difusión de estas políticas durante el
periodo desarrollista se estudiaron diferentes documentos elaborados por el
Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial (ICAITI)
entre 1955 y 1998, el cual fue el principal impulsor de políticas CTI durante
el auge del proceso de integración centroamericano iniciado en la década de los
50. Por su parte, para el estudio de la expansión de las políticas durante el
periodo neoliberal se consultaron los documentos de política elaborados por las
diferentes instancias nacionales, en Costa Rica hacia finales de los 70 y en
los demás países de la región a partir de la primera década del siglo XXI.
En el texto se demuestra que en ambos momentos existieron
importantes procesos de transnacionalización que enlazaron diferentes enfoques
sobre la relación entre ciencia, política y sociedad. Tanto el pensamiento
latinoamericano en ciencia, tecnología y sociedad –en lo adelante PLACTS– como
el pensamiento único neoliberal sobre ciencia y tecnología, se insertaron en la
región gracias a organismos internacionales, actores regionales y los tanques
de pensamiento –think tanks–, evidenciando el carácter regional
y global en el que se desarrollaron las políticas CTI en el istmo
centroamericano.
En este trabajo se argumenta que esa manifestación es muy
tangible en América Central, ya que algunas organizaciones, fundadas por
actores de la política nacional, han estado de cerca en la formulación y
ejecución de políticas en la región. Aunque estas organizaciones no logren
incidir directamente en la política, muchas veces pueden fijar los parámetros
de la discusión y la propia agenda política (Abelson
2007).
Otros autores (Braun et al. 2007) han establecido algunas variables
que podrían explicar la influencia de estas organizaciones en la política
pública. Cuestiones ligadas a la gestión interna de las organizaciones, como su
administración, tipo de investigación o estrategias de comunicación, podrían
explicar el éxito de los tanques de pensamiento en desarrollar cierto grado de
influencia en la gestión pública. También influyeron elementos exógenos como la
contratación de responsables de política pública en diferentes puestos o
proyectos de investigación, el desarrollo de actividades académicas como seminarios
y conferencias con los responsables de la política pública, reuniones privadas
con ellos, creación de herramientas de comunicación específicas, por ejemplo,
los informes o documentos con un lenguaje menos técnico y el ingreso de cuadros
de la organización en las estructuras gubernamentales (Braun et al. 2007).
Todos estos elementos fueron aprovechados por estas organizaciones para crear
un ambiente favorable hacia sus posturas. Recientemente, se ha planteado que la
inserción de ese tipo de políticas e ideas en América Latina se debe de
entender como un proceso de larga duración enmarcado en la “larga Guerra Fría”,
por medio de la cual Estados Unidos extendió su influencia en los países
latinoamericanos (Calandra 2011; Calandra y Franco 2012; Stonor
Saunders 2001).
El estudio de la relación entre estas organizaciones y las
políticas CTI en América Central es todavía incipiente en la región. Existen
algunas investigaciones que analizan las redes de poder detrás de la
elaboración o modificación de diferentes políticas, no obstante, han
desatendido la mirada regional, y aunque con algunas excepciones, no han
profundizado en los procesos transnacionales ligados a la relación entre
ciencia, política y sociedad. Aun así, han demostrado que en la región existe
una relación muy estrecha entre el poder político, las organizaciones no
gubernamentales y la tecnología y la ciencia (Casas 2004; Viales-Hurtado y
Clare 2007; Granados 2009; Vanegas 2009; Viales-Hurtado y Granados 2010;
Viales-Hurtado, Arellano y Granados 2012; López 2016; Guerrero 2020).
En una primera parte analizamos el papel de diversos actores
regionales en la transnacionalización de las políticas CTI durante el periodo
desarrollista de la región –de 1950 a 1980– y en un segundo apartado enfatizaremos
el papel de los tanques de pensamiento en
la elaboración y ejecución de esas políticas durante el auge neoliberal en la
región. Finalmente, incluimos un apartado donde se exponen las principales
conclusiones a las que arribamos durante la investigación.
2.
Organismos regionales,
tanques de pensamiento y políticas en ciencia, tecnología e innovación
Existe una amplia variedad de instituciones, centros de investigación
y organismos no gubernamentales (ONG) que son conceptualizados como tanques de
pensamiento. Estas organizaciones poseen características propias, aunque
comparten un objetivo común: incidir en el debate o la generación de las
políticas públicas. A menudo se encuentran insertadas en redes transnacionales
y se convierten en difusores nacionales de ideas o programas políticos
regionales y/o globales. Junto con los organismos multilaterales y diferentes
organizaciones regionales han jugado un papel central en la difusión de
diversas corrientes de pensamiento.
David Harvey (2007) indica que las ideas neoliberales
tuvieron una influencia significativa en la década de los 70 en el mundo
anglosajón gracias a la Mont Pelerin Society (MPS),
el Institute of Economic Affairs (IEA) y
la Universidad de Chicago. Fischer y Plehwe (2017)
plantean lo mismo para el caso latinoamericano, al argumentar que
organizaciones de esa naturaleza fueron claves para la difusión y ejecución del
neoliberalismo en la región. Para ello proponen dos olas en torno al
surgimiento de thinks tanks de
derecha en América Latina. La primera de ellas abarcó las décadas de los 50, 60
y 70 y se caracterizó por el surgimiento de organizaciones producto de alianzas
entre empresarios y políticos, con los objetivos de combatir las tesis
económicas desarrollistas amparadas en la intervención económica del Estado y
la industrialización por sustitución de importaciones –indicador al que
nombraremos ISI en todo el artículo–. Durante ese periodo los vínculos
internacionales de esas organizaciones se basaron en contactos personales y
redes informales.
La segunda ola se desarrolló entre las décadas de los 80 y
90, época donde los thinks
tanks de derecha en América Latina tuvieron una
importante participación en los procesos de ajuste neoliberal y en la
transición democrática. Esto coincidió con la creación de diferentes redes
transnacionales amparadas en tanques de pensamiento paraguas, como Atlas Network, que jugaron un rol fundamental en el
apoyo técnico y financiamiento de sus asociados locales (Fischer y Plehwe 2017).
En términos generales, esa periodización permite entender el
surgimiento de tanques de pensamiento y organismos regionales en América
Central. En materia de CTI, el ICAITI fue un pilar fundamental en la
investigación y promoción de actividades económicas no tradicionales y de la
industria regional, mientras que los tanques de pensamiento de derecha, como la
Asociación Nacional de Fomento Económico (ANFE) y el Centro Estudios Económico-Sociales
(CEES), en términos generales desatendieron la cuestión de la tecnología. En
1962, ANFE organizó un debate sobre la “importancia de la tecnología en la
industrialización” con la participación de importantes empresarios locales (Diario
de Costa Rica 1962), lo que podría indicar que para estas organizaciones la
cuestión tecnológica debería estar liderada por el mercado y el sector privado.
No obstante, no existe evidencia para afirmar que la ciencia
y la tecnología fueron temáticas centrales para estas organizaciones durante
ese periodo, más bien parece que estas cuestiones fueron
consideradas secundarias y que estaban más preocupadas en denunciar la
estatización de las economías centroamericanas, el incremento de sindicatos y
en divulgar las ideas liberales en la región. No fue hasta la década de los
80 que este tipo de organizaciones comenzaron a jugar un papel más determinante
en la formulación y ejecución de políticas públicas, especialmente durante la
reforma neoliberal y en la transición democrática, dejando de lado el liderazgo
asumido por el ICAITI en el periodo de auge desarrollista.
A partir de los datos que se exponen en la tabla 1 se
propone una primera periodización para entender el surgimiento de ese tipo de
organizaciones en la región centroamericana. El primer periodo se enmarca desde
la década de los 50 hasta la de los 80 y estuvo caracterizado por el
surgimiento de centros de investigación y divulgación y universidades privadas
que, por un lado, promovieron la integración económica centroamericana bajo un
modelo desarrollista y por otro, organizaciones que criticaron ese modelo
keynesiano como otras formas de economía planificada, a la vez que divulgaban
el ideario liberal en la región. El segundo periodo comenzó hacia finales de la
década de los 80 y se extiende hasta la actualidad. Su principal característica
es una mayor presencia de tanques de pensamiento en las cuestiones CTI de la
región.
Tabla 1.
Lista de tanques de pensamiento y organismos regionales CTI fundados en
América Central, 1955-2017
Organización |
País |
Año de fundación |
Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología
Industrial |
Guatemala |
1955 |
Asociación Nacional de Fomento Económico |
Costa Rica |
1958 |
Centro de Estudios Económico-Sociales |
Guatemala |
1959 |
Centro Científico Tropical |
Costa Rica |
1962 |
INCAE Business School |
Costa Rica |
1964 |
Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima |
El Salvador |
1968 |
Universidad Francisco Marroquín |
Guatemala |
1971 |
Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza |
Costa Rica |
1973 |
Centro de Investigaciones Económicas Sociales |
Guatemala |
1982 |
Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social |
El Salvador |
1983 |
Libro Libre |
Costa Rica |
1983 |
Fundación para el Desarrollo de Guatemala |
Guatemala |
1984 |
Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo |
El Salvador |
1986 |
Fundación Omar Dengo |
Costa Rica |
1987 |
Academia Nacional de Ciencias |
Costa Rica |
1992 |
Centro de Formación de Formadores y de Personal Técnico para el
Desarrollo Industrial de Centroamérica |
Costa Rica |
1992 |
Centro de Gestión Tecnológica e Informática Industrial |
Costa Rica |
1992 |
Centro Nacional de Alta Tecnología |
Costa Rica |
1998 |
Fundación para el Centro Nacional de la Ciencia y la Tecnología |
Costa Rica |
1998 |
Centro de Estudios Políticos Dr. José Antonio Rodríguez Porth |
El Salvador |
2002 |
Red Avanzada de Investigación, Ciencia y Educación Salvadoreña |
El Salvador |
2003 |
Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas |
Nicaragua |
2004 |
Estrategia Siglo XXI |
Costa Rica |
2004 |
Instituto para la Libertad y el Análisis de Políticas |
Costa Rica |
2005 |
Centro Nacional de Innovaciones Biotecnológicas |
Costa Rica |
2006 |
Fundación Honduras Investiga |
Honduras |
2009 |
Fundación para la Libertad |
Nicaragua |
2012 |
Fundación Eléutera |
Honduras |
2013 |
Instituto de Desarrollo Empresarial y Acción Social |
Costa Rica |
2013 |
Instituto Fe y Libertad |
Guatemala |
2014 |
Ciudadanos por la Libertad |
Nicaragua |
2016 |
Ideas Labs |
Costa Rica |
2016 |
Guatemala Inmortal |
Guatemala |
2017 |
Elaboración propia.
3.
El ICAITI y el
desarrollismo tecnológico en América Central, 1955-1998
Durante el periodo de auge del desarrollismo en la región,
el ICAITI fue la principal institución encargada de sentar las bases para la
creación de las primeras políticas científicas regionales en CTI. Con el apoyo
técnico de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), se concibió como
una institución dedicada al fomento de la investigación y desarrollo
tecnológico regional con el fin de establecer las bases tecnológicas necesarias
para impulsar la industrialización de América Central. Se fundó en 1955 y se
posicionó como una institución clave para el proceso de integración económico
regional, de profundas raíces históricas, reimpulsado en la década de 1950.
Durante el periodo colonial Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua y Costa Rica formaron una sola unidad
político-administrativa: la Capitanía General de Guatemala o Reino de
Guatemala. Una vez conseguida la independencia política de España en 1821, y
después de diferentes experimentos, se creó en 1824 la República Federal de
Centroamérica. Luego del fracaso de esa República en 1840 el espíritu
integracionista en la región no se renovó hasta 1950. En 1951 surgió la
Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), la cual impulsó la creación
del Mercado Común Centroamericano (MCCA) en 1960 con el objetivo de crear una
unión aduanera e incentivar la industrialización regional (Bulmer-Thomas
1999).
Ese contexto propició la creación de diversas instituciones
regionales que apoyaron e impulsaron esa integración y el ICAITI fue el
organismo encargado de promover la investigación científica y su aplicabilidad
a la industria regional. De acuerdo con su primer director, Albert Mirles
(1956), el principal objetivo de la institución era la creación de una base
tecnológica local, adaptada a la realidad centroamericana y encadenada entre
sí, para disminuir la dependencia de la tecnología extranjera y así sostener el
proyecto de la ISI, impulsado por la CEPAL. Para eso, el ICAITI brindó asesoría
técnica a los industriales que así lo desearon: “estoy casi convencido que el
simultáneo y coordinado establecimiento de una red de industrias
interdependientes tiene más posibilidades de éxito que una industria aislada, y
lo que es cierto para un país lo es más todavía para una región como la de
América Central” (Mirles 1956, 6).
Sin embargo, el sueño de la industrialización e
independencia tecnológica de la región chocó con la realidad y los límites de
la economía regional. Luego de la posguerra el istmo entró en un proceso de
“expansión acelerada” como lo ha llamado Guerra-Borges (1994). Entre 1950 y
1960 la economía regional registró un crecimiento promedio anual de un
4,6 %, mientras que en el periodo de 1960 a 1970 fue del 5,7 %. Este
crecimiento se fundamentó en la tradicional economía de agroexportación, en una
incipiente ISI, en la expansión de los sistemas financieros de intermediación,
en la modernización de los servicios y en la integración económica
(Guerra-Borges 1994).
Aunque los diversos países desarrollaron políticas para
incentivar la industrialización y la importación de bienes de capital, los
desarrollos tecnológicos no tuvieron el impacto deseado y se concentraron en
las economías tradicionales de la región, principalmente de carácter
agropecuario. En Costa Rica y Nicaragua, la Revolución Verde estimuló la
tecnificación de fincas de café y banano, principalmente mediante el uso de
semillas híbridas y de insumos de origen industrial, como los fertilizantes y
plaguicidas (Samper, Naranjo y Sfez 2000), lo que en
ocasiones generó importantes conflictos socioambientales (Marquart 2003).
De forma similar, la palma aceitera recibió importantes impulsos
en Costa Rica a partir de la década de los 50, en parte gracias a los
desarrollos genéticos producidos en los laboratorios de la United Fruit Company (UFCO) (Clare 2011), la
cual ya contaba con una importante tradición investigativa en la región (Soluri 2000). El desarrollo de la computación en ese país
presentó el mismo inconveniente al depender de las empresas transnacionales y
del capital foráneo (Viales-Hurtado, Calderón y Chavarría 2015). De igual modo,
la industria farmacéutica costarricense tuvo una fuerte concentración de
capital extranjero, a tal punto que para 1977 el 82,2 % del valor bruto de
producción de esta rama estaba en manos de laboratorios extranjeros (Bello 1980).
Una situación similar se dio en los países del Grupo Andino, los cuales
enfrentaron muchos problemas para consolidar su tecnología propia (Soto-Krebs
1975). No obstante, queda por determinar cuál fue el impacto que tuvieron los
centros de investigación como el ICAITI en el desarrollo de avances
tecnológicos propios, ya que la historiografía centroamericana ha desatendido
la investigación sobre esos centros regionales (Chavarría 2020).
El ICAITI reconocía en 1974 que existían importantes
restricciones en la utilización y difusión de la tecnología en la región, para
lo cual implementó el Programa Centroamericano de Desarrollo Tecnológico. Se
puede considerar a este programa como el primer impulso hacia una política
científica regional. Durante esa época, algunos países iberoamericanos estaban
desarrollando importantes reflexiones sobre la ciencia y la tecnología (Sanz
1997; Feld 2014), las cuales también repercutieron en
América Central gracias al esfuerzo de actores transnacionales. Para el ICAITI
era fundamental impulsar el estudio del sistema científico-tecnológico de los
países del istmo –en consonancia con organismos como la OCDE–[i] ante
la falta de estadísticas sobre los recursos científicos de la región. También
consideraba necesario incentivar proyectos específicos en los sectores
agroalimentarios y desarrollar programas de capacitación en el campo de la
política y la planificación tecnológica y científica (ICAITI 1994). Estas
acciones arrojaron resultados inmediatos al publicarse en 1975 el primer
estudio sobre los recursos científico-tecnológicos de la región.
Tomando como base la información disponible en 1971, se
llegó a la conclusión de que en América Central existían 171 institutos que
realizaban algún tipo de investigación y desarrollo técnico: el 24 % se
ubicó en Guatemala; el 18,1 % en El Salvador; el 17,8 % en Panamá; el
15,8 % en Costa Rica; el 13,5 % en Honduras y el 11,1 % en
Nicaragua. La mayoría de esos centros pertenecían al gobierno –el 53,8 %–,
seguido por los centros de educación públicos –un 21 %–, organismos
regionales –un 12,3 %–, otros –un 9,9 %–, empresas y centros de
educación privados –ambos con un 1,2 %– y las empresas del Estado y mixtas
que representaban un 0,6 %. Se determinó que ese año se invirtió un 0,20 %
del PIB regional en investigación y desarrollo: Panamá el 0,31 %, El
Salvador el 0,27 %, Honduras el 0,23 %, Guatemala el 0,17 %,
Costa Rica el 0,15 % y Nicaragua el 0,07 %. La mayor parte de estas
inversiones se destinó a investigación básica –principalmente ciencias
naturales, exactas, ingeniería y ciencias médicas–, mientras que los recursos
empleados en la investigación aplicada se concentraron en el sector
agropecuario, en las ciencias médicas, y en menor grado, en las ciencias
naturales, ingeniería e industria y minería (Arias 1975).
En cuanto a la cantidad de investigadores disponibles, el
censo calculó que existían 3861 científicos y técnicos trabajando en los
institutos de investigación (Arias 1975, 45). Según Almícar
Herrera (2015), los países de América Latina debían alcanzar una masa mínima de
recursos para poder posicionarse como actores importantes en la ciencia y la
tecnología, que Sagasti (1975) calculaba en gastos anuales de 100 millones de
dólares, y contar con al menos 10 000 investigadores dedicados a tiempo
completo a estas labores.
La única forma para que América Central llegara a esas
cifras era por medio de la integración tecnológica, la cual se consolidó en la
década de los 60 y 70 como la alternativa para los países menos desarrolladas
del continente. Por eso surgieron en América Central y en la región andina
enfoques regionales que apuntaban al problema de la ciencia y la tecnología
(Soto-Krebs 1975), ya que por sí mismos países tan
pequeños, y con importantes limitaciones económicas y de infraestructura
tecnológica, no podrían alcanzar las cifras sugeridas por Sagasti (1975).
El ICAITI junto con la Organización de Estados Americanos
(OEA) y la canadiense International Development Research Centre
(IDRC) organizaron en 1974, en Ciudad de Guatemala, el Primer Seminario sobre
Desarrollo Científico y Tecnológico de América Central, el cual contó con la
participación de importantes difusores del pensamiento latinoamericano sobre
ciencia y tecnología. A partir de la lista de participantes en ese seminario,
que se muestra en el gráfico 1, se puede realizar una aproximación a los
vínculos internacionales del ICAITI con el objetivo de profundizar en el
estudio de la transnacionalización de las ideas científicas en América Central.
[ii]
PLACTS
es una corriente de pensamiento que cobró fuerza en América Latina a partir de
la década de los 60. En sus inicios planteaba un diagnóstico crítico al modelo
lineal de innovación y realizaba profundas reflexiones sobre la orientación de
la ciencia al considerar que no debería de verse como algo intrínsecamente
positivo. Además, logró vincular sus reflexiones sobre la ciencia y la sociedad
con la teoría de la dependencia, buscando explicar el subdesarrollo tecnológico
regional. De acuerdo con Dagnino, Thomas y Davyt, el
PLACTS consideraba que la mejor forma de introducir la tecnología a la región
no era por medio de una plena autonomía tecnológica, sino a través de la
configuración de un “mix tecnológico” entre
capacidades locales, compra en el exterior o copia sin licencia. Entre los
principales exponentes de esta corriente de pensamiento se encontraban Amílcar
Herrera, Jorge Sabato, Oscar Varsavsky, José Leite Lopes, Miguel Wionczek, Francisco Sagasti, Máximo Halty
Carrere y Marcel Roche (Dagnino et al., 1996, 19-21).
Gráfico
1. Red ICAITI, 1974
|
|
Elaboración
propia con base en ICAITI (1974, 122-123).
El
seminario de 1974 incluyó la visita de importantes pensadores de la época y
fungió como un espacio oficial desde donde penetró el PLACTS en la región. Para
esa ocasión, Aldo Ferrer presentó un análisis sobre las capacidades científicas
de América Central donde concluyó que la poca penetración de ciencia y
tecnología moderna no radicaba en la debilidad de los sistemas tecno-científicos de los países, sino más bien en la
insuficiencia de la demanda y en la dependencia externa (Ferrer 1974). Esos
análisis iban a tono con la corriente moderada del PLACTS, la cual vinculó la
teoría de la dependencia con el pensamiento en ciencia y tecnología, y propuso
instrumentos conceptuales como “política implícita y explícita”, “paquetes
tecnológicos”, “estilos tecnológicos” y “demanda social por CyT”
para comprender la relación entre la política, la ciencia y la sociedad
(Dagnino et al., 1996, 19-21). Ferrer fue uno de los principales economistas
que impulsaron el desarrollismo en Argentina. Graduado en la Universidad de Buenos
Aires, fungió como profesor de política económica en la Universidad Nacional de
la Plata desde 1959 a 1961), ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de
Buenos Aires entre 1958 y 1960, ministro de Obras y Servicios Públicos de la
Nación en 1970 y fue el primer secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales (CLACSO) entre 1965 y 1967. Desde 1963 a 1970, Ferrer se
desempeñó como asesor de la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), organismo que ha sido fundamental en el financiamiento de políticas CTI
(Aristimuño y Lugones 2019). Incluso recibió asesoría de Jorge Sábato cuando
fue ministro de Economía entre 1970 y 1971 (Feld
2011, 189-196).
Alberto
Aráoz también participó en el Seminario de 1974 y consideraba que parte de la
limitación tecnológica en la región se debía a la falta de políticas
científicas explícitas y a la carencia de un mercado común en ciencia y
tecnología (Aráoz 1974). Aráoz estuvo vinculado al Centro de Estudios
Económicos (CIE) creado en Argentina, desde donde dirigió el proyecto “Ciencia,
tecnología y el proceso de industrialización argentino”, que estuvo financiado
por el BID y la OEA. También se vinculó con el Instituto Torcuato Di Tella
(ITDT), el cual organizó en 1968 en Argentina las Primeras Jornadas de
Promoción de la Investigación en la Industria. Además, participó en la reunión
técnica “Planeamiento científico y tecnológico: desarrollo de una metodología
para países de América Latina”, organizada por la Unión Panamericana en 1967 y
en el Seminario sobre Estadística de la Ciencia, preparado por la UNESCO en
1968 (Feld 2011, 189-190). Otro importante actor que
participó en el seminario de 1974 fue Luis Soto Krebs, quien fungió como
representante del Grupo Andino –conformado por Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Perú y Venezuela–. La participación de Soto Krebs indica que la
cuestión de la ciencia y tecnología permitió el acercamiento entre diferentes
procesos de integración económica en América Latina, ya que él impulsó el
desarrollo de las políticas científicas en los países andinos, y el ICAITI se
interesó por la experiencia de integración tecnológica adoptada por esas
naciones.
La participación de tan variados actores en el seminario de
1974 da cuenta de la unión de dos visiones sobre la ciencia y la tecnología en
América Central. Por un lado, el pensamiento desarrollista del PLACTS,[iii] y,
por otro, las ideas de cooperación exterior que impulsaron programas como
Alianza para el Progreso y el IDCR. Ambas corrientes se insertaron en el
proceso de integración centroamericano, que basado en la visión cepalina de desarrollo, concibió a la industrialización
como el motor económico a seguir. La cercanía geográfica con Cuba y el
desarrollo de movimientos guerrilleros en la región (Kruijt
2017) motivaron a la cooperación estadounidense y canadiense a involucrarse en
América Central con el objetivo de evitar que llegaran al poder gobiernos de
izquierda.
Los esfuerzos del ICAITI para posicionarse como un centro de
avanzada en el área chocaron con la capacidad económica de la región, que se
vio particularmente afectada por la crisis latinoamericana de la deuda externa
en la década de los 80. Como afirma Bulmer-Thomas
(1999), el modelo cepalino de “desarrollo hacia
adentro” entró en crisis a partir de esta situación. En sus inicios el MCCA
tuvo un relativo éxito, pero desde su creación experimentó importantes
problemas que provocaron su crisis a inicios de la década de los 80. Entre los
factores que afectaron de forma considerable el mercado regional se encontraban
su poca capacidad de expansión, contar con tecnología obsoleta y poco
competitiva, la extensión de beneficios fiscales y la limitación del MCCA al
excluir productos agrícolas. También influyeron la inestabilidad política
regional producto de la guerra entre El Salvador y Honduras en 1969, el inicio
de las guerras civiles en la región y una serie de medidas unilaterales tomadas
por los países para resolver problemas relacionados con la balanza de pagos.
En 1985 el valor de las exportaciones intrarregionales bajó
más del 50 % y apenas representaba el 15 % de la actividad comercial
regional. No fue hasta el periodo de 1990-1999, que el MCCA se recuperó, pero
esta vez, incluyendo productos agrícolas en la unión aduanera, compitiendo con
otros acuerdos comerciales extrarregionales y basándose en un modelo de
crecimiento fundamentado en las exportaciones o “hacia afuera” (Bulmer-Thomas 1999). La recuperación del MCCA coincidió con
importantes transformaciones organizativas en materia de ciencia y tecnología
en la región. En primer lugar, con la firma en 1991 del Protocolo de
Tegucigalpa, lo que permitió la creación del Sistema de Integración
Centroamericano (SICA) con los países firmantes de la ODECA y al que se unieron
Panamá y República Dominicana en 2012 y 2013 respectivamente. En segundo lugar,
coincidió con el surgimiento de instituciones rectoras en materia de CTI a
inicios de la década de los 90 con sus respectivos marcos normativos (Viales,
Sáenz-Leandro y Garita 2021). Y, en tercer lugar, con la llegada de internet a
la región (Siles 2020).
Este contexto repercutió para que en 1998 el ICAITI dejara
de operar. Durante el desarrollismo, el crecimiento económico “hacia adentro”
fomentó una lógica proteccionista que benefició a los industriales centroamericanos
por medio de incentivos fiscales y apoyo técnico de instituciones como el
ICAITI. No obstante, hacia mediados de la década de los 80 la lógica económica
se basó en el crecimiento económico “hacia afuera” y a partir de ese momento
diferentes tanques de pensamiento jugaron
un papel fundamental en la formulación e implementación de las políticas
científicas y tecnológicas regionales. También a partir de este periodo los
esfuerzos tecnológicos se orientaron hacia el desarrollo de nuevas tecnologías
ligadas a la informática y la información y no tanto al desarrollo industrial,
por lo que la innovación se volvió un concepto central. El mismo ICAITI
reconoció en 1994 que estas tecnologías debían de incentivarse:
En este contexto, debe tomarse en cuenta la expansión de las
llamadas Nuevas Tecnologías, entre
ellas la microelectrónica, la química de especialidades, la informática, la
biotecnología y la de nuevos materiales. Estas no solo podrían generar la
aparición de empresas innovadoras sino también contribuir a modernizar y a
diversificar los sectores productivos tradicionales (ICAITI 1994, 15).
4.
Tanques de pensamiento y
“pensamiento único” en CTI en América Central
Bajo la coyuntura económica dominada por las tesis
desarrollistas inspiradas en la CEPAL y en el keynesianismo, las tesis
neoliberales encontraron poco eco en las diferentes administraciones
nacionales. El caso más estudiado, el de Costa Rica, nos proporciona una imagen
de ese escenario: los neoliberales solo tuvieron una participación discreta en
el gobierno de José Joaquín Trejos Fernández –entre 1966 y 1970– y no fue hasta
el gobierno de Rodrigo Carazo Odio –de 1978 a 1982– cuando lograron tener un
mayor peso en la política económica (Díaz-Arias 2019).
Debido a ese escenario de marginalidad política estos
sectores buscaron posicionar el liberalismo económico por medio de la creación
de tanques de pensamiento y universidades privadas. Como explicamos en el
apartado anterior, en materia de ciencia y tecnología jugaron un rol
secundario, ya que el liderazgo lo asumió el ICAITI junto con organismos y
personajes ligados a PLACTS y a la cooperación externa. Sin embargo, ese
panorama cambió a partir de la década de los 80 cuando empezaron a adquirir
mayor importancia en la creación de las políticas públicas de América Central.
En 1958 se fundó en Costa Rica la Asociación Nacional de
Fomento Económico (ANFE) con el objetivo de promover la empresa privada, el
liberalismo económico y el anticomunismo. Desde sus inicios se encargó de
organizar seminarios y conferencias con el fin de difundir el ideario liberal y
contó con una importante presencia en la prensa, primero con una columna
semanal en el periódico La Nación entre
1970 y 1990 y posteriormente en Diario
Extra (Marchena 2011, 2016; Díaz-Arias 2019). En sus primeros años la
organización mantuvo relaciones con la Fundación Friedrich Naumann
(FFN) (La Nación 1965).
La FFN se fundó en 1958 por el expresidente de la República
Federal de Alemania, el liberal Theodor Heuss, por
eso, este tanque de pensamiento desde sus inicios mantuvo una relación muy
estrecha con el Partido Democrático Libre. Además, desarrolló una política
particular para el tercer mundo basada en el patrocinio de organizaciones
locales, la capacitación de periodistas, el patrocinio de programas educativos,
la promoción de un diálogo constante Norte-Sur y la publicación de textos
económicos y políticos. Esta organización jugó un rol importante en diferentes
procesos de transición democrática, especialmente en España y Europa Central y
del Este, y extendió sus operaciones en todos los continentes (Zaborowski 2003;
Kwaku 2005; Urigüen 2020).
Algo similar sucedió con el Centro de Estudios
Económico-Sociales (CEES) fundado en 1959 en Guatemala por Francisco Ayau
Cordón y Ernesto Rodríguez Briones. Ayau ha sido considerado como uno de los
principales difusores del liberalismo en América Latina y un importante actor
en diferentes organizaciones internacionales como la Philadelphia Society (PS),
la Foundation for Economic Education (FEE),
la Liberty Fund (LF)
y la MPS. Incluso llegó a convertirse en el primer presidente latinoamericano de
esta organización en 1978 (Bustamante 2010). Del mismo modo que ANFE, el CEES
estableció contactos con la FFN, llegando a recibir fondos de ellos (CESS
2009). Gracias a su red de relaciones personales, Ayau posicionó al CEES como
uno de los principales difusores liberales en América Central, ya que
organizaron diferentes actividades académicas en la región que culminaron con
las visitas de importantes exponentes del liberalismo como Ludwing
Erhard –que visitó Guatemala, México, El Salvador y Venezuela–, Ludwing von Mises, Leonard Read, Benjamin Rogge, Henry Hazlitt, Milton
Friedman y Friedrich von Hayek, por mencionar
algunos. Es muy probable que ANFE y CEES desarrollaran cierto grado de
colaboración, como lo demuestra la visita de Hayek a ambos países en abril de
1965 para impartir una serie de conferencias. De acuerdo con ANFE:
Las conferencias que dio en ambos países se caracterizaron
por su rigor lógico y su alto nivel académico […]. Aunque sus conferencias en
nuestro país [Costa Rica] rebasaron los límites de los problemas estrictamente
económicos, la prayección [sic] hacia el campo de las
realidades sociales y políticas en el cual se encuentran aquellos permite una
visión más amplia y por lo tanto más comprensiva de los problemas de nuestra
época (La Nación 1965, 2).
Ambas organizaciones jugaron un papel fundamental en la
fundación de universidades privadas. Varios asociados de ANFE fundaron en 1975
la Universidad Autónoma de Centro América (UACA), la primera universidad
privada de Costa Rica, institución que se convirtió en un instrumento de
promoción de la ideología liberal (Molina 2016). Por su parte, Ayau fundó en 1971 la
Universidad Francisco Marroquín (UFM). Como han demostrado Fischer y Plehwe, la fundación de universidades privadas fue un mecanismo
utilizado por los tanques de pensamiento en
América Latina para la divulgación del ideario liberal (Fischer y Plehwe 2017) y América Central no fue la excepción.
Daniel Mato analizó dos redes transnacionales de tanques de
pensamiento impulsadas por la ATLAS y
la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), con el objetivo de rastrear
la inserción y difusión de las ideas neoliberales en el istmo. De acuerdo con
este autor, la creación de un “sentido
común” neoliberal por parte de amplios grupos de la población, se debe
en parte a la labor difusora de este tipo de organizaciones, que unen a los
difusores transnacionales con los actores locales (Mato 2004, 2007). Con un
enfoque similar, Karin Fischer y Dieter Plehwe (2017)
demuestran la existencia de al menos dos derechas latinoamericanas insertadas
en las principales redes transnacionales de tanques de pensamiento latinoamericanas, una más “purista”
respecto a las ideas neoliberales y otra defensora de un liberalismo social de
centroderecha. A partir de estas investigaciones queda claro que América
Central se ha insertado de forma exitosa en este tipo de redes. Como se observa
en el gráfico 2, las principales redes que operan actualmente en la región son
ATLAS, FIL, el Centro Hispanoamericano para la Investigación Económica (HACER),
la Red Liberal para América Latina (RELIAL) y la Unión de Partidos
Latinoamericanos (UPLA).
ATLAS surgió en 1981 con el objetivo de institucionalizar el
proceso de creación de nuevos tanques de pensamiento. Con el tiempo, ha pasado
a funcionar como un nodo central en la asignación de recursos económicos que
sean necesarios para dar soporte a las ideas neoliberales. En relación con
América Latina, ATLAS ha priorizado la interconexión en red de los demás
tanques de pensamiento regionales, financiando la creación de HACER en 1996 y
conectando REALIAL –fundada en 2004 con fondos de la FFN– y FIL –creada en
2003– (Fischer y Plehwe 2017).
Algunos centros insertados en esas redes han participado en
la elaboración de políticas CTI en América Central. Existen otras
organizaciones que asumieron un rol en estas políticas y que no tienen vínculos
directos con estas redes, pero sí con instituciones claves en el financiamiento
de políticas en América Latina, como el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) y la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID). Estos centros se han
convertido en difusores de lo que Mario Albornoz llama “pensamiento único en
CTI”, es decir, establecen una hegemonía desde una visión tecnócrata y
economicista que concibe a la innovación, sobre cualquier otra faceta, como el
elemento que debería orientar los esfuerzos científicos en aras de conseguir
una mayor competitividad empresarial (Albornoz 1997).
La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico
(FUSADES) fue creada en 1983 por importantes empresarios y con el respaldo
financiero de la AID. Algunos autores han demostrado que FUSADES ha sido una de
las principales instituciones en promover los acuerdos de paz y en impulsar la
reforma neoliberal en El Salvador. Además, ha mantenido relaciones históricas
con la AID y ha colaborado con varios entes regionales (Lothian 2003;
Negroponte 2012; Cordova 2018).
Gráfico
2. Redes de tanques de pensamiento de derecha en América Central
|
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Elaboración propia con base en datos
de las redes ATLAS, RELIAL, HACER, UPLA y FIL.
Como se evidencia en el gráfico 2, FUSADES forma parte de la
red ATLAS y de UPLA. Cuando el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT) de ese país preparó la Política Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación en el año 2006, los encargados realizaron un Taller de Validación en
el que participaron diferentes actores, incluida la FUSADES. Por la
organización participó Pedro Argumedo, como coordinador de la mesa
“Financiamiento al desarrollo C&T y de innovación” (CONACYT 2006). Argumedo
(2007) ha publicado varios estudios, algunos patrocinados por FUSADES y la
CEPAL, donde analiza las telecomunicaciones salvadoreñas y recomienda una mayor
desregulación del mercado.
FUSADES también ha implementado sus propios programas de
desarrollo y cuenta con dos centros de operaciones, el Centro de Pensamiento y
el Centro de Desarrollo, este último conformado por cuatro programas: el
Programa de Fortalecimiento Acción Social (FORTAS), el Programa de Promoción de
Inversiones y Diversificación de Exportaciones (PRIDEX), el Laboratorio de
Calidad Integral (LCI) y el Programa de Promoción de la Innovación Tecnológica
de la PYME (PROinnova). Este último fue establecido
en 2008 con apoyo económico del BID (Hernández 2011).
Las principales organizaciones en la elaboración de las
políticas CTI en Costa Rica han sido la Fundación Omar Dengo (FOD), Centro
Nacional de Alta Tecnología (CIENTEC) y Estrategia Siglo XXI. Como ha
demostrado Randall Blanco (2011), la FOD se benefició de recursos públicos
gracias a un modelo “rentista” basado en contactos entre la institución y la
administración pública. Fundada en 1987 y financiada por la AID, la FOD se ligó
al ámbito educativo y tecnológico, a tal punto que el Ministerio de Educación
Pública (MEP) le trasladó para su ejecución varios proyectos de informática
educativa.
Entre sus fundadores se encuentran personajes ligados a la
política y al mundo empresarial como Rodrigo Arias Sánchez, hermano del
expresidente Óscar Arias Sánchez, y Eduardo Doryan
Garrón. De hecho, varios personajes ligados a la FOD participaron en la
elaboración del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología desarrollado durante
el primer gobierno de Arias Sánchez –1986-1990–, como Víctor Buján Delgado y
Otto Silesky Agüero (Gobierno de Costa Rica 1987).
Por su parte, CIENTEC se fundó en 1998 con el objetivo de
estimular una cultura científica en el país. Este centro desarrolló importantes
esfuerzos para divulgar las ciencias entre la juventud, lo que los ha llevado a
mantener estrechas relaciones con los colegios científicos de Costa Rica.
También ha impulsado diferentes programas educativos y debido a ellos ha
estrechado lazos con organizaciones que comparten su visión, como la
Universidad de California, Massachussets
Institute of Technology, Museo Exploratorium
y la Universidad Autónoma de México (Alfaro y Villegas 2010). CIENTEC se ha
involucrado en la creación de políticas científicas en el país: participó en la
Comisión Especial del 2006 de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, encargada
de discutir posibles reformas a la legislación nacional sobre CTI (Viales,
Arellano y Granados 2012), y ha estado presente como participante en la
elaboración de algunas políticas nacionales ligadas al ámbito de la divulgación
científica (Gobierno de Costa Rica 1999).
No obstante, el caso más documentado para el contexto
costarricense es la experiencia de Estrategia Siglo XXI. Fundada en 2004, y
después de un proceso de deliberación entre diferentes profesionales, políticos
y empresarios, propuso un proyecto de 50 años para el desarrollo científico y
tecnológico del país que fue nombrado “Estrategia siglo XXI: conocimiento e
innovación hacia el 2050 en Costa Rica”. Entre los autores detrás de la
propuesta se pueden mencionar a Franklin Chang Díaz –exastronauta
de la NASA–, Gabriel Macaya, Olman Segura, Ana Sittenfeld,
Richard Beck, Erick Mata y Eduardo Ulibarri (Viales y Granados 2010). Macaya
también se ha vinculado con FOD (Blanco 2011). Por su parte, Viviana Guerrero
(2020) ha demostrado que este proyecto fue la base de las políticas CTI
desarrolladas durante las administraciones de Óscar Arias Sánchez –2006-2010– y
Laura Chinchilla Miranda –2010-2014–. De
hecho, la estrategia se usó como referencia para la elaboración de las
políticas CTI más actuales de Costa Rica (Gobierno de Costa Rica 2015). Entre
sus nexos internacionales el más importante es la Fundación Costa Rica-United States of
America (CRUSA), creada en 1996 por Ana Sittenfeld y Franklin Chang, entre otros.
En el gráfico 3 se puede observar diferentes organismos
internacionales presentes en las redes locales de CTI. Algunos “viejos
conocidos”, como la IDRC, AID y BID, han jugado un papel central en el
financiamiento de tanques de pensamiento centroamericanos, dejando al
descubierto su influencia indirecta en la elaboración de las políticas públicas
locales. Durante el periodo 1979-2020, la elaboración de esas políticas estuvo
en manos, principalmente de actores institucionales, empresarios y organismos
internacionales, dejando de lado la participación de la ciudadanía.
Ese enfoque tecnocrático en la elaboración de estas
políticas ha sido impulsado fundamentalmente por los tanques de pensamiento regionales al incluir en sus filas
personajes relacionados con la academia, el sector privado y la política, lo
que ha repercutido en que estas políticas se hayan orientado hacia el
desarrollo económico, obviando la cohesión social. Por ejemplo, Costa Rica ha
buscado convertirse en un conglomerado
tecnológico regional, emulando la experiencia de Silicon Valley. No obstante,
ese modelo no ha venido acompañado de políticas de transferencia tecnológica y
de encadenamientos tecnológicos con empresas locales (Mata y Mata 2008), lo que
ha recordado las experiencias de enclave que ha tenido la región.
Gráfico 3. Red de productores de políticas CTI en El
Salvador y Costa Rica
|
|
Elaborado con base en políticas CTI
de Costa Rica y El Salvador.
5.
A modo de conclusión
América Central se ha preocupado por la cuestión de las
políticas CTI al menos desde la década de los 50. En ese momento, la región
atravesaba por un importante proceso de integración económica, liderado por la
visión cepalina del desarrollismo. Como era natural,
se crearon instituciones rectoras que debían liderar el proceso de ISI y de
integración de las economías centroamericanas. Para ello, se fundó en 1955 el
ICAITI, el cual inmediatamente lideró un proceso de investigación y desarrollo
industrial y sentó las bases para el desarrollo de políticas CTI en la región.
En ese marco, el ICAITI estrechó relaciones con personajes
latinoamericanos ligados al PLACTS y con
organizaciones de cooperación exterior de países norteamericanos y europeos, de
modo que ese centro de investigación se convirtió en el principal nodo regional
que conectó el pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología con las
aspiraciones desarrollistas y regionalistas del istmo y con las convicciones
antisubversivas que motivaban la cooperación exterior de parte de las potencias
occidentales. Paradójicamente, PLACTS penetró en América Central, pero
dependiente en términos financieros de organismos ligados a Estados Unidos.
Se puede afirmar que PLACTS no solo penetró en los países
con mayor peso económico y con mayores capacidades tecnológicas de la región
como Argentina, Brasil o México –que a su vez son las naciones que más han
llamado la atención de la academia– sino que también se hizo presente en las
periferias de las periferias, como lo demuestran la experiencia del Grupo
Andino y la centroamericana. Sin duda, los procesos de integración
latinoamericanos fueron concebidos como los mejores medios para que países
pequeños, con poca tradición científica y tecnológica y mayoritariamente
dependientes de los paquetes tecnológicos foráneos, lograran importantes
avances en esa vía. No obstante, la realidad regional se impuso, y el ICAITI no
logró posicionarse como un centro de investigación de vanguardia, aunque sí
estableció las bases para la elaboración de las políticas CTI, que empiezan a
surgir con fuerza en América Central especialmente en la década de los 90.
Sin embargo, esas políticas se produjeron en un contexto muy
particular y diferente al que se vio en la fundación del ICAITI: el MCCA, y en
general, el proceso de integración retrocedía en la década de los 80, afectando
las políticas CTI y reorientando el rol de los Estados, de las organizaciones
regionales y de la sociedad civil. Mientras el ICAITI se imaginó como un
mercado común tecnológico centroamericano encadenado y entre sí –como afirmaba
Albert Mirles en 1956–, a partir de los 90 el único proyecto de índole regional
basado en tecnología fue la conexión a internet. Este fue el único punto en
común que tuvieron los países de la región, pues en relación con la CTI han
tomado diferentes vías y medios para alcanzar sus propósitos. De hecho, en los
diferentes documentos de planificación científica de los distintos países del
área rara vez se discuten objetivos de carácter regional.
Se puede entonces hablar de un importante cambio en la
dirección de las políticas: de un enfoque predominantemente regional,
auspiciado ideológicamente por el PLACTS y financieramente por instituciones
como el BID, a uno predominantemente nacional auspiciado ideológicamente por el
neoliberalismo y divulgado en la región por diversos tanques de pensamiento con
importantes nexos con Estados Unidos. ¿Existieron visiones diferentes,
amparadas en la cooperación exterior, que cuestionaran el liderazgo de Estados
Unidos y las potencias occidentales en el desarrollo de políticas CTI en la
región? ¿La Unión Soviética penetró en esta esfera en la región? Estas
preguntas podrían renovar los estudios CTI en América Central y establecer una
discusión sobre el alcance de la Guerra Fría cultural en los países del istmo.
Apoyos
Proyecto inscrito en el
Programa de Investigación “Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad (ACTS):
Intersección entre Historia Ambiental y Estudios Sociales de la Ciencia, la
Tecnología y la Sociedad (CTS)” (806-B6-901), del Centro de Investigaciones
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Notas
[i] El Manual de Frascati, cuya primera edición
data de 1963, ha sido la principal propuesta desarrollada para la creación de
estadísticas sobre I+D. Véase OCDE (2002).
[ii] Para visualizar el análisis de redes se utilizó
el software especializado UCINET.
Véase: http://www.analytictech.com/archive/ucinet.htm
[iii] Actores como Aldo Ferrer y Alberto Araóz fueron
fundamentales en la transnacionalización del PLACTS en América Latina. Ver Feld
(2014).