Presentación
del dossier
Ciencia,
conocimiento y sociedad
Introduction to dossier
Science,
knowledge and society
Editores del dossier / Editors of dossier
Dr. Roberto Chauca. Profesor asociado, Departamento de Antropología,
Historia y Humanidades, FLACSO Ecuador.
(rochauca@flacso.edu.ec) (https://orcid.org/0000-0002-0424-8578)
Dr. José Ragas. Profesor investigador del Instituto de Historia,
Pontificia Universidad Católica de Chile.
(jose.ragas@uc.cl) (https://orcid.org/0000-0002-0074-1111)
La relación
entre ciencia, conocimiento y sociedad en Latinoamérica presenta una condición compleja,
pero a la vez crucial para entender los desarrollos locales y su relación con
procesos globales de producción de campos y disciplinas y circulación de
conocimiento teórico y aplicado. Es compleja, pues tradicionalmente América
Latina no se ha considerado un área productora de conocimientos originales e
innovadores de corte científico y tecnológico a nivel global (Ragas 2020). En la
narrativa dominante sobre ciencia y conocimiento se tiende a adscribir a los
territorios y sociedades de la región una posición periférica o de atraso, o
sea, de meros receptores dentro del circuito global de producción y circulación
de conocimientos difundidos desde el Atlántico norte. Esta recepción pasiva, a
su vez, se ve reflejada en la falta de cuestionamiento del contexto de
producción y formulación de los distintos campos de conocimiento que se han
establecido para examinar, precisamente, los diversos fenómenos sociales
latinoamericanos. En esto radica lo crucial de los estudios de ciencia y
sociedad en América Latina, es decir, en reconocer y subrayar los procesos
locales de formulación, transmisión y asimilación de conocimientos ya no
simplemente como derivados de relaciones de poder verticales provenientes del
Atlántico norte, sino como resultado de intercambios, diálogos y desplazamientos
más horizontales, en los que las condiciones particulares de nuestra región y
sus actores han desempeñado un papel más destacado (Chauca 2019, 96-99).
El
objetivo con este dossier es suscitar un diálogo provocador, que permita repensar
la localidad de estos desplazamientos y diálogos, y apreciar cómo América
Latina produjo ciencia, cómo dichos conocimientos se fueron configurando e
institucionalizando en la región. Para ello, proponemos que la evaluación del
lugar de Latinoamérica dentro de los circuitos globales de producción y
circulación científicas y sus efectos sobre el conocimiento de las sociedades
locales debe partir desde un marco de interpretación comparativo que permita establecer
dos finalidades. La primera: situar a Latinoamérica a la par de otras regiones
del orbe correspondientes al denominado Sur Global, las cuales convencionalmente
han sido posicionadas como simples receptoras de ciencia y tecnología y, la
segunda: estudiarla en relación con el sentido de autoridad que el conocimiento
y los actores científicos han desempeñado en nuestra región desde los albores
de la Edad Moderna (Thurner y Pimentel 2021).
Steven
Shapin (2007) planteó que existe un consenso en torno
al conocimiento científico y su rol central en el mundo moderno, construido a
partir de la aceptación de su función primordial en el mejoramiento de las
condiciones de vida a nivel mundial. No obstante, la autoridad de la ciencia no
es hegemónica porque comparte el espacio social con otros campos vinculados con
la religiosidad, el esoterismo y la espiritualidad, los cuales,
paradójicamente, también están abiertos a la noción de lo científico, pero no
tanto a sus métodos o creencias, sino a su proceso de ejecución (Shapin 2007, 435-441). En tal sentido, su postura resulta crucial
para entender la crítica de la condición moderna del conocimiento científico y su
rol social dominante, mas no hegemónico. Sin embargo, su acertada crítica es
también limitada, pues se mantiene dentro de la convención que asume la
naturaleza inherentemente occidental de la ciencia. Por ello, profundizar en la
crítica decolonial de la ciencia, su producción y circulación, amerita replantearse
los marcos de interpretación y observar, más bien, las condiciones locales que permearon
la institucionalización de los saberes científicos en el otro lado del mundo.
Un
elemento primordial de la crítica propuesta por los estudios de ciencia, conocimiento
y sociedad en espacios no occidentales es el proyecto de revertir la asimetría
inherente de los marcos teóricos y metodológicos con los que se han examinado
los procesos de producción y circulación científicas. La convención de estos
marcos tradicionales ha sido presentar al mundo no occidental como simple
proveedor de materiales empíricos o estudios de casos, mientras que el
Atlántico norte se alza como ente teórico soberano capaz de procesar dichos
datos. Esto se conoce normalmente como el modelo difusionista o modernizante de
la ciencia, que se organiza como un esquema monocéntrico:
desde un núcleo se exportan los conocimientos para ser aplicados en las
regiones periféricas.
La
crítica fundamental contra dicha convención parte de pensar en lo circulatorio
y en la condición situada de la producción de conocimientos científicos. Por un
lado, solo por medio del estudio de las condiciones locales de producción en el
espacio no occidental se percibe la inadecuación o, mejor dicho, el
provincianismo, de los programas científicos occidentales. Por otro, esto
permite desprivilegiar la supuesta modernidad de Occidente
y enfatizar las condiciones locales de simetría que caracterizan la producción
e investigación científicas alrededor del mundo (Chambers y Gillespie 2000,
223-227; Law y Lin 2017, 212-214).
Esta
reversión del paradigma de la ciencia moderna para pensarla a partir de un
modelo policéntrico que provincialice los conceptos de Occidente, y de la
ciencia en sí misma, tampoco debe llevarnos a lo opuesto. Es decir, al peligro
de plantear una postura chauvinista y romántica que resalte acrítica y
anacrónicamente la condición científica de los conocimientos no occidentales, o
que esté simplemente interesada en proyectar una narrativa de prioridad y
primacía que se satisfaga tan solo con pensar que el Sur Global ya era moderno
antes de la llegada de la ciencia del Atlántico norte.
Para
evitar tal peligro, pero sin perder de vista las relaciones de poder impuestas
por Occidente, es necesario pensar en la condición negociada, heterogénea y
situada de la formulación, circulación y transmisión de conocimientos
científicos. Dicho de otro modo, que los procesos de investigación científica
no son solo impuestos, sino que son locales en todas partes, lo cual prepara el
camino para derribar toda idea de excepcionalidad de la noción de producción
científica y así problematizar la noción de modernidad y su relación de
exclusividad con Occidente (Pimentel y Pardo-Tomás 2017, 145-146; Raj 2007, 5-9).
Sin
embargo, la idea de la condición local o situada del saber científico no
significa obviar lo global, sino abrazarlo desde una perspectiva diferente que
permita transgredir la divisoria que los mantiene tradicionalmente separados y
opuestos. Ello implica que no basta con enfatizar el aspecto de la
transferencia de los conocimientos científicos, se debe profundizar en el hecho
de que, una vez en circulación, dichos conocimientos son transformados y
recreados de acuerdo con las características que experimentan en los sitios
donde la ciencia es practicada o experimentada. Así, la ciencia pierde todo
sentido de validez universal y, más importante, solo se socializa o materializa
a partir de una estructura que permite el encuentro entre lo local y lo global
de una manera mutua y simétrica (Latour 2005, 249-258; Livingstone 2003,
138-142).
En el
dossier se adopta esta perspectiva crítica para rebasar las grandes dicotomías
que convencionalmente han permeado los estudios de ciencia y conocimiento –centro/periferia,
global/local, moderno/tradicional–. Ello permite apreciar el lugar y la
relevancia de la producción y transmisión de conocimientos científicos en
América Latina, su interrelación con las corrientes globales de pensamiento y
la formulación de métodos y teorías de acuerdo con las particularidades de la
socialización e institucionalización de la ciencia y el conocimiento en nuestra
región. Vistos en conjunto, los artículos seleccionados cubren
un espectro bastante amplio de análisis sobre la formación de la ciencia en
América Latina en las últimas ocho décadas. La necesidad de conocer mejor la
producción científica local se ve respaldada por el contexto en el cual aparece
este dossier: la peor pandemia que afecta a la región desde la influenza de
1918. En un momento tan delicado, la ciencia cobra un rol fundamental al
establecer los lineamientos de la verdad científica en un escenario de ascenso
de la posverdad, y al llamar la atención sobre cómo se requiere de saberes
expertos, infraestructura y cooperación internacional para combatir la
pandemia.
Hay tres contribuciones
principales que queremos destacar de los artículos aquí reunidos. En primer
lugar, la visibilidad de espacios como Ecuador, Valparaíso (Chile), América
Central y América Latina en general. Si bien los estudios sobre desarrollo de
la ciencia suelen a veces enfocarse en determinadas regiones, es crucial
también conocer otras menos analizadas, aun en el mismo continente. En segundo
lugar, en los artículos se proponen nuevas metodologías o el replanteamiento de
algunas, como el saber estadístico, la cartografía social participativa (CSP) y
la sociología. Finalmente, la inclusión de actores no convencionales –cooperativas,
think tanks
(tanques de pensamiento), docentes–, en los análisis desarrollados para este
dossier permitirán nuevas aproximaciones a los temas presentados.
El primer artículo, “La enseñanza de las políticas públicas en América
Latina: estado de situación y desafíos para la ciencia política” de Nicolás Bentancur, Germán
Bidegain y Rodrigo Martínez, aborda la construcción del conocimiento
experto de políticas públicas a partir de su enseñanza en las carreras
universitarias de ciencias políticas en diversas universidades de América
Latina. Los autores plantean que esta es un área de tensión entre el excesivo
interés por orientar el campo de la política pública dentro de marcos de
referencia nacionales y los esquemas interpretativos importados de programas
universitarios de los llamados países desarrollados.
Este trabajo de Bentancur, Bidegain y Martínez
constituye un aporte clave, un marco latinoamericano propio para comprender el
pensamiento y desarrollo de la acción pública a partir de la enseñanza de la
política pública en la región. Tal marco parte de analizar perfiles de docentes,
los enfoques pedagógicos, las bibliografías estudiadas y el balance entre los
conocimientos latinoamericanos y foráneos en el interior del contenido de los
cursos dictados sobre política pública en 109 programas de ciencias políticas,
de 63 universidades correspondientes a 11 países latinoamericanos. El artículo
propone que la distinción entre los programas que forman a sus propios docentes
frente a aquellos en los cuales son formados mayoritariamente en el extranjero
tiene una consecuencia al momento de elaborar los programas de los cursos, pues
se reproducen los desequilibrios entre la producción latinoamericana y la
anglosajona.
El desarrollo e implementación de políticas sobre ciencia y
tecnología e innovación (CTI)
ocurrió en un escenario polarizado por la Guerra Fría y luego dominado por el
neoliberalismo. En el caso de Centroamérica, tal como lo estudian Ronny J.
Viales-Hurtado, Ronald Saénz-Leandro y Marco Garita-Mondragón en “Transnacionalización
de las políticas de ciencia y tecnología en América Central. Un análisis de
redes (1955-2020)”, el Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología
Industrial (ICAITI) desempeñó un rol fundamental en la segunda mitad del siglo
XX. El artículo se centra en el papel de determinados organismos y tanques de
pensamiento en la consolidación del desarrollismo cepalino
y luego del neoliberalismo en la región.
Los autores de este segundo artículo examinan cómo, para superar la
fragmentación en infraestructura y recursos humanos, el ICAITI se propuso integrar
los países de la región, pero en la década de los 80, la situación económica y
política hizo insostenible seguir con esta propuesta. Si bien continuó funcionando
hasta 1998, think tanks
y universidades privadas se convirtieron en los principales espacios de
difusión del modelo neoliberal. Desde entonces, el paradigma pasó de la
integración a una diversidad de modelos, donde solo internet mantendría su
carácter regional. Los autores no se limitan a documentar la aparición de estas
entidades, sino establecen las redes que se fueron tejiendo entre estas, con
nodos centrales considerados incubadoras de nuevos organismos, a la vez que
ganaban prestigio en diversos países de la región, por ejemplo, ATLAS.
En “Investigación
colaborativa
Este artículo
evidencia un proceso particular de la investigación: los objetivos del proyecto
fueron constantemente reformulados con base en las conversaciones con miembros
de las organizaciones. Su metodología fue puesta a prueba con la irrupción de
la pandemia, la cual les obligó a adaptar las reuniones de carácter presencial.
Un aspecto crucial del estudio es que, si bien se aplicó la misma metodología a
ambas cooperativas, los resultados fueron calibrados para resolver problemas
propios de cada una de ellas.
La producción de información científica a partir de la estadística es el
tema de “Experticia
estadística en la administración pública ecuatoriana: mecanismos de emergencia
y legitimación” de Byron Villacís, quien realiza una genealogía de dicho saber
en el último siglo, con un arco temporal que incluye varios momentos: la
influencia de la Misión Kemmerer, el surgimiento de la CEPAL y la actualidad.
Antes que trazar un recorrido convencional (y predecible) de cómo se formó la
estadística ecuatoriana, el autor sostiene que la historización de este expertise permite ir contra una corriente que sacraliza
la data como “objetiva, estable, uniforme y apolítica”. Su cuestionamiento resulta
relevante y va más allá de una simple disputa académica, dada la hegemonía que
tiene el big data y la privacidad de datos en la
actualidad.
Con este trabajo, Villacís caracteriza pormenorizadamente a los actores que
producen esta información, al estudiar sus perfiles, dónde se formaron, las
influencias, internas y externas, así como las tecnologías e infraestructuras
que influyeron en su entrenamiento y desarrollo profesional. Un hallazgo importante
de su análisis: de todos los programas que formaban a profesionales en el campo
estadístico, solo uno de cada cuatro ha sobrevivido desde 1969; y de estos, una
gran mayoría tiene como orientación principal entrenar a futuros funcionarios
de la administración pública.
El dossier finaliza con “Los últimos spencerianos. Hacia un canon de la primera sociología
ecuatoriana” de Philipp Altmann, quien analiza las
condiciones locales bajo las cuales se reconfiguró e institucionalizó la
sociología en Ecuador durante la primera mitad del siglo XX. Parte de la idea
de repensar la circulación de conocimientos importados desde Europa y concebir
la condición situada del conocimiento global de la sociología a partir del
desarrollo de un programa teórico y conceptual propio ecuatoriano, que nace de
una relectura de la obra de Herbert Spencer.
Altmann plantea que el carácter tardío de los debates
sociológicos ecuatorianos de mediados del siglo XX, influenciados todavía por
la obra de Spencer, cuya trascendencia estaba más bien en caída en los círculos
europeos, fue resultado de las particulares condiciones que experimentó el
proceso de institucionalización temprana de la sociología en Ecuador,
especialmente su desarrollo en el interior de círculos de la élite local
vinculados a la actividad política y a la jurisprudencia. El spencerianismo jugó, entonces, un papel clave para que la
sociología se insertase, diera sus primeros pasos y se fortaleciera como
herramienta de doble legitimación. Por un lado, la élite política otorgaba
legitimidad a esta disciplina recién llegada a suelo ecuatoriano y, por otro,
dicha disciplina otorgaba una legitimidad científica a las prácticas y
pensamientos de los actores políticos locales.
Referencias
Chambers, David Wade, y Richard Gillespie.
2000. “Locality in the History of Science: Colonial Science, Technoscience, and
Indigenous Knowledge”. Osiris, 15: 221-240.
Chauca, Roberto. 2019. “El ‘imperio fluvial’
franciscano en la Amazonía occidental entre los siglos XVII y XVIII”. Historia
Crítica, 73: 95-116. https://dx.doi.org/10.7440/histcrit73.2019.05
Latour, Bruno. 2005. Reensamblar lo social:
Una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires: Manantial.
Law, John, y Wen-yuan Lin. 2017. “Provincializing
STS: Postcoloniality, Simmetry,
and Method”. East Asian Science, Technology, and Society 11(2): 211-227.https://dx.doi.org/10.1215/18752160-3823859
Livingstone, David. 2003. Putting Science
in Its Place: Geographies of Scientific Knowledge. Chicago: University of
Chicago Press.
Pimentel, Juan, y José Pardo-Tomás. 2017. “And
Yet, We Were Modern: The Paradoxes of Iberian Science after the Grand
Narratives”. History of Science 55(2): 133-147. doi:10.1177/0073275316684353. PMID: 28673189.
Ragas, José. 2020. “Science and Technology in
Modern Latin America”. Oxford Bibliographies. Acceso el 10 de enero de
2021. https://bit.ly/3yfAo6V
Raj, Kapil. 2007. Relocating Modern
Science: Circulation and the Construction of Knowledge in South Asia and
Europe, 1659-1900. Nueva York: Palgrave Macmillan.
Shapin, Steven. 2007. “Science and
the Modern World”. En The Handbook of Science and
Technology Studies, editado por Edward J.
Hackett, Olga Amsterdamska, Michael E. Lynch y Judy Wajcman, 433-448. Cambridge: Massachusetts Institute of
Technology Press.
Thurner, Mark, y Juan Pimentel,
eds. 2021. New World Objects of Knowledge. A Cabinet of Curiosities. Londres: University of London Press. Acceso
el 9 de julio de 2021. https://bit.ly/363JgQR