Temas
Dr. Guillermo Foladori. Profesor-investigador.
Universidad Autónoma de Zacatecas (México).
(12foladori@gmail.com) (https://orcid.org 0000-0002-7441-3233)
Mgtr.
Ángeles Ortiz-Espinoza. Estudiante del Doctorado en
Estudios del Desarrollo. Universidad Autónoma de Zacatecas (México).
(angeles.ortiz.espinoza@gmail.com)
(https://orcid.org/0000-0002-9852-8342)
Recibido: 25/09/2021 • Revisado:08/11/2021
Aceptado: 31/01/2022 • Publicado: 01/05/2022
El término Industria 4.0 está presente en la
academia, el sector empresarial y los medios de comunicación. Se asocia a una
nueva revolución tecnológica caracterizada por la interrelación de diversas
tecnologías, cuyos principales elementos son los sistemas ciberfísicos,
la inteligencia artificial y la conectividad global. Aunque existe abundante
literatura sobre el tema, la mayoría está orientada desde una perspectiva
técnica y de negocios; halagüeña en cuanto a
las ventajas esperadas. Sin embargo, en este artículo se analizan las
potencialidades para alterar los términos tradicionales de la relación
contradictoria capital-trabajo. Mediante una amplia revisión bibliográfica, se
describe a la Industria 4.0 en su contexto histórico-económico resaltando las tendencias
que impulsa. Mientras que la generalidad de los autores enfatiza en la
conectividad e interacción técnica, en el presente texto se acentúa el aspecto
económico distintivo de esta revolución. Se destaca cómo el involucramiento de
tecnologías disruptivas para lograr la alta automatización representa una clara
tendencia a la desaparición del empleo asalariado, con la excepción de una
mínima ocupación de trabajo calificado y de servicios. La unión de este tipo de
tecnologías supone un salto cualitativo debido a la eliminación de los tiempos
muertos entre empresas individuales y a lo largo de todas las cadenas de
producción. Se concluye mostrando la radical alteración en las relaciones
laborales de expandirse la Industria 4.0.
Descriptores: automatización; conectividad; economía política; Industria 4.0;
relación capital-trabajo; revolución tecnológica.
The term industry 4.0 is present in academia, the business sector, and the media. It is
associated with a new technological revolution characterized by the interrelation of various technologies,
whose main elements are cyberphysical systems, artificial intelligence,
and global connectivity. Although
there is abundant literature on the subject,
most of it
is oriented from a technical and business perspective, and it is optimistic
in terms of expected advantages. However, this article
analyzes the potential for altering
the traditional terms of the
contradictory capital-labor relationship.
Through an extensive literature review, industry 4.0 is described in its historical-economic context, highlighting the trends it drives. While most authors
emphasize connectivity and technical interaction, this text emphasizes
the distinctive economic aspect of this revolution.
It highlights how the involvement
of disruptive technologies to achieve high
automation represents a clear trend towards
the disappearance of salaried employment,
with the exception of the
minimal occupation of skilled labor and services. The union
of this type
of technologies represents a qualitative leap due to
the elimination of downtime between
individual companies and along
all production chains. It concludes
by showing the radical alteration in labor relations if industry
4.0 expands.
Keywords: automation; connectivity; political economy; industry 4.0; capital-labor relationship;
technological revolution.
El
término Industria 4.0 (Ind.4) se asocia a una nueva revolución tecnológica
caracterizada por la interrelación de diversas tecnologías, pero cuyos
principales elementos son los sistemas ciberfísicos y
la conectividad global. Aunque existe abundante literatura sobre el tema, esta
lo aborda desde una perspectiva técnica y de negocios, optimista en cuanto a
las ventajas socioeconómicas esperadas. Contrario a lo anterior, el objetivo
del presente texto es revisar la tendencia intrínseca de la Ind.4 para alterar
los términos tradicionales de la relación contradictoria capital-trabajo.
Además, mientras la mayoría de los artículos enfatiza la conectividad e
interacción técnica, aquí se acentúa el aspecto económico distintivo que esta
revolución industrial tiende a provocar.
Toda
revolución tecnológica tiene un eje en torno al cual se organiza la sociedad:
la Revolución Neolítica se destacó por el cultivo agrícola y la domesticación
de animales; la Revolución Industrial por el uso del vapor en la industria y,
posteriormente, los trasportes; la revolución de la electricidad por la
difusión de la iluminación y su aplicación al transporte y a los procesos
industriales; la revolución de las tecnologías de la información y
comunicaciones (TIC) por la digitalización de actividades. Por su parte, la
Ind.4 hace referencia a varias tecnologías combinadas que buscan la completa
automatización de procesos y una alta flexibilidad y anticipación con respecto
al comportamiento de consumidores y productores (Eslava 2021).
Aunque
es cierto que la Ind.4 incorpora varias tecnologías preexistentes, en este
artículo consideramos que existen elementos económicos y tecnológicos más
robustos para identificar esta revolución tecnológica y, al hacerlo, nos
acercamos a vislumbrar tendencias clave en su desarrollo. Sirva como adelanto
el considerar que la suma de tecnologías puede dar como resultado un salto
cualitativo, aun cuando este no pueda vislumbrase en el análisis individual de
cada tecnología; a su vez este último puede mostrar una peculiaridad que no se
refleja necesariamente al analizar la suma de tecnologías. La peculiaridad a la
que nos referimos consiste en que la articulación de las tecnologías
preexistentes permite que el aumento de la productividad y la reducción de tiempos
muertos no solo se dé dentro de cada fábrica o empresa de manera individual y
discreta, sino entre procesos de producción separados en espacio y tiempo, y
que integren una cadena de producción. Ello, sumado a la cada vez mayor
conectividad global, garantiza que la apropiación del excedente se expanda a
captar el derivado del aumento de la rotación del capital de la cadena de
producción en su conjunto, además de la circulación de las mercancías.
El
enfoque metodológico utilizado para el presente texto parte de un análisis
histórico-estructural sobre la evolución de las principales revoluciones
tecnológicas a partir del eje que explica y desarrollo. Este enfoque está
explícito en el apartado tres; lo cual también se expresa cuando se revisa la
Ind.4 mediante un proceso de abstracción que permite identificar los conceptos
centrales que constituyen su núcleo (como es el caso de las nanotecnologías) y
avanzar sobre aspectos cada vez más específicos que no necesariamente se
presentan en todas las expresiones de la Ind.4. Una vez articuladas las
categorías en una totalidad, se logra tener una visión de conjunto que facilita
identificar no solo la Ind.4 como una unidad, sino su dinámica y tendencia de
desarrollo.
El
objetivo general de este texto es explicar la forma en que el desarrollo de la
Ind.4 implica cambios en la relación capital-trabajo. En este sentido, el
artículo hace énfasis en el aspecto técnico de la contradicción mencionada;
este último tema lo ampliamos en el apartado tres. Metodológicamente nos basamos
en una extensa revisión bibliográfica para tratar este tema de suma actualidad
desde un enfoque mayoritariamente descriptivo, lo que justifica la perspectiva
teórico-conceptual con la que se organiza la información concreta en este
artículo.
Luego
de esta introducción, el texto se divide en tres partes. Primero, explicamos lo
que entendemos por Ind.4 en el contexto de las revoluciones tecnológicas
haciendo alusión a sus requerimientos técnicos y a las diversas tecnologías que
se cobijan bajo el término y al papel de las nanotecnologías en ellas.
Seguidamente, mostramos los impactos tendenciales de la Ind.4 en lo referente a
la relación capital-trabajo, tomando en cuenta la participación estatal en el
contexto. Por último, exponemos algunas reflexiones generales que van más allá
de los aspectos particulares presentados 163 previamente.[i]
Desde
la Revolución Industrial, las revoluciones tecnológicas se han basado en la
explotación de diversas formas de energía: vapor, magnetismo, electricidad,
motor de combustión interna, entre otras. Desde principios de los años 70 del
siglo XX ocurre un cambio significativo porque de tecnologías centradas en el
uso de diferentes energías se pasa a tecnologías cuyo centro es la información;
se trata de la revolución de las TIC, que fue posible gracias a la
digitalización de la información y su procesamiento computarizado.
Aunque
todas las tecnologías anteriores surgen en un sector industrial y se expanden a
otros, el grado y velocidad de expansión resulta del carácter facilitador de
cada tecnología; de allí que desde las TIC se hable de tecnologías
facilitadoras o de propósito múltiple (enabling technologies o multiple purpose)
(Bresnahan y Trajtenberg
1995; Shea, Grinde y Elmslie 2011). Un ejemplo elocuente del carácter
facilitador de las TIC es que se aplican tanto a ramas industriales y de
transportes como al sector de los servicios, a las actividades sociales y a las
personales. Esto fue posible por avances técnicos como la digitalización de la
información que homogeniza su formato; el abaratamiento y miniaturización de
los dispositivos que almacenan y transmiten información, y los equipos de
conexión; una verdadera revolución en la micro-opto-electrónica y el satélite.
Las
tecnologías de propósito múltiple, como las TIC, conducen a que todas las ramas
productivas se homogenicen más rápidamente, de manera que el desarrollo de las
fuerzas productivas también alcanza un ritmo mayor. Luego de las TIC, en los
años 80 aparecieron las biotecnologías, las cuales a primera vista son más
restrictas en sus posibles usos (por ejemplo, la medicina, la agricultura, la
veterinaria), pero su aplicación se comienza a expandir a la microelectrónica
mediante los biosensores y otros dispositivos, que se cada vez resultan más
pequeños.
La
expansión de la microelectrónica propició la aparición de las nanotecnologías
como una revolución tecnológica cuyo despunte ocurre a principios del siglo
XXI. Su desarrollo requirió del avance de los microscopios atómicos a finales
de los años 80 y durante los años 90 para que las nuevas propiedades de la
materia –que en muchos casos ya se conocían– pudiesen ser medidas con
precisión. Además, el lanzamiento de la Iniciativa Nacional de Nanotecnología
de Estados Unidos en 2001 provocó que muchos otros países invirtieran en
Investigación y Desarrollo (I&D) de nanotecnologías para no quedar
rezagados. La revolución de las nanotecnologías fue en gran medida un proyecto top-down, donde la impronta estatal fue
fundamental en propulsar la I&D, el sistema de propiedad intelectual, la
gobernanza, y los procesos productivos y de mercado (Foladori
2009). El peso del Estado en promover las nanotecnologías, al menos en los
países centrales, contrasta con el periodo de auge de las
mismas inmerso en políticas de corte neoliberal donde el Estado tendría
menos presencia, lo cual muestra las particularidades del contexto más allá de
las generalidades. Este efecto del Estado sobre la I&D y gobernanza de las
tecnologías también está presente en la Ind.4, como veremos más adelante.
La
especificidad de las nanotecnologías las vuelve atractivas, de manera general,
debido a que la base de ellas es desarrollar las nuevas propiedades físico-químicas, derivadas de las fuerzas cuánticas que los
materiales manifiestan en tamaño nano (Royal Society
y Royal Academy of Engineering 2004). Dado que todo sector productivo y de
servicios utiliza materiales, las nanotecnologías invaden en poco tiempo todo
tipo de industria, servicio y actividad cotidiana (Tsuzuki
2009).
Menos
de quince años después de la irrupción de las nanotecnologías, para mediados de
la segunda década del siglo XXI, la Ind.4 se presenta como la “nueva
tecnología”, aunque en realidad lo que ocurre es la conexión entre lo que eran
actividades y tecnologías independientes que se amparan bajo el término. Buena
parte de los artículos se refiere a la confluencia de Big Data, Internet de las
Cosas, Mobile Cloud Computing, Machine to Machine
(M2M), 5G, machine learning,
robótica, materiales inteligentes, nuevos materiales, impresión 3D, sistemas ciberfísicos… para definir las tecnologías a las que hace
referencia la Ind.4 (Oztemel y Gursev
2020).
El
término Ind.4 ha sido utilizado en diferentes sectores económicos y de
servicios acentuando variadas ventajas tanto para el productor como el
consumidor, al punto que algunos autores han identificado decenas de diferentes
neologismos a los cuales el término hace referencia (Bongomin
et al. 2020). Asimismo, los gráficos y diseños que ilustran el alcance de la
Ind.4 dan a entender la posibilidad de una total integración de las personas
con los objetos, equipos, maquinaria, construcción e inclusive el medioambiente
(Alcácer y Cruz-Machado 2019; Basir et al. 2019)
(figura 1).
Figura
1. Visión general de la Industria 4.0
Fuente:
Tomado de Basir et al. (2019).
La
figura 1 muestra la hiperconectividad que la Ind.4
alcanza. De la imagen nos interesa destacar su centro: los servidores que,
aunque denominados “de nube”, son servidores físicos que concentran el
movimiento de comunicación por internet. El hecho de ser “granjas” físicas de
servidores hace posible su concentración económica y requieren de un volumen de
capital y condiciones de conectividad facilitadas por la regulación estatal de
las ondas electromagnéticas correspondientes. Además, al ser instalaciones
físicas, las granjas de servidores presentan un diferencial de velocidad según
la distancia de los receptores, lo que no es un dato menor cuando se habla de
velocidades medidas en milésimos de segundo. Esta llamada de atención sobre el
sustrato físico de la Ind.4 se justifica porque es común referirse a estas
tecnologías como algo caracterizado por la conectividad de información, como si
se tratara de aspectos virtuales puramente inmateriales.
Cierto
es que muchas de las tecnologías enlistadas dentro de Ind.4 son preexistentes
al propio término, y las diferentes definiciones que la caracterizan emplean
ejemplos de diversa cantidad y tipo de tecnología, lo que ocasiona una falta de
claridad con respecto a cuál es el centro de esta revolución tecnológica (Oztemel y Gursev 2020). En el
presente texto consideramos tres características que, de manera combinada,
permiten entender la novedad técnica y, en consecuencia, económica, social y
política de la Ind.4. Dichas características son las siguientes: a) la
velocidad de transmisión en tiempo real, es decir, la simultaneidad en el envío
y recepción de datos que deriva en la generación de grandes cúmulos de información;
b) la capacidad de conexión entre seres vivos y materia no viva; y, c) la
reacción de la materia inerte y de los seres vivos a partir de algoritmos de
autoaprendizaje. La mayoría de estas características se expresan de manera
virtual, sin embargo, todas ellas están necesariamente amarradas a dispositivos
materiales.
La
expresión virtual está dada por la conectividad entre las personas, los objetos
y los elementos naturales, y es siempre mediante redes que acceden a internet y
supone velocidad de transmisión en tiempo real, es decir, simultaneidad de
envío/recepción de información y una capacidad de operación prácticamente
ilimitadas, esto es, la transformación de señales en unidades codificadas
digitalmente, almacenamiento, procesamiento, distribución y retroalimentación.
Supone, además, que las personas pueden comunicarse y recibir retroalimentación
de las cosas físicas, es decir, estas últimas son inteligentes; reaccionan
frente al entorno y deciden qué tipo de información comunicar. Supone también
que el entorno conectado instruye al humano sobre caminos de desarrollo,
corrección y mitigación de impactos no deseados. Estas son las condiciones, y
al mismo tiempo las restricciones, de conectividad de la Ind.4; la expresión
virtual no podría darse sin las bases físicas de los equipos y dispositivos que
la realizan.
En
términos generales, hay tres fases en la conectividad. La primera es la físico-química inmediata, la segunda es la fase de redes, y
la tercera la de aplicaciones inteligentes. La fase físico-química
identifica y reconoce elementos, substancias y movimientos utilizando sensores,
actuadores y dispositivos terminales. La fase de redes conecta los diversos
dispositivos terminales de la primera fase en nodos y puede ser abierta o
privada. La fase de aplicaciones inteligentes utiliza diversos tipos de conectividad
(rayos infrarrojos, radiofrecuencia y diversas bandas de ondas
electromagnéticas) para generar procesamiento y retroalimentación a toda la
estructura y generar su automatización (Basir et al.
2019, 2).
Para
que sea posible una conectividad con las características mencionadas en todas y
cualquiera de las tres fases, la presencia de sistemas micro- y nanoelectromecánicos (MEMS/NEMS) es indispensable. Los
MEMS, micro electrical mechanical
systems, se fueron convirtiendo
en NEMS, nano electrical mechanical
systems. Mediante MEMS/NEMS se
transforman señales físicas, químicas y biológicas en codificación digital. Sin
estos dispositivos no funciona ninguna de las tecnologías de la Ind.4 ni existe
conectividad entre ellas. La conectividad depende de la industria opto-micro/ nano-electrónica (y otras asociadas como la de satélites) y
esta, a su vez, del uso de dispositivos que exigen la manipulación de la
materia en tamaño atómico y molecular, es decir, nanotecnologías. Más aun, el
primer segmento de la cadena de valor del Internet de las Cosas corresponde a
la fabricación de dispositivos con actuadores y sensores especializados en la
captura de datos (Castillo 2017).
Los
nanosensores y los nanoactuadores, sean biológicos o
electromecánicos, son los que permiten codificar digitalmente señales físico-químicas de lo más diversas, provenientes de los
elementos naturales y de la vida –eléctricas, acústicas, ópticas, de estrés y
resistencia de la materia, magnetismo, radiaciones, gases, etc.– (Cano Olivera
y Pérez Castillo 2008). La interacción entre los materiales,
sea que estén en la naturaleza o cristalizados en equipos, materia prima y
demás, y de ellos con los humanos está en la base de la Ind.4: no es lo mismo
MEMS/NEMS que reciban señales ya codificadas y las almacenen, transformen o
modifiquen según la información pasada, que MEMS/NEMS que capten información de
fuerzas naturales y movimiento y las deban codificar. De no ser por esos
sensores y actuadores no habría conectividad entre la materia y el
procesamiento de la información. Estos sensores constituyen el 167 primer nodo de
información, nanonodos,
a partir de ellos se escalan a los nanorouters,
que tienen mayor capacidad de almacenamiento y procesamiento de información
codificada previamente, y a las interfases, nodos más
complejos que actúan como gateway
de las redes de nanosensores (Wireless Nanosensor Network [WNSN]) y que
permiten conectarse con el resto del mundo (Piro et al. 2013). Cabe señalar
que, desde el punto de vista financiero, MEMS Y NEMS son considerados
conjuntamente. Así, por ejemplo, la Iniciativa Nacional de Nanotecnología de
los Estados Unidos gasta enormes fondos en MEMS y sensores, y en laboratorios
con equipos utilizados por y para los MEMS (Materials
Modification Inc. 2004; Plunkett 2010).
Uno
de los primeros y principales sectores de desarrollo de las nanotecnologías ha
sido la electrónica, que siguiendo la tendencia a la miniaturización de los
dispositivos impulsó un salto importante en la disminución de los tamaños y en
la promisoria potencialidad del tránsito hacia la computación cuántica. La
confluencia del tamaño y las nuevas funcionalidades han hecho de los
nanosensores y nanoactuadores el aspecto crucial de
la Ind.4 y de todas las tecnologías que la componen, más aún, en la segunda
década de este siglo el crecimiento de las nanotecnologías se dio
principalmente en el área de los nanosensores (Foladori
y Ortiz-Espinoza 2021).
La
peculiaridad de la Ind.4 es que no puede considerarse como una revolución
tecnológica en el sentido de modificar una fuente energética, generar una
tecnología específica o alterar la forma de manipulación de la materia, sino
como la confluencia de tecnologías donde las TIC y las nano tienen los papeles
principales. Como resultado de esta reunión de diferentes tecnologías, algunos
autores sugieren que se trata de un concepto más político que técnico (Schütze, Helwig y Schneider
2018, 359) y hacen alusión a que el término surge como recomendación de la
Academia Alemana de Ciencia e Ingeniería (ACATECH, por sus siglas en alemán) a
fin de generar una estrategia de política industrial basada en la alta
tecnología (ACATECH 2013). Aunque el impacto ideológico y político de lanzar un
nuevo término para sugerir el peso de la ciencia y la tecnología en el
desarrollo no puede descartarse, existe un elemento económico más importante
que muestra el carácter cualitativo de la Ind.4 al menos en términos
tendenciales; se trata de las modificaciones que provoca en la contradicción
capital-trabajo.
Con
base en el marxismo, se plantea que las relaciones capitalistas se basan en la
articulación de dos clases sociales clave: la burguesía y el proletariado. Tal
conexión está dada por la necesidad de los obreros de vender su capacidad de
trabajo a los dueños del capital. Se trata de una relación dinámica ya que el
propio desarrollo capitalista tiende a suplantar trabajo vivo con tecnología y,
en consecuencia, a generar lo que comúnmente se conoce como desempleo
tecnológico. Este proceso, que ha sido sistemático desde la misma Revolución
Industrial del siglo XVIII, tuvo una expansión significativa a partir de la
revolución de las TIC, porque permitió profundizar la sustitución del trabajo
industrial con tecnología mediante la robotización y la automatización de
procesos productivos, así como por su capacidad de expandirse a la esfera de
los servicios en general.
El
informe de la consultora McKinsey de 2012 sobre el papel de la industria
manufacturera en el mundo (Manyika et al. 2012)
resume algunas tendencias identificadas desde 1950 hasta la crisis económica
del 2008. Este lapso de más de cincuenta años es muy ilustrativo para efectos
del empleo, porque incluye el periodo de bum de las TIC, de las biotecnologías
y de la globalización, y se detiene justo cuando las nanotecnologías entran en
escena en la primera década del siglo XXI. Estos son los elementos distintivos
de la tendencia con relación al empleo y que pueden considerarse como
irreversibles: a) la disminución del empleo no calificado por efecto de la
automatización; b) la práctica eliminación de las fronteras entre actividades
de servicios y de manufactura, y c) un aumento relativo hacia el trabajo
altamente calificado.
Si
extendemos aquellas tendencias a finales de la segunda década cuando ocurre la
pandemia por covid-19, podemos señalar la fuerte diferenciación entre sectores.
McKinsey resalta que, desde comienzos del 2020 durante la expansión de la
epidemia a nivel mundial, tres sectores económicos tomaron la delantera
incrementando su producción, ventas y presencia en el mercado: el comercio
digital, la telemedicina y la automatización. Estos procesos son irreversibles
una vez establecidos, aun con el repliegue de la pandemia (Sneader
y Singhal 2020).
La
Ind.4 acelera ese proceso de sustitución de trabajo vivo por trabajo
cristalizado en maquinaria, pero al hacerlo, también profundiza otra
característica que se venía observando desde los años 90: la precarización del
empleo no calificado. Efectivamente, es previsible que la automatización de las
cadenas productivas globales signifique un desplazamiento considerable del
trabajo asalariado, al menos como se conoce actualmente. Los cambios incluyen
el consabido incremento del desempleo, la demanda de nuevas y diferentes
calificaciones, y el incremento del empleo parcial, eventual y sin prestaciones
(Görmüş 2020). La automatización de la industria supondría
que la oferta laboral mute hacia nuevos tipos de empleos; tan solo en Estados
Unidos, apenas el 0,5 % de la fuerza laboral se empleó en industrias
inexistentes a inicios del siglo XXI (Schwab 2017). Más aun, el porcentaje del
PIB que depende del trabajo sigue disminuyendo en la mayoría de los países
(Schwab 2017).
La
automatización que conlleva la expansión de la Ind.4 significa que el empleo
asalariado presenta una tendencia a cero, con la excepción de una mínima
ocupación de trabajo calificado y de servicios. Por ello, la previsión de que,
a medida de su expansión y profundización, se generen millones de desempleados
y subempleados a nivel mundial no es descabellada. Los argumentos de los
voceros de las ventajas de la Ind.4 son en el sentido de que se ampliará cierto
trabajo calificado a ser realizado a domicilio, pero es esta modalidad
precisamente la que más promueve el subempleo, individualiza los salarios y la
intensidad del trabajo, y dificulta la organización de los trabajadores
haciendo que pierdan derechos laborales y seguridad en salud ocupacional (Zafra
2021).
Inclusive
aquellos que mantienen sus puestos de trabajo no necesariamente se ven
beneficiados por las nuevas tecnologías, pues el aumento de la productividad no
lleva a un incremento del ingreso de los asalariados de forma espontánea.[ii]
Aunado a lo anterior, se ha visto que la automatización de procesos presenta
una fuerte cantidad de riesgos de impacto social y es el sector laboral el que
sufre las mayores consecuencias adversas. De acuerdo con el Informe Global de
Riesgos (2019) los avances tecnológicos han eliminado los límites entre el
trabajo y la vida cotidiana. La hiperconectividad ha
provocado que el horario de trabajo se extienda más allá de sus límites
formales, lo que provoca una un desequilibrio entre la vida personal y el
trabajo, así como elevados índices de fatiga y efectos psicológicos adversos
derivados de los altos índices de estrés que implica la posibilidad de
sustitución de la fuerza laboral por la automatización, más acentuado aún en
las mujeres (Foro Económico Mundial 2019, 15, 34-39). Todo ello se ha acentuado
bajo el contexto actual de pandemia que ha acelerado los procesos de
digitalización y el uso de plataformas virtuales (Lund et al. 2021); tan solo
en México, más del 50 % de los empleos está en riesgo a consecuencia de la
automatización (Forbes 2020).
Asimismo,
la presencia cada vez mayor de inteligencia artificial y algoritmos de
aprendizaje automático, tecnologías fundamentales de la Ind.4, propicia que se
difunda la perspectiva de una inminente sustitución de humanos por máquinas.
Ello produciría una mayor eficiencia técnica derivada del incremento de la
productividad y la adopción de tecnologías. Al respecto, algunos autores
argumentan que dicha presencia conduce a un mayor control sobre la fuerza de
trabajo, lo cual implica una mayor rigidez social (Harvey 2014).
Considerando
que, además de las grandes corporaciones, los Gobiernos también son
propietarios de buena parte de la información existente, así como de los
canales para su captación y distribución, y de grandes medios para generar
investigación y avances científicos, el autoritarismo y el debilitamiento de
los sistemas democráticos se vuelve un posible riesgo en un mundo de total
visibilidad y trazabilidad. En este sentido, la inteligencia artificial y el
aprendizaje automático tienen el potencial de un poder, que eventualmente,
lograría radicalizar a determinados grupos sociales, pues pueden identificar
patrones en el comportamiento individual, así como manipular y propiciar
determinados comportamientos con potencial para desatar violencia (Foro
Económico Mundial 2019).
La
confluencia de tecnologías bajo la Ind.4 se beneficia tanto de las tendencias
económicas previas como de la coyuntura de salud mundial para crear nuevas
condiciones en las relaciones laborales. Mucho del trabajo calificado que
surgió a raíz de la Ind.4, como el relacionado a la logística, implica nuevas
condiciones de estrés, caracterizado por el radical enfrentamiento entre la
realidad virtual y la humana. Un ejemplo de dicho enfrentamiento y del
desempleo tecnológico ligado a la Ind.4 es lo que se conoce como “gemelo
digital” (Gilchrist 2016); se trata de un sistema virtual que da seguimiento al
funcionamiento y desgaste de las piezas de manera individual y del equipo o
motor en su conjunto, pero también permite probar virtualmente alternativas de
corrección para ser aplicadas a su par real cuando sea conveniente. Esto
economiza trabajo físico directo, desplazamientos y transporte de piezas, pero
además impulsa la necesidad de algunos trabajadores altamente calificados y con
enorme responsabilidad sujetos a nuevas situaciones de estrés. El sistema de
monitoreo virtual de los equipos físicos se aplica para el funcionamiento de
cualquier tipo de proceso; y aunque solo se introduce allí donde una empresa
logra abaratar sus costos de mantenimiento, la supuesta mayor eficiencia y
predicción de potenciales fracasos de piezas y equipos obliga a los
competidores a reproducir la iniciativa.
La
diferencia entre el modelo (protocolo ideal) y la realidad humana se profundiza
con la Ind.4 al colocar a los trabajadores como últimos responsables de errores
que, quizá, solo puedan no ocurrir de manera virtual. Gilchrist (2016, 11)
ejemplifica lo anterior con el caso de las llantas de transportes pesados que
usan sensores para ofrecer información a la empresa sobre los errores del
motorista en la conducción del vehículo. De igual forma, el World
Economic Forum ofrece un
ejemplo paralelo con los gorros inteligentes (SmartCaps),
utilizados en la industria minera australiana, que miden la fatiga y estrés de
los empleados durante la jornada laboral a fin de garantizar límites para que
no ocurran accidentes (World Economic
Forum 2017, 16). Lo anterior ejemplifica cómo el uso
del patrón virtual para evaluar labores humanas deviene estrategia para
incrementar la intensidad del trabajo.
En
la mayoría de los países y empresas, la Ind.4 está aún en ciernes, sin embargo,
pueden identificarse señales de su impacto en el trabajo hasta en aquellos
sectores que parecieran más lejanos de la automatización, como los que utilizan
directamente la naturaleza. En el caso de la minería mexicana, la
automatización avanza suplantando fuerza de trabajo mayormente tradicional.
Robles, Foladori y Záyago
Lau (2020) muestran los equipos y dispositivos que permiten ese avance; en lo
que respecta a la extracción de oro y plata se han automatizado los malacates,
el sistema de bombeo primario, el de ventilación, la trituración y molienda, el
sistema de transporte por 171 bandas
y los circuitos de flotación. Si bien las tecnologías digitalizadas han estado
presentes en la gran minería desde fines del siglo XX, los sistemas
automatizados actuales no solo se han aplicado a la conexión entre equipos y
maquinaria, sino que también lo han hecho entre trabajadores, maquinaria y
condiciones de la materia en explotación. Los obreros de la Fresnillo Plc., una de las mayores minas de plata del mundo y la
segunda productora de oro de México, portan sensores con GPS que reproducen sus
movimientos en la pantalla virtual, con lo cual se controla la intensidad del
trabajo, la ubicación y el desempeño del equipo.
Por
su parte, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt) ha colaborado con la empresa mexicana de
telecomunicaciones Lasec para diseñar un dispositivo
portable que puede ser rastreado por un sistema de espectro disperso. El
trabajador puede emitir señales de emergencia. Esta información también es
detectada y visualizada en el ordenador central (Rodríguez 2017). Es
controvertible si estos equipos inteligentes califican o descalifican la fuerza
de trabajo. La tendencia es a producir machine-learning
softwares que corrijan la acción de los usuarios en función de
lo que el sistema aprende. El software Vulcan de la
empresa Maptek constituye uno de los paquetes más
utilizados en minería por poseer un sistema de planificación minera y modelado
3D, que puede ser aplicado desde la exploración hasta la rehabilitación de un
sitio (Maptek 2015). Puede argumentarse que ello
tiende a sustituir la calificación humana por la virtual, con el consecuente
potencial desempleo (Robles, Foladori y Záyago Lau 2020).
El
documento del World Economic
Forum (2017)
en su análisis de la digitalización de los procesos en la minería e industria
de metales señala otros aspectos del impacto de las tecnologías sobre el
proceso de trabajo. Por ejemplo, la dificultad para calificar a trabajadores
antiguos y experimentados, pero con conocimientos técnico-mecánicos en
tecnologías digitales; en contraste con jóvenes más aptos para las nuevas
tecnologías, pero sin el bagaje de experiencia necesaria en las diferentes
etapas por las que pasa la automatización hasta alcanzar el ideal de la Ind.4.
El mismo documento predecía, aún antes de la pandemia por covid-19, que en una
década ocurriría la pérdida del 5% de los empleos en la minería debido a la
digitalización de procesos. No sería aventurado señalar que esto podría
acortarse a un par de años como resultado de la pandemia (Foladori
y Delgado Wise 2020).
El
Foro Económico Mundial prevé que, como resultado de la crisis de salud, la
automatización y la nueva división del trabajo entre humanos y máquinas
desplazará 85 millones de trabajos a nivel mundial para 2025 (Ashworth 2021).
Entrando a la tercera década del siglo XXI, se puede plantear que las teorías
económicas neoclásicas que sostenían que el empleo se iría acomodando a las
demandas del capital están en retroceso. Los propios analistas del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial se muestran preocupados por la
inevitable previsión de crecimiento del desempleo y las formas de subempleo (Berg, Buffie y Zanna 2016). Como contraparte del debilitamiento del sector
laboral, tanto en cantidad como en participación de la riqueza global (Manyika et al. 2012), el sector corporativo se fortalece
beneficiándose de la mayor productividad y estableciendo cambios tecnológicos
irreversibles para el destino incierto de los trabajadores.
La
expansión de la Ind.4 para el capital es, simultáneamente, una fuente de
beneficios individuales y un desafío global. Aquellas empresas que consigan
avanzar en las etapas de la digitalización e integración virtual de las cadenas
de producción tendrán ganancias extraordinarias mientras compitan con otras
menos tecnificadas. Son ventajas que se podrán presentar aun cuando los costos
de producción por unidad de producto sean iguales o algo mayores que en
empresas menos tecnificadas porque acortarán sus ciclos de rotación del capital
y, por tanto, amortizarán más rápidamente su capital y lograrán aumentar su
ganancia global incluso a expensas de alguna reducción en la ganancia por
producto. Hay que tener en cuenta que la automatización integrada, como se
plantea en la Ind.4, significa la posibilidad de trabajar siete días a la
semana, y no cinco o seis como ocurre donde existen empleos humanos, como es el
caso de la empresa australiana de extracción y procesamiento de cobre Rio
Tinto, la cual está altamente automatizada: trabaja 24 horas por día, los 365
días del año (Rio Tinto 2021).
Además
de la tendencia a la concentración en corporaciones, está la tendencia al
cambio de jerarquía en el control de las cadenas de producción. Los análisis de
las cadenas de producción de las últimas décadas han mostrado que algunas están
controladas por las empresas productoras de la parte central (producer driven),
otras por el comprador mayorista (buyer driven) y otras por quien posee la marca (Gereffi, Humphrey y Sturgeon 2005; Park, Nayyar y Low 2013). Asimismo, la crisis económica
relacionada con la pandemia ha mostrado, a lo largo del 2020, cómo los sectores
anclados en el comercio por Internet han salido ampliamente favorecidos (Lund
et al. 2021).
A
medida que crecen las necesidades del uso de bandas de frecuencia del espectro
electromagnético, su control es esencial, y esto requiere de regulaciones
internacionales (Unión Internacional de Telecomunicaciones, ONU), nacionales y
regionales, lo cual conlleva la participación del Estado en la Ind.4. Muchas
bandas son usadas de manera privada, por empresas o por el sector militar, y
esto compite con la utilización de tales espectros para otros usos, como
públicos o independientes. Como todo el tráfico por internet está privatizado
desde 1994, el acceso a las bandas es también una barrera política y de costos,
aunque no hay que olvidar que todo ese proceso de potencial hegemonía de las
telecomunicaciones sobre la producción material depende de los equipos físicos
en los que, en última instancia, se deposita la información y las posibilidades
de acceder a ella.
La
lucha económica y política de la producción material al control de las comunicaciones
se exacerba y las promesas de que tecnologías más avanzadas constituyen 173 una
ventaja para la población resultan engañosas. Es muy
probable que el avance de la 5G, por ejemplo, aumente la distancia entre países
y regiones en lugar de acortarla. Cualquier registro de las velocidades
actuales, que en muchos casos combinan 3G, 4G y 5G, muestra esta gran
desigualdad. Una medición indicativa de velocidad en países y ciudades para
2014 mostró que mientras Hong Kong tenía una velocidad de 80 Mbps, los Estados
Unidos apenas alcanzaban 24 Mbps (Lee 2014, mapa 12). Para un usuario
individual la distancia del servidor donde se deposita la información de
internet que utiliza es clave y aunque en muchos casos esta información es
secreta, lo que se conoce evidencia enormes diferencias regionales (Lee 2014,
mapa 28). La conclusión general del avance de la conectividad y de la Ind.4 no
es diferente de lo promovido desde los inicios de la Revolución Industrial: la
tendencia a la concentración del capital, el monopolio y el control del sector
público por parte de los grandes consorcios.
El
término Ind.4 con frecuencia aparece como difuso e impreciso, y a primera
vista, el concepto es más político que económico, ya que todas las tecnologías
que lo sostienen son modalidades preexistentes. La Ind.4 involucra una gran
conectividad y la implementación de tecnologías disruptivas encaminadas a una
alta automatización de procesos. Sin embargo, no siempre la suma de las partes
hace a la totalidad, como en el caso que hemos examinado, donde la reunión de
aquellas tecnologías supone un salto cualitativo imprevisible en el análisis
discreto de cada una de ellas. La novedad está dada no solo por la
profundización y expansión de cada una de estas tecnologías, sino por la
eliminación significativa de los tiempos muertos existentes entre empresas
individuales y a lo largo de todas las cadenas de producción.
No
puede perderse de vista el carácter integrador de los procesos parciales de
producción y servicios (Technopolis group Belgium 2016). Si suponemos
que la materia prima y medios de producción están dados para una empresa de
cualquier sector productivo o de servicios, al igual que el mercado y los
precios finales, la forma de aumentar su ganancia se reduce a dos alternativas:
aumentar el volumen de producción en el mismo tiempo (productividad del
trabajo), o reducir los tiempos muertos entre las fases parciales de los
procesos (ritmo de circulación del capital). Las cadenas de montaje son un
ejemplo de ambos; los estudios de las cadenas globales de producción muestran
la lucha de las diferentes empresas dentro de la cadena por apropiarse del
control y de la parte estratégica y relativamente mayor del valor final
producido (Foladori 2018; Gereffi
2014).
A
diferencia de las revoluciones tecnológicas anteriores que, en términos marxistas,
consistían en aumentar el plusvalor absoluto y relativo a nivel empresarial y
desde ahí su generalización a nivel social, la Ind.4 suma a esto la reducción
de los tiempos muertos entre las cadenas de producción y el consumidor en las
diferentes empresas; el centro está en reducir el tiempo de rotación del
capital acelerando directamente la productividad del proceso social desde la
I&D pasando por la producción, distribución, transporte, ventas y consumo.
Paralelamente,
las crisis económicas que durante el siglo XIX y XX se sucedían cada 20 o 25
años (Mandel 1986), lo hacen cada diez años (o menos)
a partir del siglo XXI: la crisis de las empresas.com en 2001, la de vivienda
en 2008-2009 y la de covid-19 en 2020, que han ocurrido a pesar de la sucesión
y superposición de nuevas tecnologías (bio, nano, IoT,
Ind.4.0), o quizá como resultado de ellas por su carácter facilitador. Esto
último se explica por el aumento de las capacidades productivas, a la vez que
se reduce el empleo en tiempo y cantidad, y con ello la capacidad de compra de
enormes masas de población desocupada, subocupada o
de empleos ocasionales que conlleva una superproducción difícil de evitar sin
periódicas crisis.
La
paradoja de la expansión de la Ind.4 es que permitiría que la población mundial
tuviera a su disposición la suficiente riqueza material para reproducirse sin
necesidad de trabajo productivo invertido, o con una reducción del empleo a
pocas horas al día, pero generando millones de sub- y desempleados. Esta
paradoja se mantiene en tanto la forma de la apropiación de la riqueza material
dependa del salario para la inmensa mayoría de la población mundial.
Esta
investigación forma parte del Proyecto del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (Conacyt) Ciencia de Frontera 2019, n.º
304320 “Una revisión crítica del desarrollo de las nanotecnologías en México
acorde a las prioridades socio-económicas nacionales”,
financiado por Conacyt y ejecutado por la Unidad
Académica en Estudios del Desarrollo (UAED), Universidad Autónoma de Zacatecas
(UAZ), México. El periodo del proyecto es 2020-2023.
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Notas
[i]
Debido a la amplitud del tema, el artículo centra su atención en las
potencialidades de la Ind.4 para alterar los términos tradicionales de la
contradicción capital-trabajo desde una perspectiva general y deja de lado las
tendencias
en las manifestaciones sobre la población civil, los consumidores, el
medioambiente, la salud, etc., temas para tratar en futuras investigaciones y
análisis.
[ii]
Mientras el aumento de la ganancia derivado de la productividad es una
consecuencia espontánea, natural a la contradicción capital-trabajo, que no
requiere siquiera percibirla o entenderla, la posibilidad de que parte
de
ese aumento de la productividad se convierta en una mejora en las condiciones
de vida de los asalariados o del resto de la población es una consecuencia no
espontánea, sino política, y resultado de la lucha de clases.
La
economía neoclásica y las variantes keynesianas y heterodoxas consideran que
las innovaciones tecnológicas abren nuevas fuentes de trabajo, y mejoran las
condiciones de vida de la población en su conjunto. La
historia
de la distancia cuantitativa en la apropiación de la riqueza monetaria entre
capitalistas y resto de la población es un indicador de que aquella afirmación
es equivocada, aunque sea correcta para ciertos países,
regiones
o periodos. El argumento de la relación mecánica entre innovación y mejora en
las condiciones de vida deriva de referirse a la producción de riqueza
material; las clases sociales no se apropian de esa riqueza
material
directamente, sino que deben primero acceder a valores dinerarios que logran
mediante la venta de su capacidad de trabajo.