¿Hacia
una ciudad incluyente? Efectos de los cambios estético-corporales de varones
transmasculinos
Towards
an inclusive city? The effects of aesthetic-corporeal changes among
transmasculine men
Mgtr. Sofía Luciana Santillán. Doctoranda en Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional
Autónoma de México.
(luciana.santillan@comunidad.unam.mx) (https://orcid.org/0000-0002-1489-3191)
Recibido:
04/10/2021 • Revisado: 07/02/2022
Aceptado:
31/05/2022 • Publicado: 01/09/2022
Cómo citar este artículo:
Santillán, Sofía Luciana. 2022. “¿Hacia una ciudad incluyente? Efectos de los
cambios estético-corporales de varones transmasculinos”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 74:
119-138. https://doi.org/10.17141/iconos.74.2022.5219
El objetivo del presente artículo es analizar los efectos
en la percepción, acceso y disfrute de la ciudad derivados de las
transformaciones estético-corporales que realizan los varones transmasculinos.
Se enfoca en particular el caso de los miembros de la Fraternidad
Transmasculina Ecuador (FTM), organización radicada en Quito. En un primer
momento, se identifican los cambios estético-corporales de quienes integran la
Fraternidad en cuanto procesos anclados a la lucha por el reconocimiento de la
identificación masculina dentro del espacio público. Tales cambios son el
resultado de procedimientos de hormonización,
mediante la administración periódica de testosterona, y de la adecuación a
determinadas prácticas asociadas a la masculinidad.
En un segundo momento, se contextualiza a la población
transmasculina que pertenece a la FTM para finalmente analizar la influencia de
la estética masculina en la percepción del espacio público. Se utilizó
metodología cualitativa basada en la observación participante, entrevistas en
profundidad y la técnica del relato de vida. Los resultados muestran cómo las
transformaciones estético-corporales, que conducen a la masculinización de los
cuerpos, cambian las percepciones que tenían quienes participaron del estudio
sobre el espacio público e intervienen en las diferentes formas de habitar la
ciudad. Se concluye, según los entrevistados, que este espacio se siente menos
violento y más amigable con los cuerpos que encarnan la masculinidad, incluso
durante la noche.
Descriptores:
ciudad; espacio público; Fraternidad Transmasculina Ecuador; hormonización; transformaciones estético-corporales;
transmasculinidad.
The objective of the current
article is to analyze the effects in the perception, access, and enjoyment of
the city derived from aesthetic-corporal transformations by transmasculine men.
In particular, it focuses on the case of members of
the Transmasculine Fraternity Ecuador (FTM), an organization located in Quito.
In the first section, the aesthetic-corporeal changes among members of the
Fraternity are identified that are related to processes linked to the struggle
for recognition of the masculine identity in public space. Such changes are the
result of procedures of hormone therapy, through the periodic administration of
testosterone, and the adjustment of particular practices
associated with masculinity. In the second section, the transmasculine
population that belongs to the FTM is characterized in context in order to then analyze the influence of the masculine
aesthetic in perceptions of public space. A qualitative methodology was used
based on participant observation, in-depth interviews, and the technique of
life histories. The results reflect how aesthetic-corporeal transformations,
which lead to the masculinization of bodies, change the perceptions of those
who participated in the study regarding public space and mediate various forms
of inhabiting the city. It is concluded, according to the interview
participants, that this space is experienced as less violent and more friendly
with bodies that represent masculinity, including during the nighttime.
Keywords:
city; public space; Transmasculine Fraternity Ecuador; hormone therapy;
aesthetic-corporeal transformations; trans-masculinity.
El mundo, la manera en que lo concebimos, las leyes, los
discursos, los saberes, los imaginarios sociales, las distintas formas de
relacionarnos con otras personas y todo aquello que es considerado “verdad”
está construido en clave binaria: masculino y femenino, dos entidades
diferentes e inmutables. Como manifiesta Héritier-Augé
(1990), el pensamiento simbólico está estructurado binariamente y la jerarquía
entre masculino/femenino es la base fundamental de esta estructuración.
Así mismo los cuerpos de las personas se dividen en dos
categorías: hombres y mujeres, cada cuerpo con su respectiva función social
dentro del sistema binario de género[i]
que los clasifica a partir de la sexuación.[ii]
A los nacidos con pene se les asigna el género masculino, mientras que a las
nacidas con vagina el femenino. Los órganos sexuales son funcionales a la
reproducción de la especie humana y, por ello, a partir de la sexuación no
solamente se asigna/impone un género, sino también un deseo/orientación sexual:
el heterosexual. Tales mecanismos vuelven inteligibles únicamente dos formas de
identificación: la masculina y la femenina; y una única manera permitida de
desear, relacionarse y amar: la heterosexual.
A esta correlación entre sexo, género y deseo, Rubin (1986) la denominó sistema sexo-género, mientras que
Butler (2007) la llamó “matriz heterosexual”. Dicha matriz opera a nivel social
como una imposición que recae sobre los cuerpos. En el presente artículo,
estableciendo un diálogo con estas autoras, se hablará de cuerpo sexuado,
género impuesto y deseo construido.
A propósito, Foucault explica que “el individuo, con sus
características, su identidad, en su hilvanado consigo mismo es un producto de
una relación de poder que se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los
movimientos, los deseos, las fuerzas”
(Foucault 2002, 120). En esta relación de poder no
solamente se imponen roles y conductas ideales, también se crean sujetos
modélicos que son presentados como la norma, lo natural. Así se crea un sistema de
recompensas y castigos que dependerá de cómo cada persona se adapte a la
conducta impuesta por el ideal. Para este autor, la normalización implica la
construcción de una norma idealizada de conducta, refor-zada
a través de recompensas hacia quienes se aproximan a esa norma o castigos para
aquellos individuos que se desvían de este ideal.
Entre las distintas recompensas que reciben quienes se
adaptan a la norma se encuentra el libre acceso al espacio público y la
percepción del mismo como seguro, mucho menos violento
y hostil que como lo percibe su contraparte, para quienes se dirige
“el castigo”. Quienes no se ajustan a la norma habitan la ciudad en constante
miedo y bajo amenaza, cargando con el estigma de ser diferentes, de no encajar.
Debido a esto las personas de la diversidad sexual se han desarrollado
socialmente en un contexto de discriminación y exclusión (Butler 2007).
Cabe mencionar que el conjunto social leído como
“mujeres” percibe el espacio público de forma distinta al conjunto social leído
como “hombres”. Siguiendo a Soto (2016),
el género en cuanto
construcción simbólica de la diferencia sexual ha sido fundamental en la
configuración de espacios específicamente para uno y otro sexo. Los límites
simbólicos que se han impuesto culturalmente a las mujeres han tenido una
correlación espacial […]. Cualquiera de estas espacialidades ha tenido como
característica principal la reclusión, la invisibilidad y el silencio (Soto
2016, 77).
Es decir, no solamente las personas de la disidencia
sexual se encuentran en un lugar de desventaja frente a las personas
cisgénero-heterosexuales, sino también las mujeres frente a los hombres.
Son parte de la diversidad sexogenérica
las personas trans[iii] y travestis,[iv]
cuya expresión e identidad de género no corresponde a la impuesta a partir del
sexo biológico. Estas personas han construido sus narrativas de vida por fuera
de las normas conduc-tuales asociadas a su cuerpo.
Ahora bien, existen una infinidad de identificaciones que rompen con el
binarismo de género y que van más allá de lo masculino y de lo femenino, que a
su vez son constructos sociales y no identificaciones estables e inherentes al
sujeto. Con relación a lo anteriormente señalado, Serret
(2018) argumenta lo siguiente:
La identidad de
género es la que hace a una persona considerarse y ser considerada, en términos
del imaginario social, como hombre, mujer u otras variables entre estos dos
términos, y se halla referida al ordenador simbólico masculinidad-feminidad.
Siendo el núcleo de toda identidad, el género en una persona es igualmente
imaginario y se conforma a lo largo de un complejo proceso en la formación
subjetiva (2018, 138).
Para efectos del presente artículo se va a hablar de un
grupo de personas trans, quienes por sus datos biológicos fueron asignadas
mujeres al nacer y que a partir de esto se les socializó con la estética y con
los roles de género asociados a la feminidad. Sin embargo, su identidad de
género no coincidió con la impuesta a partir de sus datos biológicos, ya que
esta fue desde la infancia tendiente hacia la masculinidad, por lo que, una vez
que se reconocen a sí mismas como personas transmasculinas, empiezan a realizar
en sus cuerpos una serie de transformaciones estético-corporales a fin de ser
leídos por la sociedad como varones.
Se abordará a varones transmasculinos pertenecientes a la
organización Fraternidad Transmasculina Ecuador (FTM), radicada en Quito,
provincia de Pichincha. En lo que concierne a las personas trans que integran
la FTM, el denominador común en sus relatos de vida es la escasez de fuentes de
información, el desconocimiento y el desinterés por parte del Estado y de las
instituciones de poder respecto a su existencia y a las demandas específicas de
su sector. A ello se suma la consecuente vulneración de derechos que esto
provoca, derechos entre los que se encuentran el acceso al espacio público y
una vida libre de violencia dentro de la ciudad.
Con base en lo antes planteado, en el presente artículo
se pregunta: ¿qué efectos producen las transformaciones estético-corporales de
los miembros de la Fraternidad Transmasculina del Ecuador en la percepción del
espacio público y en la forma de habitar la ciudad? Se entienden a las
transformaciones estético-corporales como el resultado de procesos de hormonización mediante la administración de testosterona y
la adecuación a determinadas prácticas asociadas a la masculinidad. Como se
desprende de la investigación en que se basa este texto, las transformaciones
de las personas en mención conducen a una masculinización de sus cuerpos
incidiendo en la forma de percibir, usar, disfrutar, acceder y habitar la
ciudad.
El artículo se organiza en cuatro apartados. Después de
la introducción se aborda la metodología. En el tercer apartado se desarrolla
el marco teórico donde se construye una relación entre identificación y cuerpo;
también aparece el contexto de la FTM y las características generales de las
vidas de estas personas. En ese mismo apartado se describen los efectos que
producen las transformaciones estético-corporales de los miembros de la FTM en
la percepción del espacio público y en las diferentes formas en las que habitan
la ciudad. Finalmente, se presentan las conclusiones generales del estudio.
2. Metodología
Este artículo se desarrolla a partir de la investigación
de la tesis titulada “Hombres trans: narrativas biográficas de los miembros de
la Fraternidad Transmasculina Ecuador”, previa a la obtención del título de
maestra en Ciencias Sociales con mención en Género y Desarrollo por FLACSO
Ecuador. En el trabajo investigativo, realizado en 2019, se utilizó un marco
metodológico cualitativo y el método de investigación etnográfico, el cual
permite “describir y analizar ideas, creencias, significados, conocimiento y
prácticas de grupos, culturas y comunidades” (Hernández Sampieri, Fernández
Collado y Baptista Lucio 2010, 501).
La investigación implicó el desarrollo de trabajo de
campo, descripción densa y entrevistas en profundidad. A su vez, permitió describir
e interpretar la construcción de la masculinidad en los cuerpos de los
transmasculinos pertenecientes a la FTM a partir de sus narrativas biográficas
desde los recuerdos más tempranos en la niñez, pasando por el reconocerse como
varones trans durante la pubertad y la adolescencia, hasta encontrar en los
grupos de pares y en el transfeminismo un espacio seguro de acompañamiento.
Las entrevistas en profundidad realizadas implicaron el
desarrollo de “encuentros cara a cara” entre la investigadora y los
informantes, “dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los
informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las
expresan con sus propias palabras” (Taylor y Bogdan
1987, 194-195). El fin fue “adentrarse en la vida del otro, penetrar y detallar
en lo trascendente, descifrar y comprender los gustos, los miedos, las satisfacciones,
las angustias, zozobras y alegrías, significativas y relevantes del
entrevistado” (Robles 2011, 40). Las entrevistas se realizaron a cinco de los
diez miembros que conformaban la FTM en el año 2019, cuyas edades oscilaban
entre los 16 y 35 años; todos ellos viven en el norte de Quito, capital del
Ecuador, en la provincia de Pichincha. Se investigó, mediante la misma técnica
de la entrevista en profundidad con un sujeto de estudio, acerca de los
procesos personales de transición hacia la masculinidad mediante las
transformaciones estético-corporales que los integrantes de la FTM han
realizado en sus cuerpos y los principales problemas que han enfrentado una vez
que han empezado este proceso, para luego ubicar el relato en un punto de
convergencia entre dos aspectos: 1) el testimonio subjetivo de un individuo a
la luz de su trayectoria vital, de sus experiencias, de su visión particular; y
2) la plasmación de una vida que es el reflejo de una época (Pujadas 1992, 41).
Finalmente, se realizaron entrevistas a activistas transfeministas del Proyecto
Transgénero (plataforma Madre de la Fraternidad Transmasculina Ecuador) creado
en el año 2012 con el objetivo de trabajar por el mejoramiento de las
condiciones de vida de las personas trans.
3. Análisis y
resultados
Para analizar los resultados de la presente investigación
se priorizaron los relatos de vida de los miembros de la FTM en lo relacionado
con la percepción del espacio público y las distintas formas de habitar la
ciudad. Siguiendo a Bertaux (2005),
un relato de vida no
es un discurso cualquiera: es un discurso narrativo
que trata de contar una historia real y que, además, a
diferencia de la autobiografía escrita, se improvisa en el marco de una
relación dialógica con un investigador que, de entrada, orienta la entrevista
hacia la descripción de experiencias que le ayuden al estudio de su objeto (Bertaux 2005, 73-74).
Así, en un primer momento se profundizó en las narrativas
de los entrevistados cuando estos se relacionaban con su entorno bajo la
estética femenina. Después, en un segundo momento, se analiza cómo
masculinizaron sus cuerpos y empezaron a habitar la ciudad bajo una estética masculina.
Identificación y cuerpo: hacer el
género
La cuestión de la identidad ha sido el foco de varios
estudios y debates dentro de las ciencias sociales. La idea esencialista –la
cual concibe la identidad como natural, fija e inherente al ser humano– ha
marcado por mucho tiempo este concepto. Mientras, el pensamiento
constructivista –en el que se concibe la identidad en cuanto constructo social
que responde a determinado contexto– se ha opuesto a estas ideas acerca de la
identidad como algo fijo e inmutable, afirmando que esta responde a un proceso
de construcción constante en determinado contexto social. El mismo concepto se
ha vuelto problemático como categoría de análisis pues dentro de las ciencias
sociales no existe un consenso sobre lo que realmente significa. Brubaker y Cooper (2001) señalan que en unos casos la
categoría “identidad” tiene un significado fuerte y en otros, débil; que en
ciertos contextos se le considera algo fijo e inherente a la esencia y en otros
algo maleable y en proceso de construcción, es así que
proponen el uso del término “identificación” en lugar de “identidad”.
Restrepo (2014), en su lectura de Hall (1999), argumenta
que “existe una tendencia a abordar el debate sobre la identidad en oposición
directa a los enfoques esencialistas y antiesencialistas. Hall arguye una
tercera posibilidad: una crítica de la interpretación de la identidad como una
posición fija y naturalizada sin asumir que, en consecuencia, la identidad es
volátil y subsumida a la voluntad del individuo” (Restrepo 2014, 106). “Así, no
existe una identidad fija, pero tampoco la identidad es un horizonte abierto
del cual simplemente se escoge” (Hall 1999, 207 citado en Restrepo 2014, 106).
Estos autores indican que las identidades se construyen
en determinados contextos específicos, en determinados espacio y tiempo, y que
responden al discurso de poder dominante. Al respecto, Hall explica lo
siguiente:
Precisamente porque
las identidades se construyen dentro del discurso y no fuera de él, debemos
considerarlas producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos en
el interior de formaciones y prácticas discursivas específicas, mediante
estrategias enunciativas específicas. Por otra parte, emergen en el juego de
modalidades específicas de poder y, por ello, son más un producto de la
marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y
naturalmente constituida (Hall 2003, 18).
Partiendo de este análisis se puede afirmar que las
personas que logran sentirse identificadas con las categorías impuestas y con
los formatos que se presentan como únicos e inalterables no suelen percibir la
importancia y la necesidad que sienten las personas trans de que su cuerpo, su identidad
de género y su expresión de género correspondan entre sí para poder llevar una
vida libre de violencia y discriminación dentro del espacio público. Por lo
cual es importante interpelar las formas en las que históricamente se han
analizado las cuestiones relacionadas con la identidad de género[v]
para poder mejorar las condiciones de vida de la población trans. En tal
sentido, Serret advierte que “la velocidad con la que
cambia el mundo de los géneros exige una actualización categorial que nos
permita pasar de la sorpresa a la comprensión; que posibilite dar el salto
epistemológico demandado por la realidad social contemporánea de las
identidades de género” (Serret 2011, 72).
Dentro del sistema binario de género tanto mujeres como
varones muestran determinadas características físicas y estéticas que permiten
su ubicación en lo masculino o en lo femenino cuando se muestran ante la
sociedad. Preciado indica que la categoría de género abre “la posibilidad de
usar la tecnología para modificar el cuerpo según un ideal regulador
preexistente de lo que un cuerpo humano (femenino o masculino) debe ser”
(Preciado 2009, 22). Por esto, para las personas trans resulta sumamente
importante que su estética refleje su identidad de género y les permita llevar
una vida donde sus derechos de ciudadanía no sean constantemente vulnerados.
Así lo expresa Heiko, varón transmasculino:
Nunca tuve una estética muy femenina, usaba ropa holgada
para que no se note mi pecho y en sí era ropa de hombre, además no me
maquillaba y llevaba mi cabello corto. Sin embargo, cuando iba por la calle la
gente siempre me regresaba a ver, como queriendo saber qué mismo es que soy,
eso me incomodaba y trataba de no hablar para que no se note mi voz de mujer
(entrevista a Heiko, parque El Ejido, abril de 2019).
Nadie más que la persona que habita un cuerpo sabe cuál es la identidad de
género que le corresponde. Imponer roles y estereotipos sobre cuerpos ajenos es
violento e invisibiliza al sujeto. Sobre ello, Helien
y Piotto (2012) afirman: No nacemos con una identidad
determinada, sino que es un proceso que se va construyendo durante toda la
vida. Y para muchos especialistas, la idea de una identidad cerrada, a esta
altura, es poco menos que un mito, una concepción estable y estrecha que se liga al biologicismo y determinismo, que no hacen otra cosa
que estigmatizar e invisibilizar a los individuos […]. Podríamos decir que solo
una persona que se mira en el espejo, que elige cada día cómo vestirse, cómo
interactuar con el mundo, es quien puede decir cuál es su identidad. Y nadie
por fuera de esa persona podría tener la autoridad de realizar un juicio sobre
esto (Helien y Piotto 2012,
93).
[…]
Finalmente, podríamos
preguntarnos, al fin y al cabo, de quién es el cuerpo, a quién le pertenece;
cuanto más si se trata de algo tan subjetivo, complejo y profundo como es la
identidad. Sin duda, el cuerpo y la mente como unidad, en cada momento de la
historia, pertenecen a la persona. Pero esto, ¿es realmente así? El cuerpo se
convierte en un campo de batallas (Helien y Piotto 2012, 105-106).
A razón de lo anteriormente señalado, expresar la
identidad de género mediante el cuerpo y la estética llega a tener tal importancia
para las personas trans que un gran porcentaje de estas somete sus cuerpos a un
cambio radical, transformándolos mediante procesos hormonales y quirúrgicos; es
decir, construyen su identidad no solamente mediante la actuación, también lo
hacen en la materialidad corpórea, sus cuerpos pasan por un proceso de
transición de un género a otro. La adaptación a los roles de género[vi]
y la reproducción de los mismos por parte de las
personas trans es una muestra de que lo que se considera natural e inherente a
poseer determinados datos biológicos no son más que construcciones sociales
convertidas en verdades por medio del discurso hegemónico. Cabe aclarar que no
todas las personas trans deciden hacer estas transformaciones en sus cuerpos;
para algunas resulta innecesario consumir hormonas para feminizarse o
masculinizarse y tampoco operar sus órganos genitales constituye una prioridad.
A pesar del binarismo hegemónico de género autores-as
como Butler (2002, 2007) y Platero (2014) aseguran que el género no debe leerse
en clave binaria.
Tampoco las personas están obligadas responder a los
roles que se le asigna a determinado género, pues existen varias maneras de
expresar la identidad en y con el cuerpo. Así, quien se identifique como hombre
no necesariamente tiene que reproducir conductas machistas asociadas a la
masculinidad hegemónica, aquella “configuración de [la] práctica genérica que
encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del
patriarcado, la que garantiza, (o se toma para garantizar) la posición
dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (Connell 1995, 39).
Estas ideas se están deconstruyendo y quien no cum-ple con los roles impuestos
no deja de ser quien es por no cumplir con la norma de género socialmente
establecida. Existen varones, mujeres o ambiguos, hechos a
“medida única”, en un molde único, capaz de desafiar todo lo instituido y
establecido como norma; y capaz de derribar la convención del rosa=mujer,
celeste=varón, por tomar la convención instalada para esa diferenciación; y que
demuestran, a su vez, la enorme capacidad de los seres humanos para enfrentar
la adversidad –que parece redoblarse en un mundo tan adverso como el de los
transexuales– y salir fortalecidos (Platero 2014, 94). Se concluye este
apartado argumentando que el concepto de identidad es problemático como
categoría de análisis dentro de las ciencias sociales por lo cual se coincide
con aquellos autores que han señalado que es más útil usar el término
“identificación”. A partir de los postulados de Hall (2003) se propone la
identidad como el producto de un proceso de identificación, producto de tomar
una posición. Finalmente, se ha propuesto que la categoría de identidad de
género debe romper con la mirada binaria a partir de la cual se la ha analizado
y construido históricamente, entendiendo que no existe solamente el binario
masculino/femenino y aceptando que pueden existir varias formar de vivir y de hacer el género.
Contexto de la población transmasculina que pertenece a la Fraternidad
Transmasculina en Quito
La Fraternidad Transmasculina Ecuador nace como uno de
los componentes del Proyecto Transgénero (PT) en la lucha por la visibilización de los hombres trans en el Ecuador. Dicho
proyecto
es una propuesta de
fortalecimiento de la identidad trans a través de estrategias políticas,
socioculturales, paralegales y judiciales de exigibilidad de derechos. El
proyecto intenciona, particularmente, mejorar el goce
y ejercicio de las libertades de imagen, identidad y asociación de las personas
y comunidades trans e intersex, y la ocupación de espacios urbanos y
socioculturales de los que los “cuerpos distintos” han permanecido
históricamente excluidos. El PT tiene su sede en Quito y es un referente del
activismo trans a nivel nacional (Almeida y Vásquez 2010, 12).
Es posible afirmar que el PT es una especie de
“organización madre” que ha generado diversas propuestas de trabajo con la
comunidad trans con la intención de que estas en algún momento se independicen
o continúen trabajando en coalición con la propuesta madre, desde una
perspectiva transfeminista. El proyecto desde sus inicios ha tenido programas
de base comunitaria (TBC), pero cabe recalcar que es a partir del año 2015 que
se les empieza a llamar Programas Comunitarios. Así, la FTM constituye un
programa comunitario del Proyecto Transgénero, el cual está hasta el momento
radicado en Quito.
La búsqueda de hombres transmasculinos por parte del PT,
y específicamente por parte de la fundadora de este proyecto, se da a la par de
la campaña de “Mi género en mi cédula”.[vii]
La activista contactó mediante las redes sociales a Sebastián, un varón trans
al que nombró presidente de la FTM, a quien le propone formar una organización
de hombres trans desde una mirada política transfeminista. Sebastián aceptó la
propuesta y a partir de ese momento se puede hablar de la formación de la
Fraternidad Transmasculina Ecuador.
De esta manera, la FTM fue fundada a la par de la
mencionada campaña, con el compromiso y el esfuerzo por parte de Sebastián de
encontrar a más chicos transmasculinos para brindarles capacitación y formación
política transfeminista a través del Proyecto Transgénero. Sebastián menciona
que algunos de los chicos que hoy son miembros de la FTM se acercaron a él una
vez que empezó su transición con el único fin de pedirle información sobre cómo
llevarla a cabo. Reconoce que en un principio encontrar chicos transmasculinos
que estén interesados en visibilizarse y hacer cabildeo político no fue una
tarea fácil. Así lo comenta:
Había muchas personas
que veían mi cambio y me contactaban, eran personas cercanas a mí, […] hay
personas que solamente se te acercan por curiosidad, personas que realmente no
tienen ningún deseo de transicionar ni nada, siempre
va a haber un morbo ahí […]. Yo siempre he tenido el problema de que hay chicos
que te dicen: “yo quiero transicionar pero no meterme
en la política, ni a luchar ni nada”, y es aceptable porque no puedes obligar a
nadie, pero también hay que entender que si no luchas no va a ser posible
ningún cambio, o sea, vamos a seguir estando invisibilizados y lo importante es
visibilizarse, decir, “estamos aquí y tenemos estas necesidades que deben ser
atendidas”, porque el Estado tiene una deuda histórica con nosotros (entrevista
a Sebastián, parque Fernando Velasco, abril de 2019).
Después de la campaña “Mi género en mi cédula” los
primeros miembros de la FTM
en conjunto con el Proyecto Transgénero gestionaron el
programa deportivo de la Fraternidad; en el año 2017 inició el programa FTM Boxers (figura 1), iniciativa que permitió que los chicos
de la FTM aprendieran a boxear. La Fraternidad se hizo cada vez más visible,
nuevos miembros empezaron a llegar y cada vez hay más chicos transmasculinos
comprometidos con el activismo político transfeminista. Después de este primer
proyecto llamado FTM Boxers se realizaron una serie
de eventos, por ejemplo, una exposición fotográfica en FLACSO Ecuador,
entrevistas a miembros de la FTM en el canal de televisión Teleamazonas y en el
periódico El Comercio, coloquios y conversatorios en
la academia. Como último componente visible, la presentación de la Pasarela FTM
realizada en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito que fue el producto final
del programa deportivo (figura 2). Pasarela FTM fue un gran evento que convocó
a activistas, académicos-as, medios de comunicación y personas de la sociedad
civil, en el cual los chicos de la Fraternidad hicieron una presentación
artística combinando la danza, el box y la pasarela. Se ofreció un
reconocimiento a los profesores que acompañaron a los chicos durante el tiempo
de formación deportiva, así como a la fundadora del Proyecto Transgénero, quien
fue la gestora de todos los programas realizados por la Fraternidad.
Figura
1. Celebración con la gestora del proyecto durante
FTM-BOXERS
Fuente: Santillán (2020, 132).
Figura
2. Festejo después de la Pasarela FTM
Fuente: Santillán (2020, 133).
Es importante mencionar que este grupo de chicos al ser
transfeministas apuestan por una masculinidad no hegemónica, rompiendo con
normas y estereotipos impuestos sobre sus cuerpos. A pesar de que ahora se
encuentran en un lugar privilegiado dentro del espacio público –el masculino–
comparado con el lugar social que tenían anteriormente dentro del sistema
binario de género –el femenino–, ellos demuestran y argumentan la importancia
de no reproducir conductas violentas y patriarcales consideradas “propiamente
masculinas”. Por el contrario, su lucha contra el machismo, la transfobia, la
homofobia y el sexismo se ha vuelto parte de su día a día y su motor de lucha
como activistas transfeministas. Para estos chicos, la percepción del espacio
público, así como el acceso, uso y disfrute de la ciudad, están marcados por la
deconstrucción constante de los roles de género hegemónicos impuestos acerca de
la masculinidad.
La Fraternidad Transmasculina brinda soporte emocional y
guía a quienes están empezando la transición, incluso a aquellos que se acercan
con las primeras dudas sobre su identidad, con la pregunta: ¿quién soy? En sus
diferentes proyectos la FTM ha ayudado a que varones trans se empoderen
respecto a su identidad de género y sus derechos como personas trans. La FTM
es, como su nombre lo indica, una fraterni-dad, una
hermandad, un grupo de amigos que se escuchan, se acompañan, se apoyan y
trabajan juntos por el mismo sueño: un mundo más igualitario.
En el presente apartado se ha desarrollado una breve
contextualización de la Fraternidad Transmasculina desde sus inicios como uno
de los componentes del Proyecto Transgénero. Aun cuando al principio a la organización
le fue difícil encontrar a sus integrantes, en la actualidad hay cada vez más
hombres trans interesados en pertenecer a la Fraternidad y hacer activismo
político transfeminista. Hoy por hoy es una de las organizaciones trans más
representativas de la urbe quiteña.
La testo en el cuerpo: las transformaciones
estético-corporales y sus efectos en la percepción del espacio público
Para transformar un cuerpo femenino en masculino es
esencial la administración periódica de la hormona masculina testosterona. Esta
se puede encontrar en el mercado de la salud en diversas presentaciones como
parches, gel, pastillas e inyecciones. En el Ecuador la testosterona es de
venta libre y se la puede conseguir en cualquier farmacia. Debe ser
administrada cada cierto tiempo y en determinadas dosis según cada caso. En el
contexto ecuatoriano, la despreocupación del Estado sobre el tema trans, la
desinformación acerca de la hormonización en cuerpos
transmasculinos y la falta de capacitación de los servidores públicos del área
de salud ha provocado que la mayoría de los entrevistados empiecen su
tratamiento hormonal de manera empírica, es decir, sin ningún tipo de
direccionamiento médico, siguiendo únicamente los testimonios y experiencias de
otros transmasculinos que ya han suministrado testosterona a sus cuerpos.[viii]
Andrey, varón transmasculino perteneciente a la FTM, comparte las siguientes
palabras:
Cuando te sucede
algo, ¿a dónde recurres?, obtienes el medicamento, pero no tienes después a
dónde acudir si te pasa algo, porque como te digo muchos chicos accedemos a
este tipo de hormonas sin una guía médica y si nos da alguna hemorragia o
alguna cosa, ¿a quién acudimos? El sistema de salud pública no va a saber cómo
actuar contigo, te ven y te preguntan, ¿usted qué es?, como a mí me ha tocado
pasar, le presentas tu identificación y te dicen esto no coincide con la
anatomía de su cuerpo, […] o si ya hiciste el cambio de nombre y toda la
cuestión de los documentos te vas a hacer algún examen ginecológico te dicen
“pero usted es un hombre”, no saben cómo proceder con nosotros, es muy
complicado. […] Yo sé que corre por nuestra cuenta porque no dan la debida
atención que se requiere y te toca hacerlo de esta manera, es como un suicidio,
atentar contra uno, quizá no lo vean así de esta manera, pero es la única forma
de poder ser quienes somos (entrevista a Andrey, Plaza Foch, abril de 2019).
En cuanto a la transición física, entre los primeros
cambios que comentaron haber experimentado mis entrevistados frente a la
testosterona se encuentran la voz, que se hace más gruesa, la dureza de la
piel, el aumento de la libido y de la energía, aumento de la fuerza física,
aumento del vello facial y corporal, ensanchamiento de la espalda,
engrosamiento del rostro. Su transformación física ha de tener implicaciones en
cómo se vive la calle, en cómo son percibidos en la misma, y también en lo que
podría decirse el “control de las impresiones” (Goffman 1989) en el espacio
público. En cuanto a cambios emocionales, ellos expresaron sentir una especie
de relajación mental, percibiendo las cosas del diario vivir de manera distinta
a como lo hacían antes; con el pasar del tiempo empiezan a normalizar en su día
a día las sensaciones nuevas que esta hormona masculina les proporciona. Al
respecto Derek menciona que
los cambios dependen
de cada cuerpo, cada cuerpo es diferente, hay algunas personas que tienen unos
cambios a los cuatro o seis meses, mientras otras recién a los dos años. Los
primeros cambios que noté fue la fuerza física, al primer mes empecé a tener
más fuerza de lo normal, así que pude hacer ejercicios que antes no podía, al
tercer o cuarto mes me dejó de bajar la regla y al mismo tiempo la voz se me
empezó a hacer más gruesa, aunque yo creo que aún no está lo suficientemente
masculinizada mi voz, aún siento que tengo voz de puberto;
me salía bastante vello facial y corporal. Sí te das cuenta… es como que uno
empieza a tener la segunda pubertad, la que uno siempre quiso tener (entrevista
a Derek, Parque Urbano Cumandá, abril de 2019).
Cabe recalcar que la administración de testosterona es de
vital importancia para ellos ya que, si no lo hacen periódicamente y de la
manera adecuada, los cambios en sus cuerpos comienzan a estancarse e incluso
sus rasgos físicos y facciones podrían volver a feminizarse. La menstruación
vuelve a aparecer en un par de meses y pueden llegar a experimentar drásticos
cambios en el estado de ánimo como depresión y ansiedad.
Acerca de la importancia que adquiere la estética[ix]
para las personas trans en la sociedad ecuatoriana, la gestora de la campaña
“Mi género en mi cédula” señala:
La estética no ha
sido vista por el derecho como algo profundo, ni por la sociedad ni por las
instituciones. Siendo la estética ese aspecto de la identidad por el que mueren
las personas trans, entonces había que cambiar ese paradigma en muchos niveles.
La estética es la razón por lo que detienen a las personas en el espacio
público, la estética crea sujetos sospechosos y de segundo orden, la estética
está vinculada al colonialismo, al racismo, al etiquetamiento en todo sentido,
y, por otro lado, la estética es esa reivindicación de autonomía a toda costa y
es profundamente política (entrevista a gestora del Proyecto Transgénero, Plaza
de las Américas, mayo de 2019).
Ahora, en cuanto al habitar el lugar de lo femenino para
luego encarnar la masculinidad y de esta forma habitar el lugar social
masculino, las experiencias de los entrevistados se centraron en la percepción
del espacio público, la cual cambia notablemente a partir de los cambios estéticos
que realizaron en sus cuerpos. Las personas transmasculinas al dejar de ser
acosadas por otros hombres debido a que su estética de mujer empieza a cambiar
y a masculinizarse sienten la ciudad más amigable, menos
insegura y menos violenta que cuando la habitan presentándose
socialmente con una estética femenina o ambigua. Experimentan la sensación de
libre circulación recalcando en sus testimonios el poder acceder, entre otras
cosas, al derecho a la noche que con la estética femenina que tenían en un
primer momento sentían limitado e incluso nulo por las violentas interacciones
con sujetos masculinos. Bruce, varón transmasculino, relata algunas de sus
experiencias:
Cuando ya empiezas a
tomar testo puedes pasear libremente por la ciudad. Nadie te molesta, nadie se
da cuenta [de] que eres trans a menos que tú mismo lo digas o que vean en tu
cédula o tus papeles, y eso es bueno porque puedes salir de noche y aunque
también puedes correr peligro de un asalto o cosas así ya no tienes ese miedo
de que por violarte te terminen matando, o sea, es distinto en ese sentido,
porque como mujer no solo es el miedo a que te roben, ¿me entiendes?
(entrevista a Bruce, barrio Marianita de Jesús, abril de 2019).
Este nuevo privilegio de acceder a la ciudad de forma más
libre y segura se asocia a la masculinidad que se debe principalmente a que la
nueva estética de las personas transmasculinas se confunde fácilmente con la de
un hombre biológico, lo cual se conoce como cispassing.10
Según Falú (2009, 23), “el espacio público sigue siendo masculino. Las mujeres
han tenido históricamente vedado el espacio público y la ‘irrupción’ en él ha
sido producto de sus luchas”. Escuchar las narrativas sobre las diversas
experiencias vividas dentro del espacio público derivadas de la estética ayuda
a comprender cómo hombres, mujeres y personas de la diversidad sexogenérica acceden a la urbe, de forma jerárquica y
diferenciada. Ello permite descubrir las diferentes formas sociales y
culturales de la subordinación de los cuerpos femeninos y feminizados, así como
de los masculinos no hegemónicos y los cuerpos que no asumen una estética
normativa de hombre o de mujer. Narrar los modos en los que se experimenta el
espacio citadino permite analizar las violencias sistemáticas asociadas a las
formas de masculinidad hegemónica en las urbes y su incidencia en las demás
existencias. Para Aguilar,
es en las voces de
los ciudadanos que es posible encontrar recreaciones de lo local y la vida
cotidiana que no están articuladas a estas grandes narrativas de lo urbano y 10
Capacidad de una persona trans de pasar por una persona cis. permiten conocer
modalidades novedosas en cuanto al vínculo con lo urbano desde la escala de la
experiencia del habitante (Aguilar 2009, 160).
Las distintas interacciones que pueden darse entre los
habitantes de una ciudad conforman uno de los principales asuntos a tratar en
la agenda de políticas públicas, ya que abarcan el tema de la seguridad
ciudadana al movilizarse dentro del espacio público. Un punto de partida para
conocer la ciudad es pensarla como espacio social y simbólico percibido, vivido
y apropiado por individuos y grupos diferentes, que tienen un papel activo en
la definición del orden urbano y en la producción de la forma, la estructura y
las actividades socioeconómicas y político-culturales (Lefebvre 1994). Derek
describe las diferentes formas de interacción que ha percibido a razón de su
nueva estética masculina luego de dos años de administración periódica de
testosterona:
Cuando estamos
interactuando con alguna mujer mis panas son frescos, pero cuando estamos solo
entre hombres es un asco y a veces me da rabia, entonces en el aspecto de lo
que es ser transfeminista a veces yo he peleado con bastantes hombres cisgénero
[…]. Los hombres
tenemos más privilegios, siempre me pareció muy sobrevalorada la masculinidad,
antes de cambiar, antes de las hormonas me discriminaron full
porque
si eres mujer y para
colmo naces negra es peor en la sociedad; una mujer sufre más
[…], por ejemplo,
como yo siempre fui masculino en una ocasión un profesor me dijo: “señor Mina,
¿quiere que le enseñe a ser mujer?”, fue asqueroso… (entrevista a Derek, Parque
Urbano Cumandá, abril de 2019).
Los chicos de la FTM se autoidentifican como varones
transfeministas, Almeida (2020) explica cómo los estudios de las masculinidades
dan cuenta de una masculinidad hegemónica la cual “se ejerce como una norma de
conducta para los varones, que tiene implicaciones violentas tanto para los
sujetos varones que se encuentren subscritos a ella, como para los sujetos
varones que no” (2020, 14). Ahora, en cuanto a las distintas formas de percibir
el espacio público y el privilegio masculino que permite acceder libremente a
este, una activista transfeminista y transfemenina relata: Yo siempre me sentía
libre en el espacio público, disfrutaba del privilegio masculino de poder
acceder a él incluso en la noche. Cuando empecé con la transición al principio
solo eran miradas curiosas, hasta que un día pasó que me manosearon en el
trolebús, yo me quedé paralizada, era la primera vez que me pasaba. También
cuando mi cuerpo empezó a cambiar [mi] mamá me dijo que ya no esté saliendo en
la noche, que no llegue muy tarde, que era peligroso y yo al principio me
resistía pero con lo que pasó y con las cosas que fueron pasando, el acoso
callejero, yo me di cuenta de que no era una exageración y también empecé a
cuidarme, ya no podía ir tranquila en el bus ni caminar tranquilamente por la
calle, si veía que había un grupo de hombres dejaba de pasar por ese lugar
porque ya me decían cosas en grupo (entrevista a Nua,
Parque Bicentenario, mayo de 2019).
Concluyendo podemos decir que la ciudad se muestra más
amigable para con la masculinidad y los cuerpos normativos. Los varones
transmasculinos entrevistados relatan que una vez empiezan a consumir
testosterona y a encarnar en sus cuerpos la estética asociada a lo masculino
comienzan también a percibir réditos en su vivencia del espacio público, así
como en las relaciones interpersonales. La masculinidad de los varones trans
que participaron en el estudio se desarrolla como no hegemónica y
transfeminista.
4. Conclusiones
El espacio público y el derecho a la ciudad han sido
históricamente masculinos. La irrupción de las mujeres y de las diversidades sexogenéricas es un fenómeno reciente que se ha conseguido
gracias a los feminismos y a las distintas luchas sociales. Sin embargo, en
plena segunda década del siglo XXI, mujeres y personas de la disidencia sexual
cuya estética o expresión de género se muestran ambiguas, y salen del canon
normativo de “lo propio” de la masculinidad y de la feminidad, aún perciben lo
citadino como un ambiente hostil y poco amigable para con sus formas de
encarnar y expresar su identidad de género. En el caso de los varones
transmasculinos pertenecientes a la FTM se ha evidenciado que al realizar la
transición hacia la masculinidad mediante la administración empírica de
testosterona han podido contrastar las experiencias dentro de la ciudad, la
cual en los primeros años de vida fue habitada desde la feminidad para
posteriormente habitarla desde el privilegio masculino.
Los varones de la FTM dan muestras de que cuando
empezaron a encarnar la masculinidad, sintieron cómo poco a poco el espacio
público se mostraba menos violento y hostil, se sintieron más libres y seguros
al habitar la ciudad, incluso durante la noche, una experiencia que temían
cuando encarnaban la feminidad. También señalan que en los primeros momentos de
la transición cuando su estética se mostraba más ambigua sentían la curiosidad
de las demás personas, el deseo de “ubicarles” dentro del binarismo de género,
saber “qué son”, a qué lugar pertenecen, esto evidencia la incomodidad del
resto de personas ante sus estéticas ambiguas y andróginas.
Con respecto al tema de las diversidades y disidencias
sexuales y la percepción del espacio público para con sus existencias se
sugiere ahondar más sobre las experiencias de mujeres transfemeninas, quienes
pasaron de habitar el lugar de lo masculino hacia el lugar de la feminidad, y
cuya estética se muestra más ambigua que la de los varones transmasculinos,
quienes fácilmente pueden pasar por hombres biológicos, mientras que las
mujeres trans generalmente suelen ser ubicadas como personas trans,
experimentan otro tipo de interacciones dentro del espacio público, y son
sexualizadas y violentadas por su estética y expresión de género.
Es importante reconocer el valor que las personas trans
le otorgan a la dimensión estética, entendiendo que es por cómo se muestran al mundo
y ante la sociedad la razón por la cual son aceptadas o discriminadas,
bienvenidas o rechazadas. La imagen que brindan al resto toma un papel tan
importante, incluso es la razón por la que muchas mujeres trans en su mayoría
son asesinadas a causa de la transfobia aún latente en sociedades como la
ecuatoriana en general y la quiteña en particular.
Para finalizar la reflexión recalco la importancia de desencializar la identidad dejando de anclarla a los datos
biológicos para permitir que las personas trans, así como cualquiera que tenga
una expresión de género no normativa, dejen de ser consideradas “sujetos
sospechosos” dentro del espacio público. Se respetará de ese modo su derecho a
la libertad estética y a una vida digna y libre de violencia.
Referencias
Aguilar, Miguel. 2009. “Narrativa y vida urbana”. En Pensar lo contemporáneo: de la cultura situada a la convergencia tecnológica, coordinado por Miguel Ángel
Aguilar, Eduardo Nivón, María Ana Portal y Rosalía Winocur, 155-165. Barcelona: Anthropos.
Almeida, Diana María. 2020. “Varones antipatriarcales
y feministas: contiendas políticas dentro del movimiento feminista,
construcción de subjetividades y politización”. Tesis de maestría, FLACSO
Ecuador. https://bit.ly/3bCDzzz
Almeida, Ana, y Elizabeth Vásquez.
2010. Cuerpos distintos: ocho años de activismo transfeminista en Ecuador. Quito: Manthra.
Berkins, Lohana. 2003. “Un itinerario
político del travestismo”. En Sexualidades migrantes: género y
transgénero, compilado por Diana Maffia,
127-137. Buenos Aires: Feminaria Editora. https://bit.ly/3x7avap
Bertaux, Daniel. 2005. Los relatos de vida: perspectiva etnosociológica.
Barcelona: Bellaterra.
Butler, Judith. 2007. El
género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.
Butler, Judith. 2002. Cuerpos
que importan: sobre los límites materiales y discursivos del sexo. Buenos Aires: Paidós.
Brubaker, Rogers, y Frederick Cooper. 2001.
“Más allá de la ‘identidad’”. Apuntes de investigación
del CECYP 7:
30-67. https://bit.ly/3awQUbR
Connell, Robert. 1995. “La organización social de la
masculinidad”. En Masculinidad/es: poder y crisis, compilado por Teresa Valdés y José Olavarría, 31-48.
Santiago de Chile: Ediciones de las Mujeres.
Domínguez, Andrea, Juliana Martínez, Ángela Duarte y
Daniel González. 2021. Transfeminismos en América Latina. Berlín: Sentiido
/ Heinrich Böll Stiftung. https://bit.ly/38TxIEP
Falú, Ana. 2009. “Restricciones ciudadanas: las
violencias de género en el espacio público”. Pensamiento
Iberoamericano 9: 127-146. https://bit.ly/3wZrv2f
Farji Neer,
Anahí. 2014. “Las tecnologías del cuerpo en el debate público: análisis del
debate par-lamentario de la Ley de Identidad de
Género argentina” . Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista
Latinoamericana 16: 50-72 . https://bit.ly/3z6Gf23
Foucault, Michel. 2002. Vigilar y
castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Goffman, Erving. 1989. La presentación
de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu.
Hall, Stuart. 2003 “Introducción: ¿Quién necesita
‘identidad’?”. En Cuestiones de identidad cultural,
editado por Stuart Hall y Paul du Gay, 13-39. Buenos Aires: Amorrortu. https://bit.ly/3xnBJe5
Helien, Adrián, y Alba Piotto.
2012. Cuerpxs equivocadxs:
hacia la comprensión de la diversidad sexual. Buenos Aires: Paidós.
Hernández Sampieri, Roberto, Carlos Fernández Collado y
María del Pilar Baptista Lucio. 2010. Metodología de la
investigación. Ciudad de México: McGraw-Hill / Interamericana Editores.
Héritier-Augé, Francoise. 1990. “Mujeres ancianas, mujeres de corazón de
hombre, mujeres de peso”. En Para una historia del cuerpo
humano, editado por Michel Feher, Ramona Naddaf y Nadia Tazi, 280-299.
Madrid: Taurus. https://bit.ly/3Q4julh
Lamas, Marta. 2019. “Género”. En Conceptos
clave en los estudios de género, vol. 1, coordinado por Hortensia Moreno y Eva
Alcántara, 155-170. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Lefebvre, Henri. 1994. The Production of Space. Londres: Blackwell
Publishers.
Ley 26 743/2012. Ley de Identidad de Género. Sancionada
el 9 de mayo, promulgada el 23 de mayo, Buenos Aires. https://bit.ly/3xmLaKJ
Negro, Dante. 2010. “Orientación sexual, identidad y
expresión de género en el Sistema Intera-mericano”. Agenda Internacional 28: 153-175. https://bit.ly/3M3JwC2
Platero, Lucas. 2014. Transexualidades:
acompañamiento, factores de salud y recursos educativos. Barcelona:
Bellaterra.
Preciado, Beatriz. 2009. Testo Yonqui.
Madrid: Espasa.
Proyecto Transgénero. 2013. Si es
mi cédula tiene que ser mi género: ¡A una letra de ejercer ciudadanía! Propuesta
de reformas a la Ley de Registro Civil en materia de identidad de género. Quito: Proyecto Transgénero. Acceso en mayo de
2022. https://bit.ly/3OJCAeV
Pujadas, Juan. 2002. El
método biográfico. El uso de las historias de vida en ciencias sociales. Madrid: Centro de Investigaciones
Sociológicas.
Restrepo, Eduardo. 2014. Stuart Hall
desde el sur: legados y apropiaciones. Buenos Aires: CLACSO.
Rubin, Gayle. 1986. “El tráfico de mujeres. Notas sobre la
‘economía política del sexo’”. Nueva Antropología 8 (30): 95-145. https://bit.ly/3xn82K6
Robles, Bernardo. 2011. “La entrevista en profundidad:
una técnica útil dentro del campo antro-pofísico”. Cuicuilco 18 (52): 39-49. https://bit.ly/3axtHGv
Santillán, Luciana. 2020. “Hombres trans: narrativas
biográficas de los miembros de la Fraternidad Transmasculina Ecuador (FTM)”.
Tesis de maestría, FLACSO Ecuador. https://bit.ly/3OeOhKH
Serret, Estela. 2018. “Identidad”. En Conceptos clave en los estudios de género, vol. 2, coordinado por Hortencia
Moreno y Eva Alcántara, 137-150. Ciudad de México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
Serret, Estela. 2010. “Hacia una
redefinición de las identidades de género” . Revista GénEros 2 (9):
71-97. https://bit.ly/3awTizp
Soto, Paula. 2016. “Espacio y género: problemas, momentos
y objetos”. En Conceptos clave en los estudios de género, vol. 1, coordinado por Hortensia Moreno y Eva
Alcántara, 77-90. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Taylor, Steven, y Robert Bogdan. 1987. Introducción a los métodos
cualitativos de investigación: La búsqueda de significados. Barcelona: Paidós.
Entrevistas
Entrevista a Andrey, Plaza Foch, abril de 2019.
Entrevista a Bruce, barrio Marianita de Jesús, abril de
2019.
Entrevista a Derek, Parque Urbano Cumandá, abril de 2019.
Entrevista a Heiko, parque El
Ejido, abril de 2019.
Entrevista a Sebastián, parque Fernando Velasco, abril de
2019.
Entrevista a Nua, Parque Bicentenario,
mayo de 2019.
Entrevista a gestora del Proyecto Transgénero, Plaza de
las Américas, mayo de 2019.
Notas
[i] El binarismo de género es un concepto que se desarrolló
con el fin de legitimar el sistema de jerarquización histórico en el que vivimos,
el cual se basa en la creencia de una superioridad “natural” del varón frente a
la mujer, y de todo aquello que es considerado masculino frente a lo femenino.
Este sistema de jerarquización tiene como referente al imaginario del cuerpo
sexuado.
[ii] Martha Lamas (2019) utiliza el término “sexuación” en
lugar de diferencia sexual para referirse únicamente a la diferencia de datos
biológicos entre machos y hembras humanas. La autora señala que la categoría de
“diferencia sexual” tiene también carga simbólica y cultural.
[iii] En el presente trabajo se usará el prefijo trans para
nombrar a las personas transexuales, transgénero y todas aquellas personas cuya
identidad de género no corresponda a la impuesta a partir de la sexuación.
[iv] La identidad travesti se constituye como identidad
política eminentemente latinoamericana con particularidades en cada país y con
el potencial de desafiar la lógica binaria de las sociedades occidentales en
las que se oprime a quienes se salen de la lógica binaria de la identidad de género.
La reivindicación del término “travesti”, de origen peyorativo, es una de las
muchas insubordinaciones epistémicas y políticas emprendidas por las personas
transfeministas en la región (Domínguez et al. 2021, 35). Sobre la identidad
travesti Lohana Berkins señala lo siguiente: “Tenemos diferencias con las
mujeres, como ellas las tienen entre sí. Las nuestras giran en torno a haber
sido criadas con toda una carga patriarcal, para ser opresores, para gozar de
la dominación, y esto ha hecho más difícil nuestra propia elección de género.
Somos traidoras del patriarcado y muchas veces pagamos esto con nuestra vida”
(Berkins 2003, 135).
[v] Identidad de género es la masculinidad o feminidad de
una persona, independientemente de su canon corporal de origen (Almeida y
Vásquez 2010, 7), mientras que expresión de género, se refiere a la
externalización que hace la persona, a través de la conducta, vestimenta,
postura, interacción social, etcétera, de su identidad de género (Negro 2010,
157).
[vi] La reproducción del “deber ser” de lo que significa ser
hombre o ser mujer dentro de determinada sociedad se denomina aquí rol de
género
[vii] La campaña “Mi género en mi cédula” fue un proyecto de
Reformas a la Ley de Registro Civil, Identificación y Cedulación en materia de
identidad de género, presentado por varias organizaciones de personas
pertenecientes a la comunidad trans y activis[vii]tas
el 6 de junio de 2012. El proyecto propone sustituir la mención registral de
“sexo” por la mención de “género” en la cédula de ciudadanía ecuatoriana, de
modo que el dato del sexo con el que nacen las personas conste únicamente en la
partida de nacimiento de cada ciudadana o ciudadano. Complementariamente la
reforma propone reconocer, a petición de parte, la autoidentificación de género
en las solicitudes de cambio de nombres femeninos por masculinos, o viceversa,
que se tramitan regularmente en las dependencias de Registro Civil del país.
Por último, en lo que toca específicamente a la realidad de las personas
intersexuales y transexuales, la reforma propone desjudicializar el
procedimiento de cambio de sexo legal ya contemplado en la actual Ley de
Registro Civil, Identificación y Cedulación, tornando lo que hoy es un juicio
sumario de rectificación de partida de nacimiento en un proceso administrativo
sujeto a la verificación de criterios objetivos (Proyecto Transgénero 2013).
[viii] Para los chicos de la FTM, la forma de encontrar y
contactar con pares ha sido mediante redes sociales
[ix] Sobre los avances que se han conseguido en América
Latina respecto a la identidad de género asociada esta con la libertad
estética, tenemos la Ley de Identidad de Género sancionada en Argentina en el
año 2012 (Ley 26 743/2012) donde aparece que la identidad se enmarca en los
derechos humanos. Dicha ley en su art. 2 establece que “se entiende por
identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada
persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al
momento del naci[ix]miento, incluyendo la vivencia personal del
cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función
corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole,
siempre que ello sea libremente escogido”. Para Farji Neer (2014, 53), “esta
ley se constituye como caso paradigmático de estudio ya que permite que la
adecuación corporal al género autopercibido se lleve a cabo a través de
intervenciones médicas (incluyendo la reasignación genital, intervenciones
quirúrgicas parciales o totales y terapias hormonales) sin requerir ningún tipo
de evaluación diagnóstica ni autorización judicial”.