Íconos. Revista de Ciencias Sociales

Núm 81. Enero - abril 2025, pp. 179-197, ISSN (on-line) 1390-8065

DOI: 10.17141/iconos.81.2025.6151

 

Temas

 

Masculinidades en transformación. Significados de los relatos de universitarios del sur de Chile

Masculinities in transformation: Meanings of the narratives of university students in southern Chile

 

Dra. Loreto Arias-Lagos. Profesora investigadora. Facultad de Educación, Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad de La Frontera (Chile)

 (loreto.arias@ufrontera.cl) (https://orcid.org/0000-0003-4999-0941).

Dr. Juan Carlos Peña-Axt. Profesor investigador. Universidad Autónoma de Chile sede Temuco (Chile)

 (juan.pena@uautonoma.cl) (https://orcid.org/0000-0002-7689-566X).

 

 

Recibido: 25/01/2024 • Revisado: 08/05/2024

Aceptado: 17/09/2024 • Publicado: 01/01/2025

 

Cómo citar este artículo: Arias-Lagos, Loreto, y Juan Carlos Peña-Axt. 2025. “Masculinidades en transformación. Significados de los relatos de universitarios del sur de Chile”. Íconos. Revista de Ciencias Sociales 81: 179-197. https://doi.org/10.17141/iconos.81.2025.6151


Resumen

En este artículo se exploran los significados de las masculinidades de universitarios en la ciudad de Temuco, región La Araucanía en Chile, considerando que los estudiantes con este nivel de formación constituyen un segmento que cuestiona los valores presentes en su educación, incluyendo las representaciones de las relaciones de género tradicionales. De acuerdo con la revisión de la literatura sobre masculinidades en América Latina, se destaca la presencia de masculinidades hegemónicas y de masculinidades más cercanas a la equidad de género que pueden estar en transformación, especialmente entre los jóvenes. El acercamiento a esta realidad se llevó a cabo a través de una metodología cualitativa, con un muestreo intencionado; se aplicaron 10 entrevistas y dos grupos focales. Para analizar la información recogida se utilizó el análisis de contenido cualitativo. Los resultados obtenidos, en concordancia con la literatura consultada, destacan mandatos como la protección de las mujeres, el éxito profesional y económico y la virilidad asociada al hombre heterosexual activo. Por otro lado, se encuentran relatos de jóvenes universitarios que cuestionan los mandatos tradicionales y que creen en la igualdad de roles de género, redefiniendo lo que significa ser hombres en la actualidad. Esto evidencia la coexistencia de masculinidades tradicionales y en transformación entre los universitarios que participaron en el estudio. 

Descriptores: equidad de género; jóvenes universitarios; mandatos; masculinidades en transformación; masculinidades hegemónicas; significados.

Abstract

This article explores the meanings of masculinities among university students in the city of Temuco, Araucanía region, in Chile, considering that students at this level of education constitute a sector that is questioning the values in their education, including representations of traditional gender relations. Hegemonic masculinities and masculinities closer to gender equity, which may be in transformation – especially among young people, stand out in the review of literature on masculinities in Latin America. Our research approach was qualitative, with an intentional sampling; 10 interviews and two focus groups were carried out. Qualitative content analysis was used to analyze the information collected. The results obtained, in agreement with the literature, reflect such mandates as the protection of women; professional and economic success; and virility, associated with the active heterosexual man. By contrast, we also find accounts of young university students who question traditional mandates and who believe in the equality of gender roles, redefining what it means to be men today. This indicates the coexistence of traditional and transforming masculinities among the university students who participated in the study.

Keywords: gender equity; young university students; mandates; masculinities in transformation; hegemonic masculinities; meaning.

1. Introducción

Los jóvenes universitarios se perfilan actualmente como un grupo social que cuenta con un mayor acceso al conocimiento y a la movilidad social (Pareja, Mac-Clure y Pérez 2021). Estas razones les permiten cuestionar los códigos valóricos normativos con los cuales fueron educados, y que en las sociedades latinoamericanas se caracterizan por la presencia de patrones heteronormativos y patriarcales en las instituciones sociales (Aravena y Baeza 2010; León y Choque 2016). Chile no es ajeno a esta realidad, la cultura nacional está marcada por el predominio de lo masculino en los planos políticos y económicos, encontrándose muy vinculada a antecedentes pasados que evocan la época colonial hispano-criolla (Aravena y Baeza 2010). Si bien persiste un componente de asimetría social referido al prestigio, a la jerarquía y a la sujeción de la mujer y de lo femenino en la estructura social (PNUD 2019), en las últimas décadas las transformaciones sociales y culturales cuestionan fuertemente el heteropatriarcado y la heteronormatividad. Estos procesos se han desarrollado a partir de las movilizaciones feministas impulsadas en los últimos años y protagonizadas por las organizaciones universitarias (Lamadrid y Benitt 2019), lo cual ha obligado al sistema político y a las universidades a tomar medidas para mejorar las condiciones de grupos históricamente marginados (Reyes y Roque 2019).

En segmentos sociales como los jóvenes universitarios y en movimientos sociopolíticos entre los que sobresalen las organizaciones estudiantiles, emergen cuestionamientos a las pautas de acción institucionalizadas y a las representaciones construidas respecto a las relaciones de género tradicionales (Lamadrid y Benitt 2019). Este problema constituye un campo investigativo de interés para las ciencias sociales, pues abre posibilidades de analizar empíricamente la realidad de las masculinidades con valores más igualitarios (Branz 2017; León y Choque 2016; Uribe 2020; Viveros 2007).

Las masculinidades son construcciones que se definen en un contexto cultural, económico y social específico, reproduciendo socialmente sus realidades idiosincráticas (Lund, Meriläinen y Tienari 2019; Olavarría 2017). La literatura (Connell 2003; Flecha, Puigvert y Ríos 2013; Olavarría 2017) da cuenta de que los esquemas de masculinidad representan modos de masculinidades hegemónicas y tradicionales que serían parte de un modelo aceptado por los adolescentes hombres, caracterizado por algunas formas de agresividades y dominaciones-sujeciones en las relaciones sociales establecidas (Connell 2003). A la vez, se destaca la existencia de modelos de masculinidades alejados de las formas hegemónicas y tradicionales (Flecha, Puigvert y Ríos 2013).

En la masculinidad tradicional los individuos son normativamente sometidos a disposiciones desde temprana edad, inculcándoles atributos asociados con el ser hombres (Branz 2017; Córdoba e Ibarra 2020; Fuller 2012; Olavarría 2017). Algunos de estos mandatos incluyen ideales del capitalismo moderno (Escobar 2015), incorporando la consideración de que los hombres deben ser importantes, rectos, exitosos económicamente, protectores, controlados emocionalmente, fuertes, orientados a la calle y al trabajo y también heterosexuales (Fuller 2012; Olavarría 2017). Se añade a esto el ajuste a mandatos coherentes con una estética dominante en las sociedades contemporáneas a partir de ideales de belleza y patrones de lo atractivo y lo deseable: ser delgado, alto y musculoso, representaciones cuya construcción está intensamente influenciada por los medios de comunicación (Enguix 2013; Branz 2017; Ghigi y Sassattelli 2018). Todo esto implica desarrollar la masculinidad en contraste con lo femenino.

Por otro lado, la literatura da cuenta de una especial forma de construcción de significado de los segmentos jóvenes universitarios en países latinoamericanos, caracterizada por la aceptación de relaciones de género más equitativas. Los hallazgos de la encuesta IMAGES en Chile (Aguayo, Correa y Cristi 2011) indican que los hombres de entre 18 y 24 años se sienten más cercanos a la equidad de género (con promedio de 75,3 puntos, donde 100 apunta a la mayor equidad de género posible), asimismo, esta tendencia se observa en una medición realizada por el PNUD (2019) donde se menciona un retroceso de las ideas tradiciones acerca de los roles de género en la población chilena.

Estas representaciones de ser hombres y las relaciones de género subyacentes desafían lo que se entiende por masculinidades hegemónicas, es decir, son otras masculinidades que representan actitudes de hombres alejados de relaciones violentas y no igualitarias (Uribe 2020; Flecha, Puigvert y Ríos 2013). Este foco de análisis ha tenido cabida en las investigaciones empíricas y son varios los estudios que refieren a esta realidad en segmentos sociales de jóvenes universitarios de países latinoamericanos y de habla hispana (Peña, Arias y Sáez 2022; Aravena y Baeza 2010; Mardones y Vizcarra 2017; Poo y Vizcarra 2020; Uribe 2020).

Sin embargo, estos hallazgos también muestran actitudes y opiniones de sujetos que están menos interesados en cuestionar la masculinidad hegemónica, marcando las relaciones y sus predisposiciones sociocognitivas sobre la base de valores más bien tradicionales de género, asimétricos y desiguales respecto de lo femenino (Adams 2011). Estudios realizados en países latinoamericanos muestran que en segmentos de jóvenes existe un proceso en tensión respecto a lo femenino y a las mujeres. Si bien, por un lado, hay una alta afirmación del poder, de la autoridad y del dominio de lo masculino en la vida ciudadana, de los roles familiares y del sistema político reproducido en espacios universitarios (León y Choque 2016), por otro, se reconoce un replanteamiento de las nuevas formas de masculinidad que se van edificando en sociedades emergentes o en un proceso de transición social a un cambio positivo en las relaciones de género (Castillo, Esquivel y Rodríguez 2019). Por tanto, es posible construir formas de masculinidades que conlleven avances hacia relaciones de género más igualitarias, sin excluir del todo ciertos mandatos culturales propios de las masculinidades hegemónicas.

En esta línea, otros estudios exponen hallazgos sobre masculinidades más inclusivas o híbridas, específicamente en contextos universitarios anglosajones. Las investigaciones muestran que los hombres deportistas jóvenes tienden a reproducir actitudes y conductas misóginas y homofóbicas inculcadas por sus referentes, limitadas mayormente al campo de juego y asumiendo comportamientos burlescos fuera de este. Los mandatos culturales coexistirían con la cercanía emocional y física con sus compañeros de equipo y con el interés de prácticas de consumo de productos considerados femeninos (Adams 2011). Esto coincide con estudios realizados en América Latina (Munsch y Grusy 2018; Cubillas et al. 2016; Madolell, Gallardo y Alemany 2020).

Otros hallazgos muestran que amplios segmentos de estudiantes universitarios construyen imágenes colectivas de masculinidad de tipo hegemónico, exigiendo a los hombres ser atléticos, fuertes, altos, heterosexuales y sexualmente activos, reconociendo, sin embargo, los logros académicos de las mujeres y su adhesión de género a ideales antihomofóbicos (Munsch y Grusy 2018), entre otros aspectos. Investigaciones en poblaciones latinas muestran que los estudiantes universitarios hombres reconocen un mayor arraigo en posturas tradicionales sobre la masculinidad (Cubillas et al. 2016 para el caso de Chile), comprobándose condiciones similares en países europeos que alcanzan actitudes sexistas (Madolell, Gallardo y Alemany 2020 para el caso de España).

La investigación en la que se basa este artículo tenía entre sus objetivos acceder a los significados sobre las masculinidades de hombres universitarios de Temuco, capital de la región La Araucanía. Ubicada en el centro sur de Chile y con más de 300 000 habitantes, posee una fuerte presencia universitaria, llegando en el 2023 a 36 193 estudiantes de pregrado matriculados en las universidades existentes en la capital regional (Consejo Nacional de Educación 2024). Se abordan en este artículo los atributos asociados al ser y al deber ser hombres desde sus relatos, explorando a través de ello creencias y valoraciones construidas por este segmento social a partir de sus experiencias vitales en un espacio regional. Se coloca especial énfasis en las significaciones en tanto configuraciones de masculinidades en un contexto relacional de género (Connell 2003; León y Choque 2016; Viveros 2007).

2. Metodología

La investigación en la que se basa el artículo es de carácter cualitativa, descriptiva y de corte transversal, en la misma línea de los estudios sobre masculinidades contemporáneas (Fuller 2018; Mardones 2023; Poo y Vizcarra 2020). El objetivo es conocer, a través del lenguaje, el proceso constante de establecimiento de significados construidos por los sujetos en el ámbito de las masculinidades a partir de la reconstrucción de sus relatos. El estudio se orienta siguiendo los supuestos del interaccionismo simbólico, poniendo atención en los significados que derivan de la interacción social de los sujetos de estudio. Se ha empleado un muestreo intencional, propio de los estudios cualitativos (Flick 2007), utilizando la estrategia bola de nieve o encadenamiento, la cual posibilita ir constituyendo una muestra de sujetos pertinentes para la investigación. Los criterios de inclusión de los sujetos para constituir la muestra fueron: que sean jóvenes (18 a 24 años); que cursen carreras universitarias de diferentes disciplinas en alguna universidad pública o privada de La Araucanía; y que se reconozcan como heterosexuales. La elección de diversas carreras de procedencia de los estudiantes que conforman la muestra se realizó siguiendo el criterio de heterogeneidad, base para el desarrollo de un muestreo intencional (Flick 2007). Además, se optó por jóvenes con orientaciones heterosexuales a fin de indagar posibles cuestionamientos a la heteronormatividad, y con esto la apertura a masculinidades no hegemónicas (Connell 2003).

Se constituyó un grupo de 21 informantes de entre 18 y 24 años que se encontraban cursando en calidad de alumnos regulares una carrera universitaria. Se han incluido estudiantes correspondientes a tres áreas de la formación: ciencias de la ingeniería (4 informantes), ciencias sociales (10 informantes) y ciencias de la salud (8 informantes). De este total, 10 informantes siguen sus estudios en una universidad pública (45 % de la muestra) y 12 (55 %) lo hace en una privada. La aplicación de las técnicas se realizó de manera presencial con los estudiantes. Las entrevistas individuales tuvieron una duración aproximada de 60 minutos, mientras que los dos grupos focales, donde participaron cinco y seis estudiantes respectivamente, se extendieron entre 75 y 80 minutos.

Se empleó también el análisis de contenido cualitativo, siguiendo las orientaciones básicas de esta metodología (Coffey y Atkinson 2003). Mediante la codificación abierta se agruparon puntos similares de significado de acuerdo con algunas propiedades definidas por los sujetos. Para este trabajo, la labor implicó “establecer estos vínculos y pensar en ellos, no en el proceso prosaico de codificarlo” (Coffey y Atkinson 2003, 32). El análisis del campo de estudio consistió en formular categorías y subcategorías de significado que definieran códigos específicos dentro de las dimensiones más amplias de análisis para darle densidad y profundidad a los resultados y a los hallazgos. El procesamiento de la información incluyó, dado el método, la utilización del software Atlas.ti.

Los criterios éticos de la investigación consideraron la firma de un consentimiento informado para llevar a cabo la aplicación de las técnicas e instrumentos. En este contexto, se explicitan las condiciones de su participación relacionadas con la voluntariedad en el estudio, el uso de grabadora con aprobación de los entrevistados y el resguardo de sus identidades en todo el proceso investigativo, incluida la custodia privada de los datos y de las grabaciones de las entrevistas realizadas.

3. Masculinidades en transformación: entre lo tradicional y lo emergente

En el presente apartado se desarrollan las categorías de análisis consideradas centrales agrupadas en dos ejes significativos: persistencia de los mandatos tradicionales y cambios en las masculinidades. El análisis revela características y mandatos vinculados a las masculinidades hegemónicas que emergen en los relatos de los jóvenes entrevistados y a otras nociones que apuntan hacia un proceso de transformación, las cuales cuestionan y resignifican elementos de la socialización tradicional de género con implicaciones en la construcción de las masculinidades de los universitarios.

3.1. Persistencia de los mandatos tradicionales

Las formas más comunes de masculinidad están vinculadas a las masculinidades tradicionales y en los estudiantes universitarios no es una excepción (Peña, Arias y Sáez 2022). Para el análisis de las masculinidades propuesto en este artículo, en el primer eje, denominado persistencia de mandatos tradicionales, se han detectado tres categorías que lo componen. La primera es éxito material y miedo al fracaso, la segunda, protección y la tercera virilidad y potencia sexual. Cada uno de estas categorías son fundamental en la concepción de la masculinidad (Connell 2003). A continuación, se analizan y profundizan cada una de estas categorías de acuerdo con los resultados obtenidos en el trabajo de campo.

Éxito material y miedo al fracaso

En un comienzo, para los jóvenes fue difícil definir qué es la masculinidad, sin embargo, son los mandatos de los “hombres” los que de manera incipiente emergen en las entrevistas y en los grupos focales. Uno de estos componentes corresponde al de hombre proveedor, que refiere a la capacidad de sostener económicamente a una futura familia, esto se vivencia en cuanto obligación y deber. Relacionado con este hallazgo, Cubillas et al. (2016) identificaron que el 40,9 % de una muestra de 1912 estudiantes consideraban que la prioridad para los hombres era tener un auto y una casa. Al proyectarse en el rol de proveedor principal del hogar los jóvenes reproducen y reafirman la masculinidad dominante, donde el trabajo es el medio y la fuente de identidad fundamental de los hombres (Bard Wigdor 2016).

Perder esta posición de principal proveedor de la familia significaría una disminución de poder y, por tanto, cuestionamientos a su masculinidad. De esta manera, el éxito profesional y económico sigue siendo un mandato presente con variaciones que incluyen la participación económica de las mujeres en el mantenimiento de un hogar. “Un poquito más el hombre aporta en la casa, pero por un tema de que él tiene que llevar más carga también, o sea, yo siempre tengo la visión y la familia más que solo” (entrevista a Félix, Temuco, septiembre de 2023).

En los relatos emerge el miedo al fracaso, sobre todo a no poder satisfacer las expectativas sobre sus proyectos de vida, lo cual involucra la capacidad económica para proveer a una familia y a ellos mismos. Hallazgos coincidentes con los reportados por Munsch y Grusy (2018) cuya carga emocional respecto de los mandatos en los jóvenes es vivenciada como una amenaza que atentaría contra sus masculinidades. De esta manera, la aparición de nuevas formas de ser hombres no necesariamente se verían reflejadas en una transformación del rol de proveedor económico. “Siempre ha sido así, porque ahora por mucho que se ha dado esto de las nuevas masculinidades siempre es el hombre quien tiene que llevar la casa, entonces no ha cambiado mucho” (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Protección

La protección canalizada a través de la orientación a la acción, en tanto capacidad de afrontar problemas y solucionarlos es otro de los atributos que pueden asociarse a las masculinidades tradicionales. La confianza en las capacidades y el saber utilizarlas para afrontar dificultades es una enseñanza que ha formado parte de la socialización de género de estos jóvenes. De igual modo, ser padre es considerado un ámbito de despliegue de la capacidad protectora de los hombres.

Yo siento que significa ser hombre un poco es como ser padre, ser protector, incluso tener un poco más un rol activo (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Confianza en sí mismo, a uno se le enseña que debe confiar en sus capacidades como hombre y saber llevar la situación adelante (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

El rol de protector de los hombres estaría relacionado con la noción de fuerza. Sexcluye en el relato este atributo del cuerpo en cuanto ideal de belleza. Coincidiendo con lo planteado por Prado y Ramos (2020), la noción de cuerpo y la relación con la belleza física de los hombres no emerge de forma prioritaria. La fuerza sería un medio para ejercer el rol protector. Vale decir que la idea de fuerza se orienta a la capacidad de solucionar situaciones y pasa a ser un atributo físico que permite llevar a cabo la labor de cuidado de la pareja y el mantenimiento del hogar. “Rol de protección en cuanto apoyo, contención emocional, físico porque igual a veces la gente confunde la igualdad y el hombre en ese sentido siempre tiene que hacer pegas más duras que una mujer en una casa” (entrevista a Félix, Temuco, septiembre de 2023).

Se destaca en las entrevistas la noción de protector, de cuidador de la pareja y de las amigas. Este rol se ejercería solo sobre las mujeres y muchas veces se despliega de forma inconsciente. Para Gilmore (1994) el rol de cuidador es una de las formas encubiertas de poder sobre las mujeres. Bajo la noción de protección y cuidado se encubre de forma sutil la dominación masculina. Este rol incluye la protección, la contención emocional y física. En este aspecto, para uno de los estudiantes el cuidado no debe confundirse con machismo, aludiendo que la protección se relaciona con el cuidado y no con el control sobre la pareja. Las entrevistas dejan entrever lo esperado en términos sociales, o sea, que los hombres puedan ejercer acciones a favor de la equidad de género. Por otra parte, la potencia de la internalización de los roles tradicionales de género se hace patente a partir de la presencia de conductas “inconscientes” para los entrevistados. Por ejemplo, en relación con el mandato de protección un entrevistado señala lo siguiente: “yo inconscientemente trato de cuidar o proteger si ando con mi hermana, polola [pareja], amigas, inconscientemente las ando cuidando para que no les pase algo que las pueda afectar” (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Virilidad y potencia sexual

Ya definidos los roles de proveedor y de protector como elementos fundamentales en la identidad masculina, queda por desarrollar otro de los elementos centrales de las masculinidades tradicionales: la relación con la virilidad y la sexualidad masculina. Las masculinidades incluyen expresiones, movimientos y formas de hablar que son puestas a prueba en las interacciones cotidianas. En ese sentido, ser masculino se asocia con una forma particular de movimiento y de estética que excluye cualquier manifestación que sea considerada delicada o femenina, pues se contrapone a la rudeza que debería caracterizar a los hombres.

La forma de saltar, yo salté una vez medio delicado y empezaron a molestarme, que eres medio gay, estaba con mis primos de Santiago (entrevista a Francisco, Temuco, septiembre de 2023).

Yo personalmente no encuentro que sea tan normal andar pintándose el pelo de muchos colores y tal vez esta es una versión machista mía (entrevista a Mauricio, Temuco, septiembre de 2023).

Los movimientos duros o firmes y la exclusión de la delicadeza reafirman la identidad de género de los jóvenes y permiten posicionar una masculinidad, caracterizada por la expulsión de lo femenino y por la heterosexualidad (Connell 2003) en desmedro de la homosexualidad.

Me acordé una vez que mi polola me dijo que yo era más delicado para expresarme que cualquier otra persona que conociera y (ríe) y raro yo siempre he sido así porque piensas que soy femenino o medio delicado para mis cosas, como que me ofendió un poco (entrevista a Paulo, Temuco, octubre de 2023).

Estas características, junto al deber ser activo sexualmente, constituyen mandatos ampliamente reconocidos por investigaciones sobre las masculinidades hegemónicas (Fuller 2012; Olavarría 2017; Ranea-Triviño 2019) que incluyen estudios con jóvenes universitarios (Munsch y Grusy 2018). En el siguiente testimonio se cuestiona la calidad de “hombre” de un joven por no aprovechar la oportunidad de un posible encuentro sexual con una compañera. 

Tengo un amigo que no sé si será gay, pero nosotros decimos que sí porque es delicado para vestirse, es delicado, le gusta peinarse, vestirse bien, y lo otro: ha habido circunstancias que un hombre en su situación no lo haría. Por ejemplo, él vive en Temuco y siempre hacen carretes [fiestas] en su casa y la niña le gusta a mi amigo y ella dijo que nunca la tocó, que no le hizo nada. Nosotros decimos que otro en la situación de él algo agarraría para aprovechar la circunstancia (entrevista a Paulo, Temuco, octubre de 2023).

Desaprovechar la oportunidad sexual con su compañera pone en duda la virilidad del joven a juicio de sus pares. En ese sentido, la potencia sexual y el rendimiento de la genitalidad masculina son elementos constituyentes de la heteronormatividad y símbolos de la fuerza sexual (Ranea-Triviño 2019), mandatos que están presentes en ciertos relatos de los entrevistados. Cabe recordar el poder de los pares como elemento de pertenencia e identidad en los sectores juveniles (Costa-López et al. 2021) y la socialización  de los jóvenes por parte de los medios de comunicación y de las instituciones sociales que promueven la asociación entre violencia y excitación sexual.

3.2. Cambios en las masculinidades

La identificación de elementos relacionados con las masculinidades tradicionales resulta evidente. Sin embargo, la literatura establece que las masculinidades no son estáticas. Hay evidencias de transformaciones en las conductas de los hombres que vinculan los cambios de las sociedades occidentales con las principales demandas de los movimientos feministas (Castillo, Esquivel y Rodríguez 2019; Peña, Arias y Sáez 2022). El eje de cambios en las masculinidades está compuesto de cuatro categorías: redefinición de ser “hombres”; igualdad en los roles de género; derribando atributos tradicionales: control de emociones y liderazgo; y preocupación por la estética. A continuación, se definen cada una de estas categorías que permiten evidenciar las transformaciones en las concepciones masculinas de los jóvenes universitarios.

Redefinición de ser “hombres”

Al indagar sobre lo que significa ser hombres para los jóvenes universitarios, encontramos que existe una imposibilidad de lograr una única definición de masculinidad juvenil en la actualidad. Esto asume relevancia si se piensa que las actuales definiciones de un cambio de época, para estos segmentos sociales, incluyen críticas a la denominada masculinidad hegemónica (Connell et al. 2021) y valoraciones positivas a las masculinidades más equitativas en las relaciones de género. Así lo indican algunos entrevistados que relacionan los cuestionamientos de la forma tradicional de ser hombres con las movilizaciones feministas que tuvieron especial cabida en las instituciones universitarias chilenas (Lamadrid y Benitt 2019; Stevani y Montero 2020).

No puedo dar una especificación personal de lo que significa ser varón, pero si uno mira hace unos años atrás, dar una respuesta hubiese sido mucho más fácil, más que nada por el cambio de contexto (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Al final nacimos en una sociedad donde nos enseñaban o imponían de una forma y ahora esa forma está siendo criticada por un sector feminista (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Un criterio de distinción que surge a propósito de las masculinidades de los jóvenes universitarios y de la dificultad al definir socialmente dicha condición, se refiere a la temporalidad. La mayoría de los sujetos tensionan sus masculinidades y las de los demás hombres a partir de la distinción con el pasado. En ese sentido, la noción de pasado se encuadra en el predominio de un tipo de masculinidad hegemónica tradicional cuya característica se sustenta en la falta de oportunidades políticas, económicas y sociales, lo cual perjudica notoriamente a las mujeres en comparación con los hombres (Bard Wigdor 2016; Connell 2003; PNUD 2019).

Basados en el pasado y en la masculinidad construida desde la infancia, las entrevistas demuestran una clara conciencia sobre la implicación de la familia y del grupo de pares en la construcción del género. El reconocimiento de la familia en tanto agente socializador, involucra un cuestionamiento de la forma de ser hombres y sobre todo de la socialización de género que los entrevistados entiendes que les fue impuesta y cuyos aprendizajes explicitan y reproducen la desigualdad en los roles de género. Particularmente, la figura del padre machista representa un modelo que les ha permitido repensar y que ha abierto otras posibilidades de ser hombres, tomando cierta distancia del modelo tradicional. Este cuestionamiento se extiende a los grupos de amigos, criticando la reproducción en sus crianzas de expectativas de género asociadas a la validez y a la legitimación de la hetero-cis-normatividad (Gallardo y Espinoza 2021). En este ámbito, en concordancia con los resultados de Poo y Vizcarra (2020), los jóvenes cuestionan la categoría hombre, la cual se encontraría en transición, vivenciada a partir de transformaciones en los roles de género y de expectativas que los atañe de diferentes maneras.

¿Qué es ser hombre? Para mí, la forma que me criaron (entrevista a Félix, Temuco, septiembre de 2023).

Yo creo que si no hubiese tenido una figura paterna tan marcadamente machista quizás no hubiese reflexionado tanto sobre eso porque no hubiese sido como un tema (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

A partir de la redefinición de sus masculinidades los universitarios han cuestionado características y atributos asignados tradicionalmente a los hombres, estereotipos de masculinidad presentes en la socialización de sus padres y familiares que siguen siendo parte de las relaciones de género actuales. “Yo creo que aún quedan características de la generación pasada, por ejemplo, el tema de ser rudo, hacer trabajos pesados, pelo corto, nosotros como jóvenes la intentamos quitar” (entrevista a Jesús, Temuco, octubre de 2023).

Igualdad en los roles de género

En la actualidad se ha alcanzado una mayor igualdad para las mujeres, sobre todo si se refiere a transformaciones en los roles asignados tradicionalmente. Para algunos entrevistados esta nueva concepción en relación con las mujeres conlleva que los mandatos asociados a la masculinidad también evolucionen. Se entiende la relevancia de la comprensión relacional del género, siguiendo a Connell (2003), donde la dicotomía hombre-mujer se hace patente en los relatos y es evocada continuamente. De este modo, el cambio en la noción de masculinidades muestra transformaciones en pautas de conductas y en roles esperados de los géneros, considerando mayor libertad, independencia y reconocimiento de las capacidades intelectuales de las mujeres. Resultados acordes con los reportados en estudios con poblaciones jóvenes (Aravena y Baeza 2010; León y Choque 2016; Mardones y Vizcarra 2017; Peña, Arias y Sáez 2022) que apuntan a transformaciones de relaciones de género más igualitarias en universitarios.

Anteriormente el concepto de emprendimiento se atribuía más al hombre y él tenía que dedicarse a su empresa, en cambio la mujer se preocupaba de la casa, pero ahora está más aceptado que la mujer sea emprendedora (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

Este cambio se refleja en función de los roles y apunta a aspectos sobre las desigualdades de género. Además, algunos de los jóvenes mencionan transformaciones en aspectos que se consideran estructurales en el orden de género y que se refieren a la asimetría de poder entre hombres y mujeres. Estos participantes hacen referencia a las desigualdades de poder y de autoridad entre los géneros, enfatizando en la desigualdad en las estructuras de poder patriarcales. Al respecto, de acuerdo con León y Choque (2016), la capacidad crítica de los estudiantes y sus conocimientos se pueden relacionar con el contexto académico en el que se desenvuelven. “Debiera ser en el sentido de la autoridad y el poder igualitario para ambos” (entrevista a Paulo, Temuco, octubre de 2023).

Otro aspecto a rescatar es el cambio en la representación del rol tradicional que asocia a las mujeres con el trabajo reproductivo (tareas domésticas y de cuidados), hallazgo consistente con los resultados del estudio del PNUD (2019) en Chile. En esta investigación se han identificado además cambios comportamentales a favor de masculinidades más equitativas expresadas en sus vidas cotidianas y en relaciones de pareja en los espacios cotidianos. Según advierten los hombres, las rutinas diarias y las tareas domésticas pueden ser compartidas por las parejas y no recaer exclusivamente en las mujeres. Al hablar de ayuda en las tareas del hogar uno de los jóvenes deja entrever mandatos y pautas internalizadas que reflejan la asimetría en los roles reproductivos entre los géneros, donde los hombres descansan a partir del liderazgo y de las orientaciones femeninas (Saldaña 2018). Estos resultados reflejan el panorama general en los estudios sobre masculinidades que indica que los hombres participan en labores de cuidados de forma limitada, considerando variaciones entre contextos de socialización, edades y países (Comas d’Argemir 2016).

Yo vengo de una familia machista y yo antes iba a la casa de mi polola y esperaba que me atendiera y luego de la revolución voy cambiando, yo puedo ayudar, también puedo cocinar y antes no (entrevista a Francisco, Temuco, septiembre de 2023).

Derribando atributos tradicionales

La distinción realizada en función de la temporalidad implica que la actualidad estaría marcada por el quiebre de las representaciones asociadas a visiones tradicionales de ser hombre. El control de las emociones y la orientación de los hombres al liderazgo y a la actividad son los mandatos mayormente cuestionados.

Por qué solamente tiene que ser el hombre el líder o el fuerte, por qué no puede ser la mujer también, dicen que los hombres no lloran, pero por qué no puede haber un momento en que el hombre sí tiene que apoyarse en la mujer (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

El cuestionamiento del control de las emociones por parte de los hombres implica derribar los mitos y las barreras sociales que impiden expresar aquellos sentimientos que pueden interpelar su virilidad: el acto de llorar o sentir miedo. Respecto de los cuestionamientos, uno de los jóvenes manifiesta un cambio en relación con su etapa adolescente, pues en la actualidad estaría en un proceso de reconocimiento de sus emociones. En esta línea, otros hallazgos muestran apertura hacia la expresión de las emociones de jóvenes universitarios, algunos de ellos orientados a la cercanía emocional con sus pares (Adams 2011; Cubillas et al. 2016).

Sobre todo, cuando era un niño o cuando era un poco más adolescente de repente a uno le costaba un poco más entregarse a la emoción, a los sentimientos, pero ya hoy en día no, o sea, obviamente intento abrirme a todo eso (entrevista a Martín, Temuco, agosto de 2023).

Preocupación por la estética

La preocupación por la apariencia es otra de las características en la cual se estiman formas de apropiación diversas y que darían cuenta del cuestionamiento de la masculinidad tradicional. Tal inquietud resulta fundamental en los sectores juveniles (Fuller 2018) y en la encarnación de las masculinidades (Santillán 2022). Los jóvenes expresan que se cuidan más y que están pendientes de su imagen, haciendo referencia a la compra de productos asociados a la estética y al vestuario que les permiten verse y sentirse bien. Este hecho no involucra un cuestionamiento a su virilidad. Al respecto, mencionan que la publicidad se enfoca mayoritariamente en las jóvenes, lo que ha implicado que compren más artículos asociados a su apariencia.

En ese aspecto uno puede cuidarse más, ponerse cremas y no por eso dejaría de ser hombre. Comprarme ropa, verme mejor, ir al gimnasio, a la peluquería a veces, pero no es como las mujeres que gastan mucho en maquillaje (entrevista a Jonathan, Temuco, octubre de 2023).

El cambio en la apariencia y la apertura a estéticas tradicionalmente asociadas a las mujeres y a lo femenino, por ejemplo, el uso de adornos y prendas de vestir, ha sido una vía para cuestionar las masculinidades tradicionales. Esto, a su vez, ha actuado en cuanto mecanismo de resocialización de los padres y familiares; ello evidencia un cambio generacional y la influencia de los jóvenes en su entorno familiar.

Según yo mi generación está haciendo reflexionar a los papás. Por ejemplo, yo que soy el mayor mis papás aprenden conmigo. Ellos nunca se imaginaron que me podía poner un aro. Mi papá reaccionó mal, quítate esa cuestión. Mi mamá me decía, lo que te van a decir cuando vayamos a la casa de tu abuelo. Y tiene que ver con eso, luego que me miraron todos se acostumbraron (Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023).

4. Conclusiones

Los relatos de los jóvenes universitarios develan los significados de las masculinidades imbricadas en complejas apropiaciones respecto de lo que significa ser hombre en la actualidad. Así, coincidiendo con otros estudios (León y Choque 2016; Poo y Vizcarra 2020; Ranea-Triviño 2019; Uribe 2020) se concluye que la categoría hombre es interpelada. Este cuestionamiento conlleva a una redefinición de las formas de concebir las masculinidades, propias de generaciones anteriores y que persisten en el presente. En este escenario, una mixtura de significados vislumbra orientaciones hacia la transformación y demandan la presencia de masculinidades con valores igualitarios. Asimismo, subsisten en ciertos testimonios atributos característicos de las masculinidades hegemónicas, las cuales coexisten con otras orientaciones no tradicionales. Estos resultados están en sintonía con otras investigaciones que han reportado rasgos ambivalentes de convivencia de diferentes masculinidades juveniles en estudiantes universitarios (León y Choque 2016; Munsch y Grusy 2018; Peña, Arias y Sáez 2022).

En este contexto, el cuestionamiento de los mandatos y los atributos que reproducen las relaciones de género tradicionales se esgrime como un mecanismo hacia el establecimiento de relaciones más equitativas. El relato de todos los entrevistados está marcado por la denuncia respecto a la inequidad de los roles de género entre hombres y mujeres, orientados a la transformación de esta situación con críticas a expectativas de género presentes en sus crianzas, asociadas a la hetero-cis-normatividad (Gallardo y Espinosa 2021). Para los entrevistados que el control de las emociones, el rol de liderazgo masculino y el cuidado de la apariencia sean exclusivos de las mujeres constituyen mandatos de género interpelados.

El acceso a los conocimientos, en comparación con generaciones anteriores, su capacidad de crítica respecto a los códigos valóricos en los cuales fueron educados

(Aravena y Baeza 2010; León y Choque 2016) y las influencias de las movilizaciones feministas en Chile y en las universidades han sido un contexto fructífero para estos cuestionamientos. Es importante destacar la influencia de tales movilizaciones feministas en las universidades en 2018 donde las estudiantes tuvieron una participación protagónica a partir de las protestas contra las violencias de género, demandas que más tarde fueron parte del llamado estallido social del 2019. Este hito está presente en el relato de ciertos universitarios, los cuales lo consideran un referente en la redefinición de la categoría hombre.

Otro ámbito se refiere a la expresión de las masculinidades a través de la gestión de la apariencia, incluyendo actuaciones sociales continuas (Butler 2018). Estas se ponen a prueba y se legitiman en la práctica a partir de una puesta en escena, y en este despliegue la apariencia y el cuerpo son relevantes. Coincidiendo con otras investigaciones (Adams 2011; Peña, Arias y Sáez 2022), la identificación y la validación de prácticas de consumo asociadas a la apariencia en jóvenes participantes de este estudio, atribuidas tradicionalmente a lo femenino, abre otras posibilidades a masculinidades que pueden cuestionar el modelo hegemónico y que constituyen un ámbito de exploración posible en cuanto a masculinidades heterogéneas. Asimismo, el anclaje de las masculinidades en los cuerpos y el cambio de las estéticas juveniles se perfila como un mecanismo de resocialización entre las generaciones, en un ámbito de influencia de los jóvenes a sus padres, madres y demás familiares que trastocan estereotipos tradicionales, entre ellos la virilidad y la masculinidad.

La presencia y la persistencia de atributos relacionados con masculinidades hegemónicas son innegables y preocupantes, pues precisan de alternativas simbólicas y materiales para ser alcanzados (Bard Wigdor 2016). Por tanto, son y constituyen posibilidades de acción. La potencia sexual y la sexualidad activa heterosexual asociada a la virilidad está presente en las entrevistas con incidencias en los cuerpos, resultados coincidentes con los hallazgos de Mardones (2023) en el sur de Chile. Otro mandado mencionado es la noción de proveedor económico y de protector y que para algunos entrevistados sigue teniendo una fuerte presencia, a pesar de la redefinición de las masculinidades. Si bien el rol de proveedor económico puede ser compartido con las mujeres, la responsabilidad última de proveer a una futura familia se considera un rol masculino.

Lo anterior condice con otros hallazgos que sostienen el mantenimiento en la familia chilena, con variaciones de la visión que considera al hombre proveedor y a la mujer cuidadora (Olavarría 2017; Valdés 2006 citado en Gómez y Jiménez 2015). De igual manera, el rol de protector emocional, físico y de cuidador de mujeres emerge de forma casi natural, constituyendo una forma sutil de dominación (Gilmore 1994), pero sin ser significada así por los jóvenes. En los relatos de los universitarios persiste la necesidad de cuidar a partir de la internalización de los atributos que se manifiestan casi de forma “inconsciente” en el actuar y que no es cuestionada.

Uno de los aspectos que se han redefinido en las masculinidades de los universitarios se relaciona con el rol de las mujeres en el ámbito laboral, pues los jóvenes reconocen la necesidad de la igualdad de derechos y la asimetría de poder entre los géneros. Este reconocimiento se acompaña de un cuestionamiento de la escasa participación del rol masculino en las labores domésticas y de cuidados, y de un cambio comportamental en sus vidas cotidianas. Sin embargo, los relatos no apuntan a un cambio radical aludiendo a la corresponsabilidad entre los géneros en el ámbito de los cuidados y de los roles domésticos, aspecto fundamental para lograr la equidad. Más bien hacen referencia a la participación y a la ayuda en el ámbito reproductivo. Se suma a ello la persistencia del rol de proveedor económico de los hombres, la asociación entre sexualidad activa heterosexual y el rol protector de las mujeres. El cambio de patrones de socialización de género necesita orientarse a la transformación de estos mandatos y estereotipos que legitiman y naturalizan la heteronormatividad y las relaciones de género asimétricas.

Una de las limitaciones de este estudio se relaciona con la participación exclusiva de hombres en la investigación. Es necesario poner en relieve las relaciones de poder y la posición de los otros y de las otras en el contexto histórico, cultural y económico donde se configura la masculinidad. Para Connell (2003), la masculinidad es sobre todo relacional. La atención en el carácter relacional del género implica, como desafío investigativo y apuesta teórica, poner el foco de estudio en las interacciones entre masculinidades, visibilizando tensiones y mecanismos de dominación identificables en la relación en y entre los géneros.

De igual modo, los relatos de mujeres son necesarios si se considera que las masculinidades se construyen en relación con sus prácticas (Connell 2003; Viveros 2007). Integrar las voces de las mujeres en estudios sobre hombres aportaría a entrever y a cuestionar las relaciones basadas en la asimetría de poder, en especial cuando se trata de masculinidades hegemónicas en los espacios universitarios, pues constituyen campos de poder en ámbitos significativos en materia sociofamiliar y laboral.

Un campo investigativo que se abre a partir de este artículo se relaciona con las masculinidades juveniles no universitarias de jóvenes trabajadores, de desocupados y de jóvenes de instituciones educativas no universitarias. Las configuraciones de masculinidades en tanto construcciones relacionales y contextuales ofrece y demanda espacios de investigaciones heterogéneas con aspectos sociales, culturales y económicos disímiles de quienes las vivencian. Dado lo anterior, los enfoques interseccionales pueden ser una alternativa de estudio, considerando las relaciones sociales construcciones simultáneas en distintos órdenes: de clase, de género, de raza, de sexualidad y de múltiples configuraciones históricas. Con ello, este tipo de estudios buscaría develar la operación y la interdependencia de los mecanismos de dominación y el posicionamiento de la resistencia entre los propios jóvenes.

Si se consideran las implicaciones prácticas, los resultados del presente artículo pueden aportar a los lineamientos de la política de género en las diversas instituciones de educación superior que se han dispuesto a materializar, a partir de la normativa, avances en la igualdad de género mediante el diseño y la ejecución de políticas en este ámbito. Particularmente, estos hallazgos pueden aportar a los planes y a los programas asociados a la implementación de acciones que apunten a la prevención de violencias de género, deconstrucción de estereotipos y actitudes sexistas, y con ello contribuir a potenciar masculinidades positivas y relaciones de género más igualitarias.

Apoyos

Esta investigación fue financiada por la Universidad de La Frontera, ubicada en Temuco, Chile. Proyecto DI23-0035.

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Entrevistas

Entrevista a Félix, Temuco, septiembre de 2023.

Entrevista a Francisco, Temuco, septiembre de 2023.

Entrevista a Jesús, Temuco, octubre de 2023.

Entrevista a Jonathan, Temuco, octubre de 2023.

Entrevista a Martín, Temuco, agosto de 2023.

Entrevista a Mauricio, Temuco, septiembre de 2023.

Entrevista a Paulo, Temuco, octubre de 2023. Grupo focal, Temuco, septiembre de 2023.